miércoles, 1 de febrero de 2017

Domingo 19 de Febrero de 2017


“JESÚS NOS PIDE HACER EL BIEN POR AMOR”

PRIMERA LECTURA
LEVÍTICO 19,1-2.17-18

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

El Señor habló a Moisés: "Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tú hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor." Palabra de Dios
REFLEXIÓN
Todos estamos llamados por Dios a ser santos, a ser perfectos, como el mismo Padre lo es; y el camino para llegar a la plena santidad es el amor: amor a Dios y a los hermanos, amor a los que sufren, amor a sí mismo, a la familia, amor a la naturaleza, al cosmos-caos entero. Las tres  lecturas de hoy podrían considerarse que están centradas en el tema de la «santidad por el amor».
La primera lectura, un fragmento del «código de santidad» del libro del Levítico, presenta una imagen de santidad mediada por la responsabilidad con el prójimo; es decir, que el camino para llegar a Dios y lograr la santidad comienza con el respeto hacia la vida y la dignidad del otro. Este criterio es el centro de la Ley y los Profetas, el eje que determina nuestra verdadera relación con Dios, el elemento fundamental de la fe, ya que a través de la apertura a los demás es como ciertamente somos partícipes de la promesa de salvación dada por Dios a su pueblo.
SALMO RESPONSORIAL 102
R./ El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso,
 así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es una acción de gracias, a través de la alabanza. Se concentra en este verbo (agradecer) repitiéndolo dos veces al principio y tres al final. Comienza con la experiencia personal y se va remontando al recuerdo histórico de Israel en el cual recuerda una experiencia humana, colectiva y universal  que se repite a través de los tiempos, donde se cuenta siempre con el favor de Dios. 

SEGUNDA LECTURA
1CORINTIOS 3,16-23

“Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”

Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él caza a los sabios en su astucia." Y también: "El señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos." Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Pablo, en la primera carta a los Corintios, considera al ser humano como templo de Dios  morada del Espíritu. Con ello está diciendo que cada persona es presencia concreta de Dios en la historia humana. Este templo del cual habla Pablo es la comunidad cristiana de Corinto, en donde la Palabra anunciada ha sido escuchada y ha surtido efecto. La intención, entonces, de Pablo es advertir a sus oyentes de los peligros que acechan ese templo y que amenazan con destruirlo; esos peligros se encarnan en aquellos que pretenden anular el mensaje de Cristo crucificado a través de discursos provenientes de la sabiduría humana, que rechazan la vinculación e identificación de Dios con la debilidad humana y la solidaridad de Dios con los marginados de la sociedad. El mensaje de Pablo es supremamente importante, pues comprende que el verdadero templo en donde habita Dios son las personas, es en la vida de la humanidad, en los hombres y mujeres de todo el mundo, sin distinción de raza, cultura o religión; de esta manera Pablo supera la reducción de la presencia viva de Dios a una construcción, a unas paredes o a un “lugar” específico de culto. Son las personas el lugar verdadero donde debemos dar culto a Dios; son las personas el lugar privilegiado en donde toda nuestra fe se debe expresar, especialmente con aquellos hombres y mujeres, que, siendo santuarios vivos de Dios, han sido profanados por la pobreza, la violencia y la injusticia social.
LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 5,38-48

“Amad a vuestros enemigos”

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas. Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto." Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El elemento fundamental del proyecto cristiano es presentado en esta sección del evangelio de Mateo: el amor. Este amor propuesto por Jesús supera el mandamiento antiguo (Lv 19,18) que permite implícitamente el odio al enemigo. Lo supera porque es un amor que no se limita a un grupo reservado de personas, a los de mi grupo, o los de mi raza, o a mis compatriotas, o a los que me aman, sino que alcanza a los enemigos, a los que parecerían no merecer mi amor, o incluso parecerían merecer mi desamor. Es un amor para todos, un amor universal, expresión propia del amor de Dios que es infinito, que no distingue entre buenos y malos. Ser perfecto, como Dios Padre lo es, significa vivir una experiencia de amor sin límites, es poder construir una sociedad distinta, no fundada en la ley antigua del Talión («ojo por ojo, diente por diente»), sino en la justicia, la misericordia, la solidaridad, enmarcados todos estos valores en el Amor.
Como seres humanos, que somos, no podemos vivir nuestra vida aisladamente, sino que incluso para llegar a ser necesitamos de la convivencia, de la compañía, el diálogo... del otro. No podemos convivir sin alimentar y suavizar continuamente los límites de nuestras relaciones. No hay sociedad humana sin reglas, sin derecho, sin ley, sin normas de convivencia.
En el Antiguo Testamento, la mayor parte de los mandamientos son negativos, marcando lo que no se puede hacer, los límites que no se deben traspasar. En cambio el Evangelio da un salto hacia adelante. Parecería no estar preocupado tanto por los límites cuanto por el «pozo sin fondo» que hay que llenar, la perfección del amor que hay que alcanzar, lo cual no se consigue simplemente evitando el mal, sino acometiendo el bien y sobretodo no cayendo en la “omisión de este bien”.
El evangelio de hoy nos invita a creer que se puede amar con más entrega, con más generosidad, con más radicalidad; con una propuesta de amor a los enemigos, a los que no tendría porque amar, un amor humanamente más inasequible y racionalmente más difícil de realizar, una propuesta dura, difícil, capaz de quebrantar el corazón, una propuesta para llegar a la santidad de Jesús, una propuesta para llegar a ser “perfecto como nuestro Padre en el cielo es perfecto”.

ORACIÓN
Gracias, Señor Jesús porque hoy nos recuerdas, y algunos quizás enseñas por primera vez que la verdadera santidad consiste en hacer del amor una entrega o servicio a los demás. Que por la acción de tu Espíritu Santo seamos llenos en nuestro corazón de tu amor que nos santifica y que nos lanza o empuja a dar la vida por los demás aún siendo generosos con los que no lo merecen y devolviendo bien por mal. Amén. 


“Somos fieles a los preceptos de Dios cuando devolvemos bien por mal”

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