viernes, 1 de marzo de 2013

Domingo 31 de Marzo de 2013


 Domingo de pascua

“JESÚS VIVE EN QUIENES DAN TESTIMONIO DE ÉL”

PRIMERA LECTURA
HECHOS DE LOS APÓSTOLES 10, 34a. 37-43

“Hemos comido y bebido con él después de su resurrección”

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.

Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados."  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Los Hechos de los Apóstoles reflejan el esfuerzo de las primeras comunidades por presentar el ministerio de Jesús en forma sencilla y atractiva. El texto que hoy leemos es una especie de anuncio fundamental,, llamado también "Kerigma" Se narran los antecedentes de la misión de Jesús y el significado de su acción para los pobres. Luego se hace un gran énfasis en la labor de la comunidad como testigo de su resurrección.

La comunidad cristiana siempre estuvo interesada en comunicar el significado y valor de la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret y no sólo en narrar el acontecimiento como tal. Toda la vida de Jesús ha sido concentrada en esta predicación que está destinada a mostrar a los nuevos discípulos cómo la acción del Maestro de Galilea perdura en la obra de la comunidad.

El discurso de Pedro conserva el recuerdo fiel de lo que ellos, los apóstoles, predicaban después de la resurrección de Jesús. Es el llamado «Kerygma» o proclamación solemne del centro de la fe cristiana, destinada a los judíos y a los paganos, invitándolos a creer en Jesucristo, a confiarse en Él y a incorporarse a su Iglesia. No se trata de una ideología, ni de un código moral. Se trata del anuncio de los acontecimientos que acabamos de celebrar en la Semana Santa: la vida de Jesús de Nazaret, vivida en Galilea, al norte del país de los judíos, hasta Jerusalén, la capital. Su predicación y sus milagros como signos de la misericordia de Dios. Su muerte en la cruz y su resurrección, de la cual los apóstoles han sido fieles testigos. A sus oyentes, y a nosotros hoy, Pedro exhorta a creer en Jesucristo para obtener la salvación. Este es el contenido fundamental de nuestra fe, que todos debemos testimoniar gozosamente con nuestra vida y con nuestras palabras. Porque son hechos salvadores, liberadores, por los cuales Dios se nos entrega como Padre, perdonando nuestros pecados y dándole sentido a nuestra vida.

SALMO RESPONSORIAL: 117
R./ Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.

SEGUNDA LECTURA
COLOSENSES 3, 1-4

“Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo”

Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La carta a los Colosenses, nos invita a radicalizar nuestro estilo de vida cristiano. La invitación a buscar los bienes «de arriba» no es ha evadir nuestras responsabilidades en el presente, sino, por el contrario, una invitación a enfrentarlas desde la perspectiva y los valores de Jesús. Los valores de ‘arriba’, del "cielo", son los valores que en su vida histórica proclamó y vivió el resucitado: el amor para todos, la justicia y la solidaridad. Los valores que nos conducen hacia él, hacia su experiencia de resurrección. Los valores del «mundo» son aquellos modos de vida que predominan en los sistemas que imponen el egoísmo, el individualismo y la acumulación de bienes y riquezas materiales, modos de vida que son incompatibles con el evangelio, con el Reino de Dios.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20, 1-9

“Él había de resucitar de entre los muertos”

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto."

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Juan nos habla hoy precisamente de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulas y discípulos no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. María Magdalena comprende perfectamente este acontecimiento y, en lo profundo de su corazón, experimenta una alegría desbordante cuando descubre que el lugar para buscar a su Señor ya no es el cementerio.

Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores.

El evangelio concluye con la frase: «hasta entonces no habían comprendido la Escritura», para mostrarnos cómo la comunidad de creyentes debió recorrer un largo camino antes de comprender el significado y el alcance histórico de la resurrección de Jesús. Mientras ellos y ellas aún lloraban de dolor por la ausencia del Maestro, él ya estaba animando la vida de la comunidad, en la vida comunitaria y en la solidaridad con los más pobres.
El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.

ORACIÓN
Señor no queremos  quedarnos mirando para el cielo, al comprender que eres el camino que nos dio libertad, amamos cada día nuestra cruz, cada paso que des queremos dar, fijando  nuestros ojos y confiando solo en ti. Eres el camino que nos llevó a encontrar tu hermosa paz . Ayúdanos, a no defraudarte a no volver a caer para poder  dar verdadero testimonio como discípulas(os) y misioneras(os) tuyas(os). Henos aquí que podamos ir a cualquier lugar donde nos envíes para ser pescadores(as) de aquellos que no han logrado descubrir el sentido de tu Ser y de tu Maravilloso proyecto espiritual,  humano, comunitario y social.  Oramos por ellos y nos ponemos en marcha. Amén.

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