domingo, 1 de mayo de 2011

Sábado 21 de mayo de 2011

“EL APOYO ESPIRITUAL DE LA CONVICCIÓN ”

PRIMERA LECTURA
HECHOS 13, 44-52


“SEPAN QUE NOS DEDICAMOS A LOS GENTILES”


El sábado de la semana siguiente, casi toda la ciudad se reunió para oir el mensaje del Señor. Pero cuando los judíos vieron tanta gente, se llenaron de celos y comenzaron a contradecir a Pablo y a insultarlo. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía, les contestaron:
--Teníamos la obligación de anunciar el mensaje de Dios en primer lugar a ustedes, que son judíos; pero ya que ustedes lo rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, nos iremos a los que no son judíos. Porque así nos mandó el Señor, diciendo: 'Te he puesto como luz de las naciones, para que lleves mi salvación hasta las partes más lejanas de la tierra.'
Al oir esto, los que no eran judíos se alegraron y comenzaron a decir que el mensaje del Señor era bueno; y creyeron todos los que estaban destinados a tener vida eterna. Así se predicó el mensaje del Señor por toda aquella región. Pero los judíos hablaron con algunas mujeres piadosas y honorables, y con los hombres importantes de la ciudad, y los incitaron a comenzar una persecución contra Pablo y Bernabé, para echarlos de la región. Entonces estos sacudieron el polvo de sus pies en señal de protesta contra aquella gente, y se fueron a Iconio. Pero los creyentes estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo.

REFLEXIÓN
Pablo y Bernabé siguen su misión, ellos tenían un modo de obrar muy claro en la difusión del Evangelio. No iban simplemente de un lado a otro. ¿Qué hacían? Su punto de partida evidente son las comunidades judías que habían sufrido la dispersión, o “diáspora”, comunidades que habían que tenido que salir y vivir en otras naciones. Y aunque un número de ellos regresó a Jerusalén y a Judea en la época de Ciro de Persia, la mayor parte nunca regresó a la tierra que Dios había prometido. Estas comunidades judías de la dispersión tuvieron como centro de vida espiritual ya no el templo, sino la sinagoga, lugar de estudio y de oración.
Cuando Pablo y Bernabé empiezan su misión de predicación del Evangelio no parten de cero sino de su propia experiencia. Ellos como judíos han encontrado en Jesucristo que Dios ha cumplido las promesas que fueron hechas a los patriarcas y pregonadas por los profetas. Y es eso precisamente lo que llevan como noticia gozosa a las comunidades de judíos de la dispersión. Así pues, enviados por el Espíritu Santo y acompañados del mandato y la oración de la Iglesia, Bernabé y Pablo avanzan por el Asia Menor, con su noticia feliz: ¡Dios ha enviado la redención a su pueblo! ¡Dios ha cumplido su promesa!
Esta noticia encuentra varios tipos de acogida. Hay alegría, pero también perplejidad; alabanza a Dios, pero también dura oposición e incluso persecución. Para algunos tal vez esta noticia, llegó demasiado tarde. Imaginemos un naufragio y pensemos que los marineros han llegado a acostumbrarse tanto al bote salvavidas que luego no quieren buscar la playa ni subir al barco que viene a rescatarlos. En ese bote salvavidas ya se han definido modos de autoridad y posiciones sociales; ya hay una organización que resulta beneficiosa y gratificante para los dirigentes. lo que debía ser un modo temporal de superar un momento trágico se ha convertido en un modo de vida. Ellos, pues, no quieren perder el cargo de “General en Jefe del Bote Salvavidas” para convertirse en simples “náufragos”, junto con sus compañeros de infortunio. Nace así la desconfianza en los líderes, que pronto da paso a la envidia y a burla cruel, la intriga y la persecución abierta. La consecuencia de todo esto: oposición al Evangelio entre los judíos.
A nosotros nos puede suceder lo mismo. Esta vida, si la miramos en su conjunto es también una estación, un momento de paso. Y todos los habitantes de esta tierra somos como náufragos de una desventura que se llama el pecado. Todo, pues, lo que hacemos en este bote salvavidas que es nuestra condición temporal ha de ser visto como un recurso temporal, como algo que no debemos apropiarnos. Desde la orilla, Cristo, el Cristo de la Pascua, nos aguarda a todos, pues todos hemos sido salvos sólo por su gracia. Pasando el mar, en la playa está Jesús, y allí, teniendo invitado a su pueblo, prepara una fogata de amor... con los maderos del bote salvavidas sólo para nosotros.


SALMO RESPONSORIAL: 97
R: Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 14, 7-14


“QUIEN ME HA VISTO A MÍ HA VISTO AL PADRE”


Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre; y ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo.
Felipe le dijo entonces:
--Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta.
Jesús le contestó:
--Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿por qué me pides que les deje ver al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las cosas que les digo, no las digo por mi propia cuenta. El Padre, que vive en mí, es el que hace sus propias obras. Créanme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; si no, crean al menos por las obras mismas. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el Padre. Y todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré, para que por el Hijo se muestre la gloria del Padre. Yo haré cualquier cosa que en mi nombre ustedes me pidan.


REFLEXIÓN:

El diálogo de Jesús con los discípulos revela el contraste que hay entre la imagen de Dios que estos hombres y mujeres de su tiempo habían recibido de parte de la oficialidad religiosa y la que están recibiendo ahora a través de Jesús. Y queda de manifiesto que no es nada sencillo para ellos establecer con toda certeza de qué lado se encuentra la imagen genuina de Dios. Es que en todas las épocas de la historia humana y especialmente en lo concerniente a la dimensión religiosa, sucede siempre un fenómeno muy especial: Mientras Dios busca revelarse del modo más patente y claro, los “funcionarios” de la religión siempre han encontrado la manera de establecer barreras e impedimentos que eviten ese acercamiento directo y simple a Dios. Pues bien, en Jesús se manifiesta ese deseo de Dios de caminar hombro a hombro con sus hijos e hijas, de ungirse de humanidad sin temor a perder su dignidad divina; pero es tan absolutamente humano, que tal vez por ello los discípulos no pueden captar esa presencia con la cual se quiere mostrar.

ORACIÓN
Oremos como San Juan Eudes: Tú que eres mi divino sol, ilumina las tinieblas de mi espíritu, incendia mi helado corazón. Tú que eres la luz de mis ojos, haz que te conozca y que me conozca para que te siga y te ame siempre. Amén

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