miércoles, 1 de febrero de 2017

Jueves 02 de Febrero de 2017

La Presentación del Señor

“EL DISCÍPULO(A) ES LUZ EN MEDIO DE LAS NACIONES”

PRIMERA LECTURA
MALAQUÍAS 3,1-4

“Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis”

Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos." Palabra de Dios
REFLEXIÓN
Al regresar del destierro el pueblo se encuentra viviendo un culto decadente lleno de desobediencia y pecado; en medio de ellos se alza la voz de Malaquías para anunciar la inutilidad de ese culto (1,18-2,12) y como Dios no recibirá esa ofrenda que se le presenta (2,13). Esta actitud del pueblo apresurará el día final (día que siempre ha sido visto en el contexto profético como de castigo y salvación), en el  cual llegará el Señor Dios quien le dará un sentido nuevo a toda la realidad del pueblo.  El signo que usa es del fuego que acrisola a los hijos y los hará ofrenda aceptable a sus ojos.  Es fuego que los purifica y los lleva a la presencia del Señor.  Nadie puede resistirse a esa presencia.
SALMO RESPONSORIAL 23
R./El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

-¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

-¿Quién es ese Rey de la gloria?
-El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R.

OREMOS CON EL SALMO
Después de enunciar las condiciones morales para que el culto a Dios tenga sentido, se dramatiza la entrada de Dios, Rey de la gloria, en el templo. En la liturgia se aplica este salmo en la entrada de Cristo al santuario celestial, a su glorificación definitiva. De Él también se puede decir que es el Rey de la gloria.

SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 2, 14-18

“Tenía que parecerse en todo a sus hermanos”

Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaba la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella. Palabra del Señor
REFLEXIÓN

En este texto se resalta la estrecha solidaridad que une a Cristo con los hombres, comparte nuestra carne y nuestra sangre, por eso pasa por la muerte  como cada hombre tiene que hacerlo, pero al morir  cambie el sentido de ésta: la convierte en instrumento de redención para los hombres. Tan solidario con nuestro ser de hombres que no nos puede ser extraño verlo llevado por sus padres a cumplir con la tradición judía de la presentación en el templo y en  la consagración al Señor y ofrecimiento del sacrificio.

LECTURA EVANGELIO
LUCAS 2,22-40

“Mis ojos han visto a tu Salvador”

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones." Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. Palabra del Señor
 REFLEXIÓN
El interés de Lucas al relatar la presentación de Jesús en el Templo es expresar la novedad de Dios; es manifestar el profundo significado de la vida y misión de ese pequeño niño. Tal novedad lleva a plenitud las esperanzas mesiánicas de la tradición judía plasmadas en el Antiguo Testamento; por ello Simeón y Ana bendicen y agradecen a Dios, pues han sido testigos de la salvación de Dios a través de la presencia de Jesús; sin embargo, la plenitud de la salvación está mediada por un camino de entrega y sufrimiento, de cruz y de muerte: el camino de la vida de Jesús. La novedad de Jesús como Mesías es presentada por el mismo Simeón, quien, movido por el Espíritu Santo, comprende que dicha salvación rompe los límites del pueblo judío y se extiende por toda la creación, promueve la vida y rescata a todos los seres humanos de la muerte. El cántico de Simeón es sin duda, una oración  litúrgica de la comunidad lucana. Un tema que ha importado mucho en la lectura de este texto es la imagen de “la espada que atravesará el corazón de María”. Para algunos, ésta debe ser entendida desde la situación de dolor que le ocasiona a la madre el rechazo del gran parte del pueblo hacia su hijo, nosotros quisiéramos entenderla desde el propio discipulado que vivirá María y que la llevará a situaciones de dolor e incomprensión.  Ella, la discípula perfecta, vivirá en sí misma las contradicciones que generará su Hijo.

ORACIÓN
Señor hoy te pedimos que tu Santo Espíritu nos guíe para tener ojos atentos para  poder descubrir tu paso, tu presencia, y tu voluntad en la historia de nuestra vida. Amén

“La Luz que ilumina al ser humano nos presenta una nueva vida”

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