HECHOS DE LOS APÓSTOLES 16,11-15
“EL SEÑOR LE ABRIÓ EL CORAZÓN PARA QUE ACEPTARA LO QUE DECÍA PABLO”
Nos embarcamos, pues, en Tróade, y fuimos directamente a la isla de Samotracia, y al día siguiente llegamos a Neápolis. De allí fuimos a Filipos, que es una colonia romana y una ciudad muy importante de esa parte de Macedonia. Allí estuvimos algunos días. El sábado salimos a las afueras de la ciudad, junto al río, donde pensamos que había un lugar de oración de los judíos. Nos sentamos y hablamos del evangelio a las mujeres que se habían reunido. Una de ellas se llamaba Lidia; era de la ciudad de Tiatira y vendía telas finas de púrpura. A esta mujer, que adoraba a Dios y que estaba escuchando, el Señor la movió a poner toda su atención en lo que Pablo decía. Fue bautizada, junto con toda su familia, y después nos rogó:
--Si ustedes juzgan que de veras soy creyente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa.Y nos obligó a quedarnos.
Filipos era una ciudad esencialmente latina, convertida en colonia romana, aún cuando quedaba en Macedonia. Era una ciudad de mar, donde los judíos no tenían sinagoga sino que celebraban sus reuniones junto al agua. La conversión de Lidia provoca la conversión de toda su familia, éste es un elemento muy común para aquellos que abrazan la fe cristiana. Lo ha dicho el Señor: "Ten fe en Jesús y te salvaras tú y tu casa".
SALMO RESPONSORIAL: 149
R./ El Señor ama a su pueblo
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 15,26-16,4ª
"Les digo estas cosas para que no pierdan su fe en mí. Los expulsarán de las sinagogas, y aun llegará el momento en que cualquiera que los mate creerá que así presta un servicio a Dios. Esto lo harán porque no nos han conocido, ni al Padre ni a mí. Les digo esto para que, cuando llegue el momento, se acuerden de que yo se lo había dicho ya.
"No les dije esto desde un principio porque yo estaba con ustedes.
REFLEXIÓN
Jesús reafirma una vez más la necesidad de fortalecer la identidad entre él mismo y sus discípulos; es decir, hace un llamado a la fidelidad, a mantenerse firmes, pase lo que pase. Para la época de la redacción de Juan, los cristianos habían sido ya expulsados de la sinagoga; esto es, habían tenido que abandonar el seno del judaísmo para comenzar a construir su propia identidad cristiana, su propio “camino”. Quizás para muchos cristianos la expulsión de la sinagoga pudo haber significado el fin del movimiento cristiano. Sin embargo en los grandes líderes de las comunidades primitivas parece que hay una aceptación, si se quiere gozosa, de este hecho, pues va permitiendo la libertad y la autonomía. De ahí la insistencia del evangelista en mantenerse unidos a Jesús como las ramas al tronco, de amarse mutuamente, de mantener siempre vivo y actuante el don de la paz que han recibido de parte del Señor, y de esperar contra cualquier cosa el don definitivo del Espíritu.
El discípulo que ama y que conserva la unidad, no teme la prueba, ni la persecusión, nada de lo que pueda pasar. Dios estará siempre para fortalecerle.
Señor, queremos seguirte hasta el final, mantenernos unidos a ti, mantenernos fieles. Esperamos en tí, en recibir de tu Espíritu Santo para dar testimonio de Ti, para ser fortalecidos plenamente, para no temer, sino a buscar permanecer en tu amor por siempre. Amén.
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