domingo, 1 de septiembre de 2013

Lunes 16 de Septiembre de 2013


”DEL CONOCIMIENTO DE CRISTO BROTA LA LIBERACIÓN”

PRIMERA LECTURA
1TIMOTEO 2,1-8

“Que se hagan oraciones por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven”
Querido hermano: Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
El apóstol Pablo nos llama a orar y a orar en serio. Pablo recomienda a Timoteo y a su comunidad hacer una oración universal: “rogar por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el mundo”, pues “Dios quieren que todos se salven” y lleguen al conocimiento de la verdad. Además hay que pedir el don maravilloso de la paz: “que podamos llevar una vida tranquila y apacible”.
Generalmente nuestra oración se centra en nosotros, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros problemas. Pero debemos que permitir al Espíritu Santo que nos lleve más allá de nuestros límites personales y nos haga orantes universales. Pedir a Dios por los demás, por el mundo, por la Iglesia, es una actitud fundamental de nuestra fe que nos debe caracterizar y nos convierte en intercesores de nuestro hermanos, de nuestra realidad, ante el dueño de la vida.

OREMOS CON EL SALMO 27 Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO

Súplica de uno injustamente perseguido y acción de gracias por la ayuda del Señor.
El cristiano también debe poner  su confianza en el Señor,  quien siempre está cerca de su pueblo  y esta pronto a auxiliarlo.

R. / Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante.

Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santuario. R.

El Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido. R.

El Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
sé su pastor y llévalos siempre. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 7,1-10

“Ni en Israel he encontrado tanta fe”
En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: "Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga." Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace." Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: "Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe." Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Toda la instrucción contenida en el capítulo sexto, Jesús la ofrece de camino, en espacios exteriores y de cara a la realidad que vive la gente que le sigue. Varias actitudes positivas se destacan en el Centurión: ama a la nación y ha construido una sinagoga; una segunda es su humildad. Él se declara indigno de recibir a Jesús bajo su techo, reconoce de esa forma la superioridad de Jesús sobre él, quien también es una persona de autoridad, su reconocimiento del poder de Jesús, al cual considera absoluto y sin límites. El puede mandar con una palabra a la enfermedad y ésta desaparecerá. El centurión reconoce la grandeza de Jesús como persona y reconoce la fuerza dinámica y efectiva de su palabra. Al final del relato Jesús añade otra más: su fe: “Qué grande es tu fe”.

Los emisarios consideran que esas son razones suficientes para que Jesús haga el milagro; Jesús camina con ellos hasta la casa, pues quiere enterarse de la situación que requiere su presencia. El propósito de Jesús al ubicarse en la frontera era comunicar que Dios es Padre de todos; y se concretará en la expresión que nos informa de la tercera característica que tiene el centurión, su fe… Es la fe de un pagano la que Jesús ha suscitado. La condición de extranjero lo hace ajeno a la religión judía, pero, por su misma actitud y expresión, al decir que una sola palabra de Jesús bastaría para lograr la sanación, lo hace merecedor de la gracia de Dios y del elogio del mismo Jesús acerca de su fe.

ORACIÓN
Señor conocerte y experimentar tu amor nos hace personas seguras de ti, de tu acción  que sana, fortalece y anima a que también otros reciban tus bendiciones. Que las Escrituras y la acción del Espíritu Santo permanezcan en nuestra vida para obtener el conocimiento necesario que nos  acerca más a ti, aumenta nuestra fe, la capacidad de amar  y nos hace verdaderamente libres. Amén 


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