miércoles, 1 de diciembre de 2010

Domingo 26 de diciembre de 2010


“OBEDECER ATRAE BENDICIÓN”

En medio del tiempo de Navidad -este año concretamente en el mismo día siguiente- la Iglesia fija nuestra atención en una realidad muy humana de la vida de Jesús: “LA FAMILIA”, recordemos el estilo de la familia de Nazareth, como todo ser humano Él contó con una familia que lo crió. Tuvo un padre y una madre humanos, un ambiente vital en el que se levantó hasta llegar a ser un adulto, que lo modeló y preparó para realizar su misión.

PRIMERA LECTURA
ECLESIÁSTICO 3,2-6.12-14

“EL QUE TEME AL SEÑOR HONRA A SUS PADRES”


El Señor quiere que el padre sea honrado por sus hijos, y que la autoridad de la madre sea respetada por ellos. El que respeta a su padre alcanza el perdón de sus pecados, y el que honra a su madre reúne una gran riqueza. El que respeta a su padre recibirá alegría de sus propios hijos; cuando ore, el Señor lo escuchará. El que honra a su padre tendrá larga vida; el que respeta a su madre será premiado por el Señor. Hijo mío honra a tu padre y a tu madre con obras y palabras, y así recibirás toda clase de bendiciones.
Hijo mío, empéñate en honrar a tu padre; no lo abandones mientras tengas vida. Aunque su inteligencia se debilite, sé comprensivo con él; no lo avergüences mientras viva. Socorrer al padre es algo que no se olvidará; será como ofrecer sacrificio por los pecados.

REFLEXIÓN

La primera lectura nos habla de como en una familia creyente ha de haber autoridad, respeto, honor y servicio, para que la gloria y al bendición de Dios se manifiesten en abundancia. El padre y la madre tienen autoridad porque son los jefes de la familia y los creadores mismos de la vida y el amor entre todos. Por eso, los hijos han de manifestarles honor y obediencia, respeto y servicio.
Cuántas de nuestras familias han perdido la autoridad y viven en una falsa democracia familiar. No hay respeto, no hay orden, no hay autoridad. No hay generosidad en la entrega y el servicio. Cada quien hace lo que quiere y es imposible recuperar los valores propios de una familia en unidad y amor.

SALMO RESPONSORIAL: 127
R: Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

SEGUNDA LECTURA
COLOSENSES 3,12-21

LA VIDA DE FAMILIA VIVIDA EN EL SEÑOR”

Dios los ama a ustedes y los ha escogido para que pertenezcan al pueblo santo. Revístanse de sentimientos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Sobre todo revístanse de amor, que es el lazo de la perfecta unión. Y que la paz de Cristo reine en sus corazones, porque con este propósito los llamó Dios a formar un solo cuerpo. Y sean agradecidos.
Que el mensaje de Cristo permanezca siempre en ustedes con todas sus riquezas. Instrúyanse y amonéstense unos a otros con toda sabiduría. Con corazón agradecido canten a Dios salmos, himnos y cantos espirituales. Y todo lo que hagan o digan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.
Esposas, sométanse a sus esposos, pues este es su deber como creyentes en el Señor. Esposos, amen a sus esposas y no las traten con aspereza.
Hijos, obedezcan en todo a sus padres, porque esto agrada al Señor. Padres, no hagan enojar a sus hijos, para que no se desanimen.

REFLEXIÓN

Este pasaje es una invitación a la vida de amor en el seno de una comunidad cristiana. Si Dios nos amó y nos perdonó en Jesucristo, también nosotros debemos amarnos y perdonarnos los unos a los otros. La Iglesia es como una gran familia que vive en la presencia del padre Dios con los sentimientos tan elevados y nobles que San Pablo enumera en su carta: misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión, perdón mutuo, paz... Se nos llega a decir que somos un solo cuerpo y que Cristo es como el árbitro en nuestro corazón. Cuando estos valores se conquistan con esfuerzo y se viven como regalo de Dios, nuestras familias serán capaces de abrirse a la Palabra y celebrar con gozo la Eucaristía.
La familia cristiana no debe ser como cualquier familia, debe vivir abierta a la comunidad entera, de suyo debe ser como una especie de “iglesia doméstica” que se integra a la gran Iglesia constituyendo uno de sus pilares fundamentales. Las relaciones entre los esposos cristianos no deben estar regidas por un simple contrato civil de matrimonio, entre ellos se realiza el misterio del amor de Dios y, junto con sus hijos, deben vivir los mismos ideales que san Pablo traza para la Iglesia entera.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 2, 13-15.19-23

“LA SAGRADA FAMILIA , UN MODELO A SEGUIR”

Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo."
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y salió con ellos de noche camino de Egipto, donde estuvieron hasta que murió Herodes. Esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: "De Egipto llamé a mi Hijo."
Pero después que murió Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, en Egipto, y le dijo: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y regresa a Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño."
Entonces José se levantó y llevó al niño y a su madre a Israel. Pero cuando supo que Arquelao estaba gobernando en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá; y habiendo sido advertido en sueños por Dios, se dirigió a la región de Galilea. Al llegar, se fue a vivir al pueblo de Nazaret. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijeron los profetas: que Jesús sería llamado nazareno.

REFLEXIÓN:

En el evangelio de San Mateo se nos presenta un momento concreto de la vida de la sagrada familia: el de su huida a Egipto para evitar la persecución desatada por Herodes. ¿Acaso no debemos admirar la valentía, la solicitud y la prudencia con que José cumple las instrucciones del ángel, y la docilidad de María? ¿Acaso no es el pasaje un ejemplo de la providencia paternal de Dios sobre estos humildes esposos, a los cuales ha confiado los primeros pasos de su enviado? José buscó para los suyos, siguiendo las inspiraciones divinas, un lugar tranquilo y seguro, en donde pudieran vivir honestamente, dedicados a sus humildes oficios, en la paz doméstica. Por todo esto la Iglesia propone a las familias cristianas este ejemplo: el de la sagrada familia de Nazaret, en la que seguramente se daban las virtudes de que se nos habla en las dos primeras lecturas.
Mirando un poco más allá del cuadro idílico de la casa de Nazaret, podemos hacernos esta reflexión: la familia no fue para Jesús un obstáculo a la hora de emprender su tarea salvadora. Seguramente María sintió la separación de su hijo. Como toda madre hubiera querido retenerlo junto a la seguridad de su amor. Pero, como toda madre consciente, comprendió que su hijo debía ser él mismo, debía encontrar el sentido y la meta de su existencia, y a este deber ella se plegó humilde y amorosamente, ella que sabía de escuchar la Palabra y acogerla en el corazón.

El Evangelio de hoy también pinta con suficiente sencillez y claridad el drama del Jesús niño, como un migrante forzoso más sobre esta tierra. Como aquellos pequeños de África o de Asia, de Colombia o de Bolivia, que son arrancados de su suelo y deben partir a prisa, sin entender nada, hacia tierras desconocidas. Las causas pueden ser naturales, como la falta de lluvias, o humanas, como la violencia. No podemos separar el destino de Cristo del de tantos desplazados que pasan necesidad lejos de su lugar de sustento.
Estos desplazamientos suelen destruir las familias, desmembrarlas, someterlas a tensiones extremas que terminan por reventar los lazos del amor, la fidelidad y la confianza. Cuando pensamos en la situación de los migrantes o de los desplazados por la violencia es fácil caer en cuenta de sus duras condiciones de escasez, junto a eso está aconteciendo siempre un dolor emocional que no es menor. Consuela mucho saber que el momento de penuria que vivió la Sagrada Familia no la destruyó sino que la unió más en el amor mutuo y en la absoluta confianza en Dios.

PARA REFLEXIONAR:

1. ¿Qué valores poseemos y vivimos en nuestra familia? ¿Qué espera más de mi, mi familia?
2. ¿Somos agradecidos por ella, luchamos por fortalecerla y defenderla?
3. ¿Estamos haciendo de nuestra familia una escuela de santidad y de fe?

ORACIÓN

Señor y Dios nuestro que nos diste a tu Hijo para que tomase sobre sí nuestra naturaleza y naciese en una familia. Concédenos la gracia de vivir en nuestras familias los valores que vivía la familia de Nazareth de fe, amor, fortaleza, esperanza, unidad y paz. Te pedimos hoy que tu palabra se haga hoy vida en nosotros en nuestro rol de padres, esposos e hijos, guíanos Señor para hacerlo y construir una realidad diferente. Amén.

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