miércoles, 1 de febrero de 2017

Sábado 11 de Febrero de 2017

“¿POR QUÉ TE ESCONDES?”


PRIMERA LECTURA
GÉNESIS 3, 9-24

“El Señor lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo”

El Señor llamó al hombre: "¿Dónde estás?" Él contestó: "Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí." El Señor le replicó: "¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?" Adán respondió: "La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí." El Señor dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?" Ella respondió: "La serpiente me engañó, y comí." El Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón." A la mujer le dijo: "Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará." Al hombre le dijo: "Porque le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí comer, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron; pues eres polvo y al polvo volverás."
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven. El Señor Dios hizo pellizas para el hombre y su mujer, y se las vistió. Y el Señor Dios dijo: "Mirad, el hombre es ya como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal. No vaya a echarle mano al árbol de la vida, coja de él, coma y viva para siempre." Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde lo habían sacado. Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y la espada llameante que se agitaba, para cerrar el camino del árbol de la vida. Palabra de Dios
REFLEXIÓN
Muchas personas creen que en este capítulo tercero del Génesis lo que tenemos es un Dios iracundo, una explosión de ira divina. Como fruto de su disgusto--se piensa--Dios expulsa a Adán y Eva del paraíso: un acto de rabia que tendría mucho de castigo y casi de desquite, como si el Señor dijera: "Ya que ustedes no me hacen caso, ahora yo no voy a dejar que disfruten la vida."
Por supuesto, este no es el mensaje del capítulo tercero del Génesis. En realidad, la expulsión del paraíso es el comienzo de la salvación. Es muy interesante ver como Dios entra en diálogo con Eva, entra en diálogo con Adán, pero no entra en diálogo con la serpiente. La serpiente, a quien el Apocalipsis reconoce como  Satanás, ya, por supuesto, conoce cuál es el poder majestuosos del Creador, y Dios también sabe cuál es el destino que ha escogido ese Demonio, que aparece representado en el texto con la imagen, con la figura de la serpiente.  El diálogo, en cambio, que tiene Dios tanto con Adán como con Eva, es un diálogo que quiere despertar la conciencia, y este es el comienzo de la salvación.
Y luego los trabajos por los que tendrá que pasar el hombre y por los que tendrá que pasar la mujer, son trabajos que indican que la vida se ha vuelto ardua, la vida se ha vuelto difícil, pero en esto hay salvación. Resulta que ese trabajo no es sencillamente el desquite de un Dios iracundo. A través de ese trabajo y a través de lo arduo de la vida, el hombre y la mujer, por supuesto, descubrirán sus propios límites, y quien descubre sus límites se abre, al fin, al Dios ilimitado. Porque uno permanece en el pecado cuando todo parece irle bien, (lo vemos en personas como los narcotraficantes, o los jefes de bandas criminales) mientras el crimen les funciona, avanzan y empeoran y se agrava su propia situación, haciéndole la vida amarga a los demás.  Uno necesita que la vida se vuelva a veces difícil, porque en esa dificultad y en la percepción de nuestros límites estamos prontos a descubrir al Dios que no tiene límites.

SALMO RESPONSORIAL 89
R./ Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Antes que naciesen los montes,
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. R.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: "Retornad, hijos de Adán."
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó,
una vela nocturna. R.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.

OREMOS CON EL SALMO
Frente al Dios eterno y trascendente el ser humano siente su pequeñez y su fragilidad, más cuando está agobiado por la calamidad. Sin embargo, siempre, puede esperar su bondad. La pequeñez humana ha sido transformada por la encarnación del Hijo de Dios, quien asumió nuestra miseria para hacernos participar de la vida divina.     
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 8, 1-10
“La gente comió hasta quedar satisfecha”

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos." Le replicaron sus discípulos: "¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?" Él les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis?" Ellos contestaron: "Siete." Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta. Palabra del Señor

REFLEXIÓN:
Tres días con Jesús indican siempre “tiempos de resurrección” Y la resurrección es ante todo el triunfo de la vida sobre todo aquello que la amenace de muerte. La compasión y la solidaridad son un signo de esperanza ante un pueblo hambriento y sediento. Los discípulos no toman la iniciativa, por el contrario, dudan de cualquier solución porque en el fondo creen que con los paganos no hay solución, ni siquiera para Jesús. No creen en el amor universal de Dios. Mientras los discípulos dudan, Jesús confía en la solidaridad y en lo que tienen sus seguidores. Son siete panes que simbolizan totalidad y abundancia para saciar las necesidades de nuestros pueblos. Cuando se comparte lo que se tiene, cuando se bendice lo que se comparte y cuando se reparte solidariamente, el pan, la salud, la vivienda, la recreación y todas las necesidades básicas, alcanzan para todos. Con razón se dice que la “solidaridad es la ternura de los pueblos”. De uno a diez, ¿cómo calificamos nuestra solidaridad? 

ORACIÓN

Señor de la vida, tú conoces cuanta necesidad existe a nuestro alrededor, necesidades materiales, pero también necesidad de una sonrisa, de un abrazo, de un palabra de aliento, de consuelo, de un oído que escucha, de una mano que se extiende, ayúdanos a amar y servir como tú lo haces, a no ignorar y dejar para otro día el llamado que nos haces a través de tu palabra. Amén.

“Enfrenta ante Dios aquellas limitaciones que no te permiten ser misericordioso(a) y pide su ayuda”   

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