miércoles, 1 de diciembre de 2010

Miércoles 29 de Diciembre de 2010

“AMOR PURO Y GENEROSO”

PRIMERA LECTURA
PRIMERA CARTA SAN JUAN 2,3-11


QUIEN AMA A SU HERMANO PERMANECE EN LA LUZ”


Si obedecemos los mandamientos de Dios, podemos estar seguros de que hemos llegado a conocerlo. Pero si alguno dice: "Yo lo conozco", y no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no hay verdad en él. En cambio, si uno obedece su palabra, en él se ha perfeccionado verdaderamente el amor de Dios, y de ese modo sabemos que estamos unidos a él. El que dice que está unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo. Queridos hermanos, este mandamiento que les escribo no es nuevo: es el mismo que ustedes recibieron desde el principio. Este mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron. Y, sin embargo, esto que les escribo es un mandamiento nuevo, que es verdad tanto en Cristo como en ustedes, porque la oscuridad va pasando y ya brilla la luz verdadera. Si alguno dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que ama a su hermano vive en la luz, y no hay nada que lo haga caer. Pero el que odia a su hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego.

REFLEXIÓN

La Primera Carta de Juan ya tuvo que tratar el tema de la gente que se creía muy iluminada pero que llevaba una vida oscura. Lo básico es que la vida tiene que resplandecer, y que una luz que se queda en el nivel del conocimiento no es luz verdadera.
Juan nos dice dónde está la prueba de la verdadera fe: “en esto sabemos que le conocemos, en que guardamos sus mandamientos”. Y no como los gnósticos de fines del primer siglo, contra los que escribe esta carta, que daban prioridad absoluta al saber (gnosis, conocimiento), y con eso se sentían salvados, sin prestar gran atención a las consecuencias de la vida. No actuaban según ese conocimiento de Dios.
Más en concreto todavía, para Juan la demostración de que hemos dejado la oscuridad y entrado en la luz, es si amamos al hermano. Es la consecuencia de haber conocido el misterio del amor de Dios en esta Navidad: también nosotros tenemos que imitar su gran mandamiento, que es el amor. La teoría es fácil. La práctica no lo es tanto y las dos deben ir juntas.

SALMO RESPONSORIAL: 95
R: Alégrese el cielo, goce la tierra.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 2, 22-35

“MIS OJOS HAN VISTO TU SALVACIÓN”

Cuando se cumplieron los días en que ellos debían purificarse según la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentárselo al Señor. Lo hicieron así porque en la ley del Señor está escrito: "Todo primer hijo varón será consagrado al Señor. Fueron, pues, a ofrecer en sacrificio lo que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones de paloma.
En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Era un hombre justo y piadoso, que esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón, y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor enviaría. Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo; y cuando los padres del niño Jesús lo llevaron también a él, para cumplir con lo que la ley ordenaba, Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, tu promesa está cumplida: puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque ya he visto la salvación que has comenzado a realizar a la vista de todos los pueblos, la luz que alumbrará a las naciones y que será la gloria de tu pueblo Israel."
El padre y la madre de Jesús se quedaron admirados al oir lo que Simeón decía del niño. Entonces Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús:
--Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. Él será una señal que muchos rechazarán, a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma.

REFLEXIÓN:

En tiempos de Jesús era costumbre presentar al niño ante el Señor en el Templo de Jerusalén y ofrecer un sacrificio de purificación por él. Los pudientes sacrificaban un ternero, otros un cordero, y los más pobres un par de tórtolas. Lo que significa que José y María eran pobres, recalcándose así, nuevamente, el origen humilde de Jesús. Este niño es el que despierta el canto del viejo Simeón. Quien reconoce al Mesías es una persona pobre, en este caso un anciano. Al final se termina poniendo de manifiesto el destino de Jesús como signo de contradicción; y María también sufrirá por su hijo, compartirá el dolor de aquél que morirá en defensa de la vida. Muchos tienen el deseo de recibir al Salvador, el que traerá la justicia. Creer en un Dios hecho niño y pobre nos encara con un compromiso inaplazable por la justicia y la solidaridad. Debemos ver a Dios en lo pequeño, en los despreciados por la sociedad, en los pobres que claman justicia y dignidad. Hoy son nuestros pueblos los que escuchan y buscan la liberación de tantas situaciones infrahumanas. Recibamos al niño Jesús en el rostro de los necesitados de nuestra sociedad.

PARA REFLEXIONAR:

1. ¿A partir de mi experiencia en esta Navidad, me comprometo a vivir el mandamiento del amor para con mi hermano?
2. ¿Que actitudes debe tomar aquel que ha conocido a Dios?

ORACIÓN

Señor, gracias por sacarnos de las tinieblas y llevarnos a un camino de luz y esperanza, ayúdanos a ser luz para otros a través de nuestro testimonio de entrega y amor generoso. Amén.


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