domingo, 1 de mayo de 2011

Viernes, 27 de mayo de 2011

“YO LOS ELEGÍ PARA QUE DEN FRUTO”

PRIMERA LECTURA HECHOS 15, 22-31


“HEMOS DECIDIDO, EL ESPÍRITU SANTO Y NOSOTROS, NO”

Los apóstoles y los ancianos, con toda la iglesia, decidieron escoger algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Nombraron a Judas, que también se llamaba Barsabás, y a Silas, hombres de importancia entre los hermanos, y con ellos mandaron la siguiente carta:
"Nosotros los apóstoles y los ancianos hermanos de ustedes saludamos a nuestros hermanos que no son judíos y que viven en Antioquía, Siria y Cilicia. Hemos sabido que algunas personas han ido de aquí sin nuestra autorización, y que los han molestado a ustedes con sus palabras, y los han confundido. Por eso, de común acuerdo, nos ha parecido bien nombrar a algunos de entre nosotros para que vayan a verlos a ustedes junto con nuestros muy queridos hermanos Bernabé y Pablo, quienes han puesto sus vidas en peligro por la causa de nuestro Señor Jesucristo. Así que les enviamos a Judas y a Silas: ellos hablarán personalmente con ustedes para explicarles todo esto. Pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes ninguna carga aparte de estas cosas necesarias: que no coman carne de animales ofrecidos en sacrificio a los ídolos, que no coman sangre ni carne de animales estrangulados y que eviten los matrimonios prohibidos. Si se guardan de estas cosas, actuarán correctamente. Saludos."
Así que ellos, después de despedirse, se dirigieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación le entregaron la carta. Cuando los hermanos la leyeron, se alegraron mucho por el consuelo que les daba.

REFLEXIÓN

La primera lectura nos habla de el primer concilio, reunido en Jerusalén en la cual se tuvo que abordar, todas las inquietudes suscitadas con los gentiles, sobre todo en los pueblos de Antioquia, Siria y Cicilia: ¿tiene validez permanente y universal la ley de Moisés? La respuesta llevará a descubrir cuál es la verdadera vocación del judaísmo y su lugar en el conjunto del plan de salvación.

Es entonces este primer Concilio de Jerusalén, un momento coyuntural, un momento central dentro de los Hechos de los Apóstoles y también en la vida de la Iglesia primitiva.
¿Qué era lo que estaba sucediendo? Tenían que responder una pregunta: ¿los cristianos que han venido del paganismo tienen que cumplir la Ley de Moisés? ¿Tiene la Ley de Moisés un alcance y una validez indefinida? ¿Es válida para todos los pueblos, para todos los que se conviertan al Nombre de Cristo, es válida para todos los tiempos?
Esa pregunta, para nosotros resulta un poco lejana, porque la mayor parte, la inmensa mayoría de nosotros, creo, jamás hemos vivido en el régimen de esa Ley. Pero debemos situar esta pregunta en su contexto. Aquel era el tiempo en el que muchos de los convertidos, tal vez incluso la mayoría, habían venido del Judaísmo, su vida había estado marcada por los ritmos de la Ley de Moisés, incluyendo por supuesto la circuncisión, incluyendo el no mezclarse con paganos, e incluyendo el tener algunos alimentos como prohibidos.
Entonces, ¿dónde se traza la línea? ¿Qué es lo que es realmente universal y qué es lo que no es universal? ¿Qué es lo permanente y qué es lo temporal? No es una pregunta tan fácil. Y de hecho, algunos sintieron que cuando se abandonaba la Ley de Moisés se estaba traicionando la voluntad de Dios. Es decir, ellos sentían que en el momento en el que se deja a Moisés, se deja también a Dios.
¿Cómo resolver esa pregunta? Todavía otra complicación: los conflictos no son solamente conflictos de ideas, son conflictos de personas. Entonces ya había gente, dentro de la comunidad cristiana, que sentía que Pablo, en concreto Pablo y también Bernabé, eran algo así como traidores, y que ellos estaban desfigurando el mensaje. Porque los primeros creyentes, que eran todos judíos, veían a Jesucristo desde un ángulo diferente a como se vino a ver después.
Para esos primero creyentes Jesús era el Mesías que respondía a las expectativas de ese pueblo, del pueblo de Israel. Entonces descubrir que el Mesías es algo más que el Mesías de Israel, tomó tiempo.
Pero es importante notar que en ese proceso no obraron a ciegas. Leemos, por ejemplo en el texto de hoy, Santiago cita un texto, mostrando cómo ya estaba en el plan de Dios que lo gentiles, es decir, los paganos, los no judíos, pudieran entrar también en la Tienda, pudieran entrar en la Casa de Dios.
Y esto no significa menos que llegar a comprender el verdadero sentido del Judaísmo. Ser judío, entonces, ahora queda claro, no es simplemente encerrarse en la certeza de que, "yo soy elegido y a mí me tiene que ir bien; lo que aparece en realidad es que la vocación más profunda del Judaísmo es servir, servir la salvación. Y eso es lo que ha hecho Jesucristo. Jesucristo por eso es el verdadero judío, es el que lleva al Judaísmo a su expresión más hermosa, más perfecta, la misma que anunciaron los profetas.
Demos gracias a Dios por ese camino de discernimiento que viven estos cristianos en medio de tensiones, y demos gracias porque la acción del Espíritu va guiando al pueblo que confiesa el Nombre de Jesús y que sea Él también quien nos guie a nosotros.

SALMO RESPONSORIAL: 56
R: Te daré gracias ante los pueblos, Señor.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 15, 12-17

“ESTO LES MANDO: QUE SE AMEN UNOS A OTROS”

Mi mandamiento es este: Que se amen unos a otros como yo los he amado a ustedes. El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo. Los llamo mis amigos, porque les he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho. Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Esto, pues, es lo que les mando: Que se amen unos a otros.

REFLEXIÓN:
Hasta donde llega el compromiso del amor? Jesús, nos ha enseñado el amor y nos ha ordenado amar. En ese orden son las cosas: aprender qué es amar y vivir en el amor. Y Jesús habla de si mismo, y nos dice: “Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por lo que ama. La medida es alta y su mandato es exigente. ¡Lo que pide no es menos que lo que pedía la ley antigua! Cristo pone como medida del amor nada menos que “dar la vida”. Evoca su muerte como testimonio supremo de su amor, sólo el amor da sentido a la cruz. Si los discípulos hacen lo que se les ha pedido, es decir, permanecen el Él, si creen y aman, el Hijo los reconoce como amigos.
Jesús aquí también enseña un modelo diferente de vida, realiza signos mediante los cuales podemos inmediatamente ver y ser conscientes de su propia imagen, y de este modo generar la conciencia necesaria para que surja espontáneamente la necesidad de rebelarse contra un modelo social injusto y comencemos a buscar la forma de organización que sí conviene al ser humano: La organización fraterna, igualitaria, justa. Ésa es la finalidad del proyecto de Jesús: Hombres y mujeres que nos empeñemos juntos en la tarea de construir un modelo de sociedad nuevo. Ese modelo de sociedad sólo es posible si se basa en el amor, tal como nos lo dice hoy el evangelio. Sólo si nos amamos lograremos experimentar en profundidad el gozo de ser amigos de Jesús; él es nuestro amigo, quiere lo mejor para nosotros; no nos mira como siervos, porque ya él mismo lo dijo, “el siervo no sabe lo que hace su señor”; él nos llama sus amigos, nos siente como sus amigos y está dispuesto a emprender en nosotros y con nosotros la lucha por una sociedad mejor.

FRASE PARA REFLEXIONAR EL DIA DE HOY

La amistad con Jesucristo hace posible el verdadero amor en nuestra vida.

ORACIÓN

Al contemplar la obra de tus manos, al experimentar tu inmenso amor por nosotros, Señor quedamos maravillados. Eres Tú Señor de la Justicia, de la Verdad, de la Victoria y Majestad. Que nuestra vida sea, un compromiso con tu amor, con tu entrega, que seamos capaces de dar la vida nosotros también por otros y que demos frutos abundantes en tu nombre. Amén

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