domingo, 1 de mayo de 2011

Jueves 12 de mayo de 2011

“EL PAN DE VIDA ETERNA”

PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 8,26-40


“Y SIGUIÓ SU CAMINO LLENO DE ALEGRÍA”


Después de esto, un ángel del Señor le dijo a Felipe: "Levántate y vete al sur, por el camino de Jerusalén a Gaza." Este camino pasa por el desierto. Felipe se levantó y se fue; y en el camino se encontró con un hombre de Etiopía. Era un alto funcionario, tesorero de la reina de Etiopía, el cual había ido a Jerusalén a adorar a Dios. Iba de regreso a su país, sentado en su carro y leyendo el libro del profeta Isaías.
El Espíritu le dijo a Felipe: "Ve y acércate a ese carro." Cuando Felipe se acercó, oyó que el etiope leía el libro de Isaías; entonces le preguntó:
--¿Entiende usted lo que está leyendo?
El etiope le contestó:
--¿Cómo lo voy a entender, si no hay quien me lo explique?
Y le pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él. La parte de la Escritura que estaba leyendo era esta:
"Fue llevado como una oveja al matadero;
como un cordero que se queda callado
delante de los que lo trasquilan,
así tampoco abrió él la boca.
Fue humillado, y no se le hizo justicia;
¿quién podrá hablar de su descendencia?
Porque su vida fue arrancada de la tierra."
El funcionario etiope le preguntó a Felipe:
--Dime, por favor, ¿de quién dice esto el profeta: de sí mismo o de algún otro?
Entonces Felipe, tomando como punto de partida el lugar de la Escritura que el etiope leía, le anunció la buena noticia acerca de Jesús. Más tarde, al pasar por un sitio donde había agua, el funcionario dijo:
--Aquí hay agua; ¿hay algún inconveniente para que yo sea bautizado?
Entonces mandó parar el carro; y los dos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó a Felipe, y el funcionario no lo volvió a ver; pero siguió su camino lleno de alegría. Felipe se encontró en Azoto, y pasó de pueblo en pueblo anunciando la buena noticia, hasta llegar a Cesarea.

REFLEXIÓN:
Este texto es escrito con una sencillez impresionante, sin que ello signifique falta de profundidad en el mensaje; en él se nos cuenta cómo Felipe, el diácono, en un corto período de tiempo pudo evangelizar a un desconocido.
Un Ángel de Dios y luego el Espíritu Santo van guiando al diácono Felipe. La misión de los evangelizadores, incluso cuando los vemos solos y casi abandonados nunca es una tarea en soledad. Aunque la tierra tenga desiertos y montes, que no dejan ver la obra de los que predican el Reino, todo está patente a la mirada de los cielos.
Es el Espíritu Santo quien le dice: "Acércate y ponte junto a esa carroza". La salvación de cada hombre es así también un acto de elección, un acto de predilección y ternura con que el Espíritu de Dios mueve a los evangelizadores para que hablen y mueve a los evangelizados para que escuchen y acojan lo que se les habla.
El bautismo del etíope sucede también de manera inesperada, casi informal. Acontece como un regalo más que rompe el camino de su carroza y de su vida. Estemos también nosotros dispuestos a que nuestros planes sean cambiados. El Dios que nos salvó tan admirablemente, sobrepasando toda expectativa y todo límite de la Ley Antigua, tiende a abrir caminos que no conocemos ni podemos entender a primera vista.


SALMO RESPONSORIAL: 65
R: Aclamad al Señor, tierra entera.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 6,44-51

“YO SOY EL PAN VIVO QUE HA BAJADO DEL CIELO”


Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre, que me ha enviado; y yo lo resucitaré en el día último. En los libros de los profetas se dice: 'Dios instruirá a todos.' Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí.
"No es que alguno haya visto al Padre; el único que lo ha visto es el que procede de Dios. Les aseguro que quien cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan que da vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y a pesar de ello murieron; pero yo hablo del pan que baja del cielo; quien come de él, no muere. Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propia carne. Lo daré por la vida del mundo."


REFLEXIÓN
Los antepasados del pueblo de Jesús no entendieron cabalmente el signo del maná, allá en el desierto, en sus inicios como pueblo libre. El plan de Dios, cuando los rescató del poderío egipcio, fue construir con aquella masa de esclavos un modelo alternativo de vida nueva basado en la fraternidad, la solidaridad y la igualdad. Dios insiste en que aquel alimento que “caía del cielo” debía ser compartido de manera equitativa; que nadie debía tomar más de lo necesario, ni guardarlo para el día siguiente, porque día tras día había para todos. Se trata del querer de Dios expuesto al pueblo como una alternativa que podría garantizarle vida para siempre.
Como ya dijimos, aquellos antepasados no supieron mantenerse fieles a ese querer divino; dieron rienda suelta a la ambición y a la codicia, y terminaron víctimas de su propia infidelidad y desobediencia. Jesús, que conoce profundamente la voluntad del Padre, se presenta y se ofrece como ese pan que perdura; es decir, muestra una forma alterna de vida que puede llevar a sus seguidores a su realización, a no sentir más el hambre y la sed.
Luego de veintiún siglos de historia, este mensaje de vida que Jesús nos revela sigue siendo vigente y sigue actuando en nosotros, el quiere que tengamos una vida plena, sin más hambre ni más sed, Él quiere hacernos sus discípulos. Sólo escuchando su palabra, acogiendo su mensaje y poniéndolo en práctica, yendo a su encuentro, reconociéndole y aceptándole como Salvador, sólo de esa manera gozaremos de una vida nueva, una vida plena, una vida con sentido, una vida que se nos da en gratuidad, una vida por el infinito amor que nos tiene.

PARA REFLEXIONAR:
¿Estamos en sintonía con el Señor de tal manera que percibimos el susurro de su voz? ¿Nos dejamos guiar por su Espíritu Santo como lo hizo Felipe?
¿Estamos prestos a ser evangelizadores en nuestra realidad.


ORACIÓN
Señor Jesús, pan vivo bajado del cielo, se Tú nuestro alimento, nuestra fortaleza, que entendamos el verdadero sentido del “mana”, del “pan”, que entendamos que contigo nunca saldremos defraudados, que entendamos que tu eres nuestro todo, que entedamos que contigo tendremos vida y vida eterna. Amén

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