domingo, 1 de mayo de 2011

Miércoles 18 de mayo 2011

“JESÚS NO CONDENA, SALVA Y LIBERA”

PRIMERA LECTURA
HECHOS 12, 24-13,5a


“ORACIÓN Y MISIÓN”


Entre tanto, el mensaje de Dios iba extendiéndose y era anunciado en todas partes.
Cuando Bernabé y Saulo terminaron su trabajo en Jerusalén, volvieron llevándose con ellos a Juan, que también se llamaba Marcos.
En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros. Eran Bernabé, Simón (al que también llamaban el Negro), Lucio de Cirene, Menahem (que se había criado junto con Herodes, el que gobernó en Galilea) y Saulo. Un día, mientras estaban celebrando el culto al Señor y ayunando, el Espíritu Santo dijo: "Sepárenme a Bernabé y a Saulo para el trabajo al cual los he llamado."
Entonces, después de orar y ayunar, les impusieron las manos y los despidieron.
Enviados por el Espíritu Santo, Bernabé y Saulo se dirigieron a Seleucia, y allí se embarcaron para la isla de Chipre. Al llegar al puerto de Salamina, comenzaron a anunciar el mensaje de Dios en las sinagogas de los judíos.

REFLEXIÓN

El pasaje de la primera lectura nos recuerda el estrecho vínculo que hay entre oración y misión. Ni la oración es pura quietud ni la misión es pura actividad. Cuando carece del vigor misionero, la oración se adormece y tiende a encerrarse en sí misma con egoísmo y búsqueda de autosatisfacción. Por otra parte, cuando la misión carece del sustento de la oración se vuelve ruido, y no palabra; espectáculo para hombres y no gloria para Dios.
Notemos también que el mismo Espíritu Santo que hace posible la oración lanza hacia la misión. A través de la oración, el Espíritu nos mantiene en la verdad de Jesús. A Jesús no lo terminaremos de conocer nunca porque en él se muestra el misterio insondable de Dios mismo; y sin embargo, la oración nos sumerge muy hondamente en esas aguas. De ellas tomamos las palabras que calman la sed, también honda y misteriosa, del corazón humano.


SALMO RESPONSORIAL: 66
R: ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 12, 44-50


“YO HE VENIDO AL MUNDO COMO LUZ ”


Jesús dijo con voz fuerte: "El que cree en mí, no cree solamente en mí, sino también en el Padre, que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve también al que me ha enviado. Yo, que soy la luz, he venido al mundo para que los que creen en mí no se queden en la oscuridad. Pero a aquel que oye mis palabras y no las obedece, no soy yo quien lo condena; porque yo no vine para condenar al mundo, sino para salvarlo. El que me desprecia y no hace caso de mis palabras, ya tiene quien lo condene: las palabras que yo he dicho lo condenarán en el día último. Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, me ha ordenado lo que debo decir y enseñar. Y sé que el mandato de mi Padre es para vida eterna. Así pues, lo que yo digo, lo digo como el Padre me ha ordenado."

REFLEXIÓN:
Las reacciones, tan contrarias a lo que se esperaba después de un testimonio así de claro y directo como el de Jesús, son las que utiliza Juan para ilustrar la oscuridad y las tinieblas en que se halla su pueblo; pero más especialmente, sus líderes y guías. De ahí que el contenido de las palabras de Jesús comienza a orientarse hacia el tema de la luz como contraposición a la oscuridad y tinieblas en que viven sus oyentes.
Como ya lo ha hecho Jesús en otros pasajes del evangelio de Juan, él se autoproclama como esa luz que les hace falta a quienes lo escuchan: “Yo soy la luz”, luz que no ha venido a juzgar ni a condenar, sino a rescatar y a iluminar el camino de quienes dicen creer en Dios. Quien recibe esta luz está salvado, ha entrado en la órbita de una humanidad nueva, regenerada por el enviado de Dios; pero quien la rechaza, no es condenado por Dios ni por su Hijo Jesucristo; él mismo se condena, se extravía del camino, porque no sabe a dónde va.
Y es que siguiendo esta “luz” cambia nuestra manera de ver las cosas, cambia nuestro entendimiento, porque efectivamente vemos otras cosas, hace que nuestros ojos mismos sean transformados y puedan encontrarse en sintonía con la voluntad, con el querer y con la claridad de Dios.
Que el poder de esta luz de Jesús se adueñe de nosotros, y que con esa obra maravillosa, aparte toda área de tinieblas y oscuridad en nuestra vida.

PARA REFLEXIONAR:

¿En mi caminar con el Maestro estoy uniendo mi vida de oración con la misión y viceversa?
¿Hoy el evangelio me presenta a Jesús como la Luz, estoy dispuesto a seguir por el camino de la “Luz” y dejar que Él transforme toda área de oscuridad y tinieblas que haya en mi vida?

ORACIÓN

Ven Señor, llena mi vida de tu amor y tu presencia, hazme vivir en tu luz, en tus caminos de verdad y justicia, libérame de toda oscuridad, de toda desesperanza, que pueda "ver", que pueda "creer", que pueda vivir unido a ti. Que disponga mis oídos para escuchar tu voz, tu palabra y actuar y cumplir tu misión conforme a tu voluntad. Amén

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mensaje o Intercesión por: