“LA FE EN DIOS IMPREGNA TODO EL SER”
PRIMERA LECTURA
ROMANOS 4,20-25
“La promesa también será
para nosotros, si creemos en Él”
No dudó ni desconfió de
la promesa de Dios, sino que tuvo una fe más fuerte. Alabó a Dios, plenamente
convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete. Por eso, Dios
le tuvo esto en cuenta y lo reconoció como justo.
Y esto de que Dios se lo
tuvo en cuenta, no se escribió solamente de Abraham; se escribió también de
nosotros. Pues Dios también nos tiene en cuenta la fe, si creemos en aquel que
resucitó a Jesús, nuestro Señor, que fue entregado a la muerte por nuestros
pecados y resucitado para hacernos justos. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Si estudiamos en San
Pablo cuál es la grandeza de la fe y cuáles son sus principales cualidades,
descubrimos que hay algo básico, y es la resolución de no apoyarse uno en sí
mismo sino en Aquel en quien de veras cree.
El ejemplo de Abrahán es
elocuente. Puede decirse que tenía todo en contra: la edad, la falta de vigor,
la esterilidad de la esposa. Pero no dudó, no tuvo desconfianza. Aprovechó su
misma debilidad para apoyarse por completo en el que no es débil, es decir, en
Dios, nuestro Señor.
Ese género de fe produce
resultados. El gran resultado para Abrahán fue, en primer lugar el hijo de la
promesa, Isaac, pero si lo pensamos mejor, los resultados de la maravillosa fe
de Abrahán están todavía produciéndose, porque todos nosotros, los que le
llamamos "nuestro padre en la fe", de algún modo hemos nacido y
seguimos naciendo de la inmensa fe que Dios le concedió a este hombre.
Necesitamos una fe así,
robusta, generosa y volcada hacia Dios, para recibir en plenitud las promesas
divinas. Ya en Cristo está todo "dado" pero para que todo sea ahora
"recibido" necesitamos ejercer fe, desprendiéndonos de nuestros
méritos pasados o pecados pasados y fiándonos por entero del que es bueno,
compasivo, sabio y poderoso.
SALMO RESPONSORIAL:
LUCAS 1,69-75
R./ Bendito sea el
Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
Nos ha suscitado una fuerza de
salvación
en la casa de David, su siervo
según lo había predicho desde
antiguo
por boca de sus santos profetas. R.
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza. R.
Y el juramento que juró a nuestro
padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de
temor,
arrancados de la mano de los
enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros
días. R.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 12,13-21
"Lo que has
acumulado ¿De quién será?
Uno de entre la gente le
dijo a Jesús:
--Maestro, dile a mi
hermano que me dé mi parte de la herencia.
Y Jesús le contestó:
--Amigo, ¿quién me ha
puesto sobre ustedes como juez o partidor?
También dijo:
--Cuídense ustedes de
toda avaricia; porque la vida no depende del poseer muchas cosas.
Entonces les contó esta
parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El
rico se puso a pensar: '¿Qué haré? No tengo dónde guardar mi cosecha.' Y se
dijo: 'Ya sé lo que voy a hacer. Derribaré mis graneros y levantaré otros más
grandes, para guardar en ellos toda mi cosecha y todo lo que tengo. Luego me
diré: Amigo, tienes muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come,
bebe, goza de la vida.' Pero Dios le dijo: 'Necio, esta misma noche perderás la
vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será?' Así le pasa al hombre que
amontona riquezas para sí mismo, pero es pobre delante de Dios." Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
¡Qué fácil resulta para
muchas personas buscar inútilmente en los bienes materiales la felicidad, el
bienestar, el progreso social, económico y político! Y muchos se desviven más
allá de lo razonable en acumular, pensando que en ello está el verdadero
sentido de la vida. Sin embargo, la auténtica felicidad la tenemos al alcance
de la mano: basta tener suma confianza en Dios y dejarnos guiar por sus manos.
La búsqueda del Reinado
de Dios debiera ser el tema central de nuestro quehacer diario. Habríamos de
tener en cuenta que más importante que acumular riquezas materiales es atesorar
riquezas espirituales que Dios nos pone al alcance de la mano: bondad, perdón,
reconciliación, amistad, alegría de vivir, visión optimista de la vida, y el
amor, que nos permitirán luchar contra la ambición y avaricia humanas, que nos
alejan de Dios.
Debemos aprender a gozar
del valor principal de toda la humanidad: el don de la vida que, al final, es
la mayor riqueza que podemos obtener. Confiando en Dios, seremos capaces de ir
aumentando esa riqueza, viviendo en paz y en armonía con nosotros mismos y con
los demás.
ORACIÓN
La fe puesta en Ti, a
través de la oración hoy impregna todo nuestro ser de esperanza, ánimo,
motivación, fortaleza, paz y alegría. Tú Señor Jesús, eres nuestra riqueza, en Ti
está todo el sentido y valor de nuestra vida. Nada ni nadie podrá quitarnos la
bendición de tu presencia. Nuestra vida
te pertenece y cada mañana renovamos nuestro amor y entrega por Ti. Ayúdanos a permanecer
fieles a tu palabra, acércanos a tu corazón y no dejes que nos apartemos de tu presencia. Amén
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