“LA PALABRA DE DIOS CONVOCA A LA VIDA”
PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 9, 13-18
“¿Quién comprende lo que Dios
quiere?”
¿Qué hombre conoce
el designio de Dios?
¿Quién comprende lo
que Dios quiere?
Los pensamientos de
los mortales son mezquinos,
y nuestros
razonamientos son falibles;
porque el cuerpo
mortal es lastre del alma,
y la tienda
terrestre abruma la mente que medita.
Apenas conocemos
las cosas terrenas
y con trabajo
encontramos lo que está a mano:
pues, ¿quién
rastreará las cosas del cielo?
¿Quién conocerá tu
designio,
si tú no le das
sabiduría,
enviando tu santo
espíritu desde el cielo?
Sólo así fueron
rectos los caminos de los terrestres,
los hombres
aprendieron lo que te agrada,
y la sabiduría los
salvó. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La primera lectura
de hoy nos invita a apreciar la necesidad de la sabiduría, así como su valor
incomparable. Es tan valiosa que finalmente llegamos a concluir que no la
podemos alcanzar con nuestras solas fuerzas y que sólo podemos poseerla si
llega a nosotros como regalo.
Con una influencia platónica reconocible,
esta primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, expresa una realidad
que todos conocemos: nuestro pensamiento no vuela libre; bien sentimos el peso
de nuestro "cuerpo" y de las cosas "terrenales." Nuestras
reflexiones son inseguras y de hecho, si leemos la historia de la filosofía,
vemos que los grandes pensadores no terminan de ponerse de acuerdo ni siquiera
en los elementos básicos de su reflexión. Esto no significa que todo filosofar
sea perder el tiempo, sino que ese no será el camino que nos lleve a las
respuestas más hondas.
Las respuestas más bien nos van
llegando como un don: Dios se deja conocer, revela su plan, nos habla como
amigo, nos deja sentir su amor. De este modo nuestro pensamiento se habitúa a
su escala, a su estilo, a su manera de obrar. La sabiduría que él nos concede
no es simplemente conocimiento sino camino de vida y fuente de gozo.
OREMOS
CON EL SALMO 89 Y ACERQUÉMONOS A SU
CONTEXTO
Frente al
Dios eterno y trascendente el hombre siente su pequeñez y su fragilidad, más
cuando está agobiado por la calamidad. Siempre, sin embargo, puede esperar su
bondad.
La
pequeñez humana ha sido transformada por la encarnación del Hijo de Dios, quien
asumió nuestra miseria para hacernos participar de la vida divina.
R. / Señor,
tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tú reduces el
hombre a polvo, diciendo:
"Retornad,
hijos de Adán."
Mil años en tu
presencia son un ayer,
que pasó; una vela
nocturna. R.
Los siembras año
por año,
como hierba que se
renueva:
que florece y se
renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R.
Enséñanos a
calcular nuestros años,
para que adquiramos
un corazón sensato.
Vuélvete, Señor,
¿hasta cuándo?
Ten compasión de
tus siervos. R.
Por la mañana
sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida
será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la
bondad del Señor
y haga prósperas
las obras de nuestras manos. R.
SEGUNDA LECTURA
FILEMÓN 9B-10. 12-17
“Recíbelo,
no como esclavo, sino como hermano querido”
Querido
hermano:
Yo, Pablo, anciano y prisionero
por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la
prisión; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo
junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el
Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este
favor, no a la fuerza, sino con libertad.
Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como
esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto
más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano.
Si me consideras
compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Pablo a
la comunidad de Filemón, muestra la postura cristina frente a la esclavitud.
Cuando Pablo estaba preso, un esclavo fugitivo llamado Onésimo
que conoció en la cárcel, se hizo cristiano y le sirvió en la cautividad. Pero,
conforme a la ley romana, un esclavo
fugitivo debía ser devuelto a su legítimo dueño. El dueño era Filemón, miembro
de la iglesia de Colosas. Pablo entonces decide devolverle el esclavo y le
escribe esta carta pidiéndole que le reciba ya
no como esclavo, sino como un
hermano en la fe. Más allá de las leyes romanas y civiles de cualquier cultura
existe una ley más importante, la de la “dignidad humana”, revelada por Cristo
que nos libera y nos hace a todos hermanos.
LECTURA DEL
EVANGELIO
LUCAS 14, 25-33
“El que no renuncia
a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”
En aquel tiempo,
mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: "Si alguno se
viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos,
y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo
mío.
Quien no lleve su
cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de
vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los
gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa
los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran,
diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de
acabar."
¿O qué rey, si va a
dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil
hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el
otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros:
el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío." Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy
prolonga el tema de la sabiduría desde una óptica diferente: lo mismo que el
rey que evalúa si conviene o no entrar en combate, el discípulo de Cristo debe
evaluar con gran sabiduría y ponderación si quiere entrar en la batalla. ¿Cuál
batalla?
No se trata tanto de un combate
exterior cuanto de esa serie de opciones íntimas y de renuncias profundas que
vamos encontrando a medida que todos nuestros afectos y valores se confrontan
con Cristo. Es fácil proclamar que Jesús es el Señor pero para que ello sea una
realidad es preciso que cada cosa y cada persona, cada afecto y cada recuerdo,
cada pensamiento y cada proyecto que tenemos, comparezca ante Jesucristo. A
menudo esto implica renuncias y división interior. La victoria sin embargo es
incomparable: la amistad con Cristo, la paz del corazón, la verdadera e
imperecedera luz.
Pero esto que en el evangelio se
nos propone como exigencias radicales de Jesús hoy no es tanto el comienzo del
camino, sino la meta a la que debemos aspirar, aquello a lo que debemos tender,
si queremos seguir a Jesús. Tal vez no lleguemos nunca a vivir con esa
radicalidad las exigencias de Jesús, pero no debemos renunciar a ello, por más
que nos encontremos a años luz de esa utopía.
ORACIÓN
Señor gracias porque a través de
las Escrituras nos enseñas a ver lo que es la vida, a ser sensatos, a preferir
tus bienes a aquellos que son superfluos, se desgastan y no ayudan en nada a
hacernos mejores personas. Queremos ser tus discípulas(os), queremos adherirnos
a ti para aprender a transmitir y practicar tu mensaje, ayúdanos. Amén.
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