martes, 1 de octubre de 2013

Miércoles 30 de octubre 2013


“LA LIBERACIÓN OBRA EN QUIEN SE ABRE AL ESPÍRITU”


PRIMERA LECTURA
ROMANOS 8,26-30

 “A los que aman a dios, todo les sirve para el bien”

De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo santo.
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito. A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos. Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria.

REFLEXIÓN
En la primera lectura, Pablo parece afirmar con suficiente claridad que el universo físico no se limitará a ser simple espectador de la salvación y de la gloria del hombre redimido, sino que también las compartirá. Esto es algo que Pablo supone entre el universo y los creyentes. Si el ser humano ha superado en Cristo el destino de maldición y de muerte, el resto de la creación también lo superará. El proyecto salvador de Dios está abierto a todo el que quiera recibirlo, y se trata de un don gratuito.

SALMO RESPONSORIAL: 12
R./ Confío, Señor, en tu misericordia.

Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos
para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: "Le he podido",
ni se alegre mi adversario de mi fracaso. R.

Porque yo confío en tu misericordia:
alegra mi corazón con tu auxilio,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
 La confianza en el amor de Dios es el centro de la espiritualidad de los salmos. Los cristianos deben repetir con Pablo: “Tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo futuro, ningún poder creado, ni lo más profundo,  ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom. 8,8-39)


LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 13, 22-30


“Vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa”

En su camino a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. Uno le preguntó: --Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Y él contestó:
Procuren entrar por la puerta angosta; porque les digo que muchos querrán entrar, y no podrán. Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, ustedes, los que están afuera, llamarán y dirán: 'Señor, ábrenos.' Pero él les contestará: 'No sé de dónde son ustedes.' Entonces comenzarán ustedes a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras calles.' Pero él les contestará: 'No sé de dónde son ustedes. ¡Apártense de mí, malhechores!' Entonces vendrán el llanto y la desesperación, al ver que Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas están en el reino de Dios, y que ustedes son echados fuera. Porque va a venir gente del norte y del sur, del este y del oeste, para sentarse a comer en el reino de Dios. Entonces algunos de los que ahora son los últimos serán los primeros, y algunos que ahora son los primeros serán los últimos. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Las palabras de Jesús sobre la entrada en el Reino explican claramente la dificultad y las exigencias del seguimiento; éstas son amenazantes para la mayoría de los judíos, que serán lanzados fuera; mientras que vendrán de todas partes, hombres y mujeres, a formar parte de ese Reino. La puerta angosta, no describe el resultado que tendrá el juicio, sino que es más bien una expresión de lo que exige la entrada: el esfuerzo. Lucas lo describe muy bien cuando dice que consiste en seguir a Jesús, escuchar sus palabras y actuar en consecuencia, poniendo en práctica la justicia y el amor.
La entrada en el Reino de Dios sigue siendo el horizonte de la reflexión e Jesús. Hay varios símbolos importantes para comprender el mensaje el evangelio de hoy:  La puerta estrecha, la casa abierta y la mesa del Reino. Por eso lo decíamos antes Jesús nos invita a entrar en su proyecto de vida que significa compromiso, entrega, servicio y fidelidad, actitudes que eran difíciles y lo siguen siendo para muchas personas de todos los tiempos. Recordamos que la casa era un lugar muy querido para las primeras comunidades cristianas donde se reunían a compartir la vida, la fe y la comida. La novedad del cristianismo  nació y se desarrolló en las pequeñas comunidades de las casas, donde estaba vivo el espíritu de Jesús resucitado y hacía posible mantener despierto un encanto muy atractivo por traspasar la puerta  y sentirse en el seno de la comunidad fraterna y solidaria. La mesa del Reino simboliza la comunión y la universalidad del proyecto de Jesús, es decir, el ecumenismo, representado en los cuatro puntos cardinales. Por tanto se trata de un llamado a ser consecuentes con la enseñanza que recibimos de Jesús a comprometeros desde lo que somos, y tenemos a vivir los valores del Evangelio.       

ORACIÓN

Amado Padre, gracias porque has obrado en mí tu Espíritu de salvación, ayúdame ahora a reconocer el valor de servir y el amor misericordioso, dar la vida por  los demás. No permitas que busque  mis propios intereses egoistas. Guarda mi vida  de todo aquello que me separe de tu amor y bendición; haz que mi corazón no se endurezca ni sea insensible. Que cada día pueda sentir como tu amor me transforma, sana y restaura. Amén. 

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