martes, 1 de octubre de 2013

Viernes 25 de octubre de 2013


“FIRMES Y DECIDIDOS A VIVIR EN SANTIDAD EN MEDIO DEL MUNDO”

PRIMERA LECTURA
ROMANOS 7,18-25

“El bien que quiero hacer no lo hago”

Porque yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer. Ahora bien, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer el bien, solamente encuentro el mal a mi alcance. En mi interior me gusta la ley de Dios, pero veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado, que está en mí y que me tiene preso.
¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo? Solamente Dios, a quien doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo. En conclusión: yo entiendo que debo someterme a la ley de Dios, pero en mi debilidad estoy sometido a la ley del pecado. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En la primera lectura damos un paso más en la enseñanza de Pablo acerca de a condición de todo cristiano bautizado. Por el Bautismo hemos sido introducidos en la esfera de Cristo, lo cual supone ser libres de pecado. Pero ahora de una manera más realista veamos que las cosas no son tan simples. La lucha interior continúa: “El bien que quiero hacer no lo hago y el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago.” Es como un análisis psicológico de la propia existencia. Pero ¿Quién me librará de este ser mío presa de la muerte?. La respuesta es clara y contundente: “Dios, por medio de Jesucristo”. Sus solas fuerzas no bastan para liberarse del pecado. Se necesita de la gracia de Dios.

La experiencia de Pablo es como la radiografía de nuestra propia veda como discípulos de Cristo. Tenemos claro en nuestra mente que es lo que debemos hacer para agradar a Dios: Darle el primer lugar en nuestra vida, amar a los hermanos, vivir en esperanza, dominar nuestros bajos instintos… Pero, cuando somos puestos a prueba, tendemos a elegir el camino más fácil, que casi siempre se opone a la voluntad de Dios. Sentimos en nosotros esa doble fuerza de que habla Pablo: la ley del pecado, que contrarresta la atracción de la ley de la gracia. Por eso, debemos orar continuamente y elevar al Padre un grito de confianza. “soy débil Señor, y el mal habita en mí, pero si me concedes tu gracia por medio de Cristo Jesús, podré salir vencedor”.

SALMO RESPONSORIAL: 118
R./ Instrúyeme, Señor, en tus leyes.

Enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos. R.

Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes. R.

Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo. R.

Cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R.

Jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida. R.

Soy tuyo, sálvame,
Que yo consulto tus leyes. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Presenta la excelencia de la Ley de Dios, entendida como la manifestación de la voluntad de Dios para el hombre. Su cumplimiento le asegura el bienestar y la dicha. La urgencia de  cumplir siempre la voluntad  de Dios nace da la misma fe. Para nosotros se trata de “la ley perfecta del amor” que se encuentra en el Evangelio y se encarna en el seguimiento de Cristo.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 12, 54-59

“¿Cómo no saben interpretar el tiempo presente?”

Jesús también dijo a la gente: "Cuando ustedes ven que las nubes se levantan por occidente, dicen que va a llover, y así sucede. Y cuando el viento sopla del sur, dicen que va a hacer calor, y lo hace. ¡Hipócritas! Si saben interpretar tan bien el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es que no saben interpretar el tiempo en que viven?
Ponerse en paz con el enemigo
"¿Por qué no juzgas por ti mismo lo que es justo? Si alguien te demanda y vas con él a presentarte a la autoridad, procura llegar a un acuerdo mientras aún estés a tiempo, para que no te lleve ante el juez; porque si no, el juez te entregará a los guardias, y los guardias te meterán en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo."  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En muchas partes del Evangelio, Jesús reprende duramente a quienes le escuchan, por su falta de fe, su falta de confianza, por no darse cuenta de su presencia divina; y utiliza contra ellos palabras duras e hirientes, que producen escozor y rabia. Ellos esperarían otra cosa de ese hombre que habla de tantas cosas hermosas y que las habla con autoridad. Para la generación de Jesús, lo importante es buscar el bienestar material, el cumplir literalmente la Ley, pero sin tener presente a Dios. Se realizan acciones por cumplir, no porque sean necesarias para la salvación, ni menos para ir construyendo el Reinado de Dios.
Y por eso Jesús los critica duramente, les reprocha el que saben ver los signos y señales que se producen tanto en el cielo como en la tierra, pero no son capaces de ver los signos que él les muestra a través de sus palabras y de su actuar, que va mucho más allá de un simple cumplimiento de la Ley. Para Jesús, la vida debe ir más allá de sus propios afanes. Hay que experimentar en ella la presencia del Reinado de Dios.

ORACIÓN

Señor Jesús, seguirte, a veces no es fácil; exige compromiso y lealtad  para poder asumir nuestra  vida con responsabilidad, tu discipulado nos reta a renunciar a nuestras  comodidades y desinstalarnos de nuestros  propios caprichos. Hoy te pedimos, Buen Señor, que no dejes que nuestro  corazón se enfríe y se aleje de Ti, queremos seguir buscando tu rostro, tu presencia, queremos seguir anhelando tu Reino de justicia, paz y amor. Y en el encontrar hoy  descanso para nuestra vida.  

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