miércoles, 1 de febrero de 2017

SARA Y AGAR


SARA, DE PRINCESA ESTÉRIL A MADRE DE PUEBLOS

Reflexionemos en este mes en torno al discipulado de estas dos mujeres: Sara cuyo nombre en hebreo significa “Señora y princesa”, hace parte de la historia bíblica del clan de Abrahám (Génesis 12,15), que viene en medio de una mezcla de tradiciones y leyendas populares que sirven para destacar a los personajes principales, como los dibujos y a veces florecillas que adornan algunos retratos de los antiguos álbumes familiares. Sumergiéndonos en los orígenes a veces un poco misteriosos del pueblo elegido, el escritor o juglar sagrado, más que los hechos históricos le interesa resaltar la mano divina que va moviendo los hilos de la historia. Pero entre esas florecillas del cielo de los patriarcas, vamos descubriendo las raíces del pueblo de Dios y entre ellas la figura venerable del patriarca Abrahám y a su lado, con nombre de “princesa” y con vocación de reina aparece la señora Sara, la bella y fiel esposa del patriarca. Una mujer influyente y polifacética tan atractiva en su juventud para los caciques de las tribus vecinas, como hermosa más adelante después por las canas y la experiencia de los años, pero siempre vigente como señora ama de casa cuando la hospitalidad requiere sus servicios. Su rostro de noble princesa viene marcado, sin embargo,  por una especie de sonrisa, mezclada de autoridad y señorío y de una frustrada vitalidad (Génesis 17,17;18,12s;21,6s), pues a pesar de la fe de su anciano esposo, a sus noventa años le resulta irónico continuar creyendo en la promesa divina que la transforme en madre de pueblos. Pero ante Dios nada hay imposible, y por obra del capricho divino con Sara comienza una serie de esposas estériles, donde el poder celestial hace brotar hijos como de la hendidura de las rocas (Isaías 51,1s). Por eso  el hijo que nace milagrosamente marchito, más que el retoño de un árbol seco, es el regalo travieso y gracioso de la libertad divina, Isaac termina siendo el hijo de la sonrisa estéril y de la promesa divina (Génesis 18,11s; Gálatas 4,28; Romanos 9,8) un regalo que la noble anciana protegió celosamente frente a posibles rivales sin parar en contemplaciones hasta expulsar a su hijastro Ismael y a la concubina Agar, para salvar la fortuna y la libertad de su adorado Isaac, padre del futuro Israel. Tal vez por ello unos 2000 años más adelante, San Pablo recordara a Sara como la mujer elegida por Dios y como el modelo de una estéril hecha madre para defender la libertad de los hijos de Dios (Gálatas 4,21-31), pues en ella se hizo realidad la bendición del salmista: “Entroniza a la estéril en su casa, madre jubilosa de hijos” (Salmo 113,9)

AGAR, LA ESCLAVA RIVAL DE SU SEÑORA

Agar cuyo nombre en hebreo significa la olvidada. Miremos que en la vida de Abraham encontramos algunas escenas (Génesis 16;21,8-21) tiernas y desgarradoras a la vez que aunque un tanto legendarias, nos ayudan a comprender algunos conflictos de nuestro mundo actual, especialmente en el medio oriente. Agar era una bella esclava egipcia, que Abrahán compró en Menfis para su esposa Sara. Años más tarde, cuando la estéril esposa del patriarca, se puso vieja sin poder realizar la promesa y el oráculo divino que les había prometido una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo, ambos esposos decidieron seguir las costumbres de sus antepasados mesopotámicos, que permitían a una esposa estéril alquilar como madre a la esclava el marido y su fruto se aceptaba como hijo de la verdadera esposa. Fue así como Abrahán tuvo a Ismael (Fundador de la gran cultura islámica o pueblo árabe) de la bella egipcia, quien de esclava pasó a ocupar la condición de concubina. Ismael creció en la paz del hogar patriarcal hasta que comenzaron los roces y se fueron complicando los asuntos familiares. Por una parte, a la esclava se le subieron los humos a la cabeza y comenzó a despreciar a su ama y señora. Y por otra parte, catorce años más tarde la vieja y estéril esposa dio a luz milagrosamente a un hijo que llamó Isaac. De los roces se paso a los celos y la rivalidad entre la joven esclava y la dominante señora. Tanto, que Sara exigió a su esposo la expulsión de la esclava con su hijo, sobre todo al observar que el joven Ismael bromeaba, parece que tenía el sentido bien desarrollado del buen humor, de una manera burlesca con el pequeño Isaac. Entonces, para buscar la armonía del hogar y evitar la división de la herencia, el entristecido Abrahan despidió a la esclava y a su hijo y los abandonó en el desierto con un pan y un odre de agua. Comenzó así la vida errante de Agar e Ismael por las estepas resecas del desierto. Menos mal que la providencia misericordiosa de Dios les guió hacia un oasis del desierto e hizo de ellos el origen de doce tribus nómadas que como lo dijimos anteriormente fueron la raíz del pueblo árabe, rival por siempre hasta hoy del pueblo judío, descendiente de Isaac. Porque, según la tradición islámica, Ismael es el padre genealógico de los árabes y está enterrado junto con su madre Agar precisamente en el mismo lugar donde pudieron saciar la sed ya moribundos, y donde en la actualidad se encuentra el famoso santuario de la “Kaaba” en la meca. Sin embargo resulta paradójico, que para San Pablo,(Gálatas 4,24-31) los judíos orgullosos de su pura sangre abramítica  según la carne, sean espiritualmente los hijos de la esclava Agar, en vez de ser los cristianos que son los hijos de la libre es decir los hijos de Sara y de la promesa divina. 
¿Que nos dirán o nos enseñaran estas dos mujeres a la sociedad pero especialmente a las mujeres de hoy? 

CLAVE DE REFLEXIÓN SOBRE LA MUJER EN ESTE MES: LA DIGNIDAD Y RESPETO

Con un objetivo, ayudado por las mujeres bíblicas que hicimos mención, quisiera propiciar ojalá no solamente una oración, deseo y espiritualidad, sino una decisión por la valoración, dignidad y respeto de la mujer empezando por ella misma. Este tema no solamente es de actualidad, no solo por su contenido, sino como una necesidad profunda, dado el deterioro que presenta hoy la sociedad con sus muchos antivalores que denigran la voluntad de la mujer. Aunque se hable por todos lados de derechos humanos, infelizmente la misma mujer, no siempre, los conoce, no sabe reclamarlos o a veces sus principios o conceptos religiosos no le permiten hacerlo. En ningún momento quisiera sembrar pesimismo sobre este tema; se pretende más bien dar un aporte de motivación que ayude a sembrar esperanza para un nuevo renacer en el quehacer de las mujeres generadoras se vida.
La mujer ha sido llamada a formar parte de la estructura viva y operante de la sociedad y del cristianismo, de modo tan prominente, que dan gran pesar que muchas no haya sido conscientes todavía de las enormes virtudes, con que Dios el creador les ha dotado.  
Quisiera recomendarles ojalá para una próxima vez que podamos compartir la carta apostólica de Juan Pablo II hoy santo:  “Dignidad de la mujer”; que en muchos sectores, no solo en la iglesia sino en movimientos de mujeres se le ha dado una importancia muy particular. Resalta en todo momento la dignidad de la mujer desde la creación: “Hemos de situarnos en el contexto de aquel principio bíblico según el cual la verdad revelada sobre el hombre como imagen y semejanza de Dios constituye la base inmutable de toda antropología cristiana.  Dios que creo al ser humano hombre y mujer en la misma dignidad”.
Hombre y mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios. El libro del Génesis proporciona bases suficientes para reconocer la igualdad esencial entre el hombre y la mujer desde el punto de vista de su humanidad. En el Nuevo Testamento Cristo fue ante sus contemporáneos no solamente el gran liberador sino el promotor de la verdadera dignidad de la mujer. Provocando a veces estupor, incluso llegando al límite del escándalo: “Se sorprendían de que hablara con una mujer” (Juan 4,27).  Quisiera que ojalá en sus pequeñas comunidades leyeran y reflexionarán sobre los siguientes textos bíblicos:
-          Lucas 7,39
-          Mateo 21,31
-          Mateo 19,3-9
Reflexionando desde el pensamiento bíblico,  ¿Podemos descubrir la acción salvadora de Jesús, su justicia, el amor a la verdad, al derecho de la persona como tal, a la dignidad y respeto de la mujer?.
Denunciemos y reprochemos la opresión y las actitudes machistas. Valdría la pena preguntarnos y compartir como se vive hoy la dignidad de la mujer en sus diferentes entornos: En pareja, con los hijos, en lo laboral, en lo político, en el mundo de la academia y de la ciencia y en la iglesia.
¿Qué hacer para que se valore y respete la dignidad de la mujer?  
001pt;text-align: justify;line-height:normal'>Mujer sabia, ¿Quién la hallará?. Es de gran valor. Proverbios 31,10.



Roberto Zamudio 

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