domingo, 1 de mayo de 2011

Jueves 5 de mayo de 2011

“OBEDECER AL ESPÍRITU SANTO”


PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 5,27-33



"TESTIGOS DE ESTO SOMOS NOSOTROS Y EL ESPÍRITU SANTO”

Al llegar, los llevaron ante la Junta Suprema, y el sumo sacerdote les dijo:

--Nosotros les habíamos prohibido terminantemente que enseñaran nada relacionado con ese hombre. ¿Y qué han hecho ustedes? Han llenado toda Jerusalén con esas enseñanzas, y encima quieren echarnos la culpa de la muerte de ese hombre.

Pedro y los demás apóstoles contestaron:

--Es nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, el mismo a quien ustedes mataron colgándolo en una cruz. Dios lo ha levantado y lo ha puesto a su derecha, y lo ha hecho Guía y Salvador, para que la nación de Israel se vuelva a Dios y reciba el perdón de sus pecados. De esto somos testigos nosotros, y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen.
Cuando oyeron esto, se enfurecieron y quisieron matarlos.

REFLEXIÓN
La comunidad cristiana, nacida de Pentecostés, ha tenido ya que recorrer un primer trecho. Y esos primero pasos están marcados por la persecución, los enemigos de Cristo se convierten en enemigos de los cristianos.
Y yo creo que aquí hay una primera enseñanza para nosotros. Es bueno saber que aquel que está fastidiado por Dios, aquel que detesta a Dios, va a detestar a los que creen en Él. Aquel que no ama a Cristo, va a sentirse enemigo de los que creen en Cristo.
En este sentido, tenemos que ser muy realistas: nosotros, los creyentes, tenemos que comprender que nuestra fe automáticamente nos gana enemigos, o dicho de otra manera, es normal que la fe traiga enemistad, es normal, es lo que hay que esperar, es lo que suele suceder.
Pero lo que no es ordinario ni común es encontrar gente de tanto valor como estos Apóstoles, que teniendo que enfrentar persecución, cárcel, azotes, e incluso la muerte, permanecieron fieles al Señor.
Si nosotros tenemos en común con los Apóstoles que tendremos que ser perseguidos, pues, tengamos también en común con ellos el permanecer firmes en la fe.
Y es importante ver cuál es la razón de la esperanza de ellos: están convencidos de que hay una fuerza interior; de que de Cristo mismo proviene ese Espíritu de amor, ese Espíritu de vida que es el que les concede hablar.
Si estos hombres, que carecían de instrucción, son capaces de hablar así, y si estos cobardes, que huyeron en el momento de la Pasión, ahora permanecen y enfrentan lo que venga, incluyendo azotes, cárcel y la muerte, es porque algo nuevo ha sucedido en ellos, y eso nuevo es la efusión del Espíritu Santo.
Qué bien que nosotros, ya desde estos primeros días del tiempo pascual, orientemos nuestra mirada, pongamos nuestro objetivo en el final del tiempo pascual, que es precisamente Pentecostés.
Sin el Espíritu de Jesús no se pueden llevar a cabo las obras de Jesús; sin el Espíritu Santo de Dios no somos capaces ni de dar testimonio ni de sostenernos coherentemente en nuestra fe. Necesitamos de ese Espíritu, necesitamos de esa fuerza. Dios la da, la da con abundancia.
Dios desea darse a nosotros, Dios desea entregarnos el regalo de su Espíritu, y tenemos que estar dispuestos a pedirlo, pero sobre todo a recibirlo, para también nosotros vivir con coherencia, incluso con alegría, nuestra fe.


SALMO RESPONSORIAL: 33
R. / Si afligido invoca al Señor, Él lo escucha.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 3,31-36


“EL PADRE AMA AL HIJO Y TODO LO HA PUESTO EN SU MANO”

"El que viene de arriba está sobre todos. El que es de la tierra es terrenal, y habla de las cosas de la tierra. Pero el que viene del cielo está sobre todos, y da testimonio de lo que ha visto y oído; pero nadie acepta su testimonio. Pero si alguien lo acepta, confirma con ello que Dios dice la verdad; pues el que ha sido enviado por Dios, habla las palabras de Dios, porque Dios da abundantemente su Espíritu. El Padre ama al Hijo, y le ha dado poder sobre todas las cosas. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; pero el que no quiere creer en el Hijo, no tendrá esa vida, sino que recibirá el terrible castigo de Dios."

REFLEXIÓN
No sería fácil para los discípulos de Juan el Bautista entender cuál había sido el papel de su maestro; es de suponer que tanto la predicación del Bautista y su praxis como la de Jesús, suscitó controversias en los inicios del cristianismo; de ahí que todos los evangelistas coincidan en la necesidad de ilustrar de algún modo el papel de Juan, para que, una vez establecido el rol de cada uno, se entendiera a quién había que seguir y posteriormente anunciar: A Jesús.

Cristo nos habla hoy como testigo. Él es el que habla "de lo que ha visto y oído". Su mensaje abre la verdad del cielo para nosotros y para todos los que escuchen la palabra. Y el mensaje es sencillo y a la vez inagotable: es la noticia del amor infinito, incondicional, insondable de Dios. Lo que hagamos después de saber que Dios nos ama así determina nuestro destino en esta tierra y en la eternidad.

Todo esto es importante para nosotros hoy a pesar de que no tenemos ninguna duda sobre quién es el Mesías. Ahí justamente está la dificultad mayor: Sabemos quién es el Mesías, qué y cómo hay que anunciarle, y no lo logramos completamente. El problema tal vez es que “hablamos” de Jesús, pero nos referimos a él basados en el conocimiento racional; sin embargo no lo proyectamos como lo que es: Es el Hijo de Dios vivo.

PARA REFLEXIONAR:

¿Estamos dispuestos a asumir los riesgos que vendrán por ser apóstoles del Señor?

ORACIÓN

Señor Jesús hoy te pedimos que nos llenes de tu Santo Espíritu para poder proclamar tu Palabra con el mismo ardor que tuvieron tus discípulos y para enfrentar todas aquellas dificultades que se nos presentarán en la misión para la cual nos has llamado. Amén.

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