viernes, 1 de marzo de 2013

Lunes 18 de Marzo de 2013


Lunes 5ª semana de Cuaresma

“LA VERACIDAD DE UN TESTIMONIO SALVA LA VIDA DE LOS INOCENTES”

PRIMERA LECTURA
DANIEL 13,1-9.15-17.19-30.33-62

“Ahora tengo que morir, siendo inocente”

En aquellos días, [vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella y religiosa. Sus padres eran honrados y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un parque junto a su casa; como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí. Aquel año fueron designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo: "En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por guías del pueblo." Solían ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos. A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el parque de su marido. Los dos ancianos la veían a diario, cuando salía a pasear en el parque, y se enamoraron de ella. Pervirtieron su corazón y desviaron los ojos, para no mirar a Dios ni acordarse de sus justas leyes.

Un día, mientras acechaban ellos el momento oportuno, salió ella como de ordinario, sola con dos criadas, y tuvo ganas de bañarse en el parque, porque hacía mucho calor. Y no había nadie allí, fuera de los dos ancianos escondidos y acechándola. Susana dijo a las criadas: "Traedme el perfume y las cremas y cerrad la puerta del parque mientras me baño." Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella y le dijeron: "Las puertas del parque están cerradas, nadie nos ve, y nosotros estamos enamorados de ti; consiente y acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas." Susana lanzó un gemido y dijo: "No tengo salida: si hago eso, seré rea de muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Pero prefiero no hacerlo y caer en vuestras manos antes que pecar contra Dios." Susana se puso a gritar, y los ancianos, por su parte, se pusieron también a gritar. Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del parque. Al oír los gritos en el parque, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado. Y cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que hablar.

Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos con el propósito criminal de hacer morir a Susana. En presencia del pueblo ordenaron: "Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín." Fueron a buscarla y vino ella con sus padres, hijos y parientes. Toda su familia y cuantos la veían lloraban. Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los ancianos declararon: "Mientras paseábamos nosotros solos por el parque, salió ésta con dos criadas, cerró la puerta del parque y despidió a las criadas. Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros estábamos en un rincón del parque y, al ver aquella maldad, corrimos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros y, abriendo la puerta, salió corriendo. En cambio, a ésta le echamos mano y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso decírnoslo. Damos testimonio de ello." Como eran ancianos del pueblo y jueces,] la asamblea [los creyó y] condenó a muerte a Susana. Ella dijo gritando: "Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí."

El Señor la escuchó. Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios movió con su santa inspiración a un muchacho llamado Daniel; éste dio una gran voz: "¡No soy responsable de ese homicidio!" Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron: "¿Qué pasa, qué estás diciendo?" Él, plantado en medio de ellos, les contestó: "Pero, ¿estáis locos, israelitas? ¿Conque, sin discutir la causa ni apurar los hechos condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque ésos han dado falso testimonio contra ella."

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron: "Ven, siéntate con nosotros y explícate, porque Dios mismo te ha nombrado anciano." Daniel les dijo: "Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar yo." Los apartaron, él llamó a uno y le dijo: "¡Envejecido en años y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: "No matarás al inocente ni al justo." Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados." El respondió: "Debajo de una acacia." Respondió Daniel: "Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios ha recibido la sentencia divina y te va a partir por medio." Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo: "¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?" Él contestó: "Debajo de una encina." Replicó Daniel: "Tu calumnia se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros."

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión. Según la ley de Moisés, les aplicaron la pena que ellos habían tramado contra su prójimo y los ajusticiaron. Aquel día se salvó una vida inocente.  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

La lectura de hoy termina con una hermosa constatación: "aquel día se salvó una vida inocente". Por esta vez, a lo menos, la perversidad no triunfó, y la maldad del malvado recayó sobre su propia cabeza. Dios intervino a través del profeta Daniel para hacer posible que se salvara esa vida. Lo primero, pues, que podemos aprender de esta escena es que ser inocente no siempre implica ser víctima. Ser inocente y buscar la inocencia es en sí mismo una victoria; incluso más: la primera y más radical de las victorias, porque entraña sinceridad, profundidad, durabilidad. De hecho, el que no busca la inocencia jamás se habrá rendido al poder del bien. De otra parte, impresiona el veredicto: el mal cayó sobre el malvado; lo que él quería hacer se lo hicieron. Es algo drástico como remedio pero nos deja ver una verdad muy honda: la primera víctima del mal es el malvado. Y esto es fundamental para entrar en el camino del perdón, del perdón serio. No es posible perdonar al que nos ha hecho daño si no descubrimos en él o ella, antes que un agresor, una víctima, una pobre víctima de un poder que en el fondo lo está usando para su desgracia. Y así resulta que una ley tan dura, como aquello de aplicar al malvado su propia maldad, en realidad nos pone en ruta de compadecernos, entender y perdonar. El Antiguo Testamento lleva al Nuevo.

SALMO RESPONSORIAL: 22
R. / Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan /
todos los días de mi vida, /
 y habitaré en la casa del Señor /
 por años sin término. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 8,12-20
“Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo”
En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
«Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida».
Al oír esto, los fariseos le dijeron:
«Estás dando testimonio de ti mismo; por tanto, tu testimonio no tiene valor».
Jesús les contestó:
«Aunque doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a dónde voy. Ustedes, en cambio, no saben ni de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan con criterios mundanos. Yo no juzgo a nadie, pero si lo hiciera, mi juicio es válido, porque no soy yo sólo el juez, sino que también está conmigo el Padre, que me envió. En su ley está escrito que el testimonio dado por dos testigos es válido. Pues bien: un testigo a mi favor soy yo mismo; pero también da testimonio a mi favor el Padre, que me envió».
Ellos le preguntaron:
«¿Dónde está tu Padre?»
Jesús les contestó:
«Ni me conocen a mí ni conocen a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre».
Jesús dijo esto cuando estaba enseñando en el templo, junto a las alcancías de las ofrendas. Sin embargo, nadie se atrevió a detenerlo, porque aún no había llegado su hora. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El pecado es señal de que caminamos en la oscuridad. Ser cristiano es vivir en la Luz, reconocer que Dios es Luz y que Jesús es la luz de Dios. La Luz siempre traerá conflicto, contradicción, problemas. Por eso, la invitación a vivir una experiencia de Cuaresma es, en definitiva, caminar preparándonos al encuentro de la luz; es caminar hacia Aquel que es la luz verdadera; luz que el sábado de gloria irradiará sobre nosotros sin ocaso, sin fin. Jesús es la luz del mundo. Esta es la gran revelación del Evangelio. En Mateo y en Lucas, se nos dice que las tinieblas y el caos estaban antes de la crucifixión de Jesús. Con la muerte de Jesús la humanidad conoce la nueva luz y llega el fin del imperio de la muerte. – Estamos a las puertas de los días santos, en los que recordamos la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Intentemos vivir estos días con el gozo y la alegría necesarios, pero sobre todo con la preparación debida, para que Jesús alumbre nuestra vida y, desde nuestra vida, llegue la luz a la humanidad. Entonces podremos decir que la Cuaresma ha sido luz para nuestras vidas.

ORACIÓN
Cuando confiamos en Ti y vivimos bajo tu amparo, nos llevas a ser honestos, sinceros y radicales en los principios que nos hacen hijos(as) de Dios, guardándonos también de las acechanzas del enemigo. Gracias porque nos diste este ejemplo y nos enseñaste a levantarnos ante la injusticia y la mentira. Por favor que tu Espíritu Santo nos ayude para que al igual que Tú y Daniel seamos sabios para cubrir y ayudar a nuestro prójimo en peligro y necesidad. Amén.


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