La Presentación del Señor
“EL DISCÍPULO(A) ES LUZ EN MEDIO DE LAS NACIONES”
PRIMERA
LECTURA
MALAQUÍAS
3,1-4
“Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros
buscáis”
Así dice el Señor: "Mirad, yo envío a mi
mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el
santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que
vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá
resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un
fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que
refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y
presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la
ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años
antiguos." Palabra
de Dios
REFLEXIÓN
Al regresar del destierro el pueblo se
encuentra viviendo un culto decadente lleno de desobediencia y pecado; en medio
de ellos se alza la voz de Malaquías para anunciar la inutilidad de ese culto
(1,18-2,12) y como Dios no recibirá esa ofrenda que se le presenta (2,13). Esta
actitud del pueblo apresurará el día final (día que siempre ha sido visto en el
contexto profético como de castigo y salvación), en el cual llegará el Señor Dios quien le dará un
sentido nuevo a toda la realidad del pueblo.
El signo que usa es del fuego que acrisola a los hijos y los hará
ofrenda aceptable a sus ojos. Es fuego
que los purifica y los lleva a la presencia del Señor. Nadie puede resistirse a esa presencia.
SALMO
RESPONSORIAL 23
R./El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la
gloria.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
que se
alcen las antiguas compuertas:
va a
entrar el Rey de la gloria. R.
-¿Quién
es ese Rey de la gloria?
-El
Señor, héroe valeroso;
el
Señor, héroe de la guerra. R.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
que se
alcen las antiguas compuertas:
va a
entrar el Rey de la gloria. R.
-¿Quién
es ese Rey de la gloria?
-El
Señor, Dios de los ejércitos.
Él es
el Rey de la gloria. R.
OREMOS
CON EL SALMO
Después
de enunciar las condiciones morales para que el culto a Dios tenga sentido, se
dramatiza la entrada de Dios, Rey de la gloria, en el templo. En la liturgia se
aplica este salmo en la entrada de Cristo al santuario celestial, a su
glorificación definitiva. De Él también se puede decir que es el Rey de la
gloria.
SEGUNDA
LECTURA
HEBREOS
2, 14-18
“Tenía que parecerse en todo a sus hermanos”
Los hijos de una familia son todos de la misma
carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así,
muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y
liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaba la vida entera como
esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles.
Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote
compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo.
Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan
por ella. Palabra
del Señor
REFLEXIÓN
En
este texto se resalta la estrecha solidaridad que une a Cristo con los hombres,
comparte nuestra carne y nuestra sangre, por eso pasa por la muerte como cada hombre tiene que hacerlo, pero al
morir cambie el sentido de ésta: la
convierte en instrumento de redención para los hombres. Tan solidario con
nuestro ser de hombres que no nos puede ser extraño verlo llevado por sus padres
a cumplir con la tradición judía de la presentación en el templo y en la consagración al Señor y ofrecimiento del
sacrificio.
LECTURA
EVANGELIO
LUCAS
2,22-40
“Mis ojos han visto a tu Salvador”
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la
ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al
Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito
varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la
ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones." Vivía entonces en
Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el
consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo
del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus
padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y
bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a
tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has
presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de
tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se
decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira,
éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una
bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti,
una espada te traspasará el alma."
Había también una profetisa, Ana,
hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita
había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se
apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos
los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que
prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El
niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de
Dios lo acompañaba. Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El
interés de Lucas al relatar la presentación de Jesús en el Templo es expresar
la novedad de Dios; es manifestar el profundo significado de la vida y misión
de ese pequeño niño. Tal novedad lleva a plenitud las esperanzas mesiánicas de
la tradición judía plasmadas en el Antiguo Testamento; por ello Simeón y Ana
bendicen y agradecen a Dios, pues han sido testigos de la salvación de Dios a
través de la presencia de Jesús; sin embargo, la plenitud de la salvación está
mediada por un camino de entrega y sufrimiento, de cruz y de muerte: el camino
de la vida de Jesús. La novedad de Jesús como Mesías es presentada por el mismo
Simeón, quien, movido por el Espíritu Santo, comprende que dicha salvación
rompe los límites del pueblo judío y se extiende por toda la creación, promueve
la vida y rescata a todos los seres humanos de la muerte. El cántico de Simeón
es sin duda, una oración litúrgica de la
comunidad lucana. Un tema que ha importado mucho en la lectura de este texto es
la imagen de “la espada que atravesará el corazón de María”. Para algunos, ésta
debe ser entendida desde la situación de dolor que le ocasiona a la madre el
rechazo del gran parte del pueblo hacia su hijo, nosotros quisiéramos
entenderla desde el propio discipulado que vivirá María y que la llevará a
situaciones de dolor e incomprensión.
Ella, la discípula perfecta, vivirá en sí misma las contradicciones que
generará su Hijo.
ORACIÓN
Señor hoy te pedimos que tu Santo
Espíritu nos guíe para tener ojos atentos para poder descubrir tu paso, tu presencia, y tu
voluntad en la historia de nuestra vida. Amén
“La Luz que ilumina al ser humano
nos presenta una nueva vida”
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