viernes, 1 de julio de 2011

Viernes, 22 de julio de 2011

“LA CONVERSIÓN, UN PROCESO PARA UNA VIDA NUEVA”



PRIMERA LECTURA
CANTAR DE LOS CANTARES 3,1-4



"ENCONTRÉ EL AMOR DE MI ALMA"



En mi cama, por las noches,
busqué al amor de mi vida.
Lo busqué y no lo encontré.
Entonces me levanté
y recorrí la ciudad
buscando al amor de mi vida
por las calles y las plazas.
Lo busqué y no lo encontré.
Pregunté a los guardias
que hacen la ronda de la ciudad:
"¿No han visto ustedes al amor de mi vida?"
Apenas me había alejado de ellos,
cuando encontré al amor de mi vida.
Lo tomé de la mano, y sin soltarlo
lo llevé a las habitaciones de mi madre.

REFLEXIÓN
Aun no encuentran un acuerdo entre los especialistas sobre la interpretación del Cantar de los Cantares. ¿Cantan al amor humano y el encuentro del hombre y de la mujer liberada de prácticas mágicas y alienantes impuestos al amor por las religiones antiguas o bien son alegorías que celebran directamente el amor de Dios y de su pueblo?
Digamos algo en perspectiva de fe, ya que este escrito forma parte del canon de las Escrituras: el pasaje describe la ardiente pasión de los prometidos que arden en deseos de encontrarse de nuevo y que se esperan mutuamente con la impaciencia del encuentro. Es el amor en su expresión más fresca, aún no ha madurado por la prueba del tiempo. Los últimos poemas del Cantar propondrán un concepto más adulto del amor, marcado por la fidelidad y más fuerte que la muerte. Las etapas sucesivas del amor humano son buenas en sí mismas, y pueden servir de experiencia religiosa y convertirse en signos del amor de Dios a su pueblo.

A través de este cántico, la Escritura recuerda al hombre que su universo no está hecho solo de técnica y de razón, de ciencia y de política, sino de gratuidad y de don, de amor y de coparticipación. Le recuerda que todas las seguridades que elabora y las dimensiones que atribuye a las cosas y a los seres se derrumban frente al encuentro de dos corazones y el don mutuo de dos personas.

SALMO RESPONSORIAL: 62,2-6.8-9
R./ Mi alma está sedienta de Ti, Dios mío.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,1.11-18





"¿MUJER, POR QUÉ LLORAS?



El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada.
María se quedó afuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó para mirar dentro, y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. Los ángeles le preguntaron:
--Mujer, ¿por qué lloras?

Ella les dijo:

--Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.

Apenas dijo esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, pero no sabía que era él. Jesús le preguntó:

--Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?

Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:

--Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, para que yo vaya a buscarlo.

Jesús entonces le dijo:

--¡María!

Ella se volvió y le dijo en hebreo:

--¡Rabuni! (que quiere decir: "Maestro").

Jesús le dijo:

--No me retengas, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes, mi Dios y Dios de ustedes.

Entonces María Magdalena fue y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también les contó lo que él le había dicho.

REFLEXIÓN
Hoy la liturgia hace memoria de María Magdalena. Los cuatro evangelios testimonian de manera diferente que ella fue la primera en ver a Jesús resucitado, bien a solas, como en evangelio de Juan, o bien en compañía de los otros discípulos, como en los sinópticos (Mt 28,1-8; Mc 16,1-8; Lc 24,1-9). El testimonio único de María Magdalena sobre la resurrección en el evangelio de Juan le ha otorgado, a través de la historia de la Iglesia, un puesto inigualable en las narraciones del Señor resucitado. Dicho testimonio le mereció el título de “apóstol de los apóstoles” que le dieron los Padres de la Iglesia. Lo más importante de esta escena es el envío que le hace el resucitado a María, que anuncie a los hermanos su mensaje pascual fundamental: Desde este momento, él y sus discípulos van a permanecer inseparablemente unidos como miembros de una única familia. Ella es la portadora del mensaje de la nueva creación. La exigencia para el “hoy” de la Iglesia es llevar hasta sus últimas consecuencias el papel otorgado por Jesús a las mujeres que lo siguen, como testigos principales de la resurrección, fundamento de nuestra fe.

ORACIÓN
Dame, Señor Jesús, el amor y la audacia de María Magdalena y de tantas santas mujeres que te amaron hasta el último momento de sus vidas, para que sepa afrontar mis propios miedos y nunca dude de tu acción misericordiosa en mi vida y la de todos los que se abren a tu amor. Amén

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