UNA FLOR EN EL DESIERTO
Yo soy la rosa de Saron. Y el lirio de los valles. Cantares 2,1
En el norte de Chile se encuentra ubicado el desierto de Atacama, árido, seco y muy extenso con miles de kilómetros que van de la Cordillera de los Andes hasta el Océano Pacífico. En esta zona geográfica una vez al año con la caída de algunas lluvias del llamado invierno boliviano, florece el desierto y desde las secas arenas nacen hermosas flores que colorean el paisaje de pampas y cerros. Como en un paraje así, un viajero solitario encontró en medio de este árido paisaje, una bella y hermosa flor, de un colorido nunca visto, con pétalos de diversas tonalidades. Muy feliz, el caminante, recogió aquella flor, como su gran tesoro, pensando dentro de sí que ella se vería más bella en su hogar.
Jesús, el Señor, único Salvador, puede representar hoy la Rosa de Sarón para nuestra vida. La Rosa de Sarón, flor exclusiva de Tierra Santa, en medio de lugares, áridos y desérticos, imprime luz y esperanza a quien la encuentra. En medio de un mundo seco y vacío, sin belleza espiritual es Jesucristo como una flor en medio del desierto, quien le puede dar un nuevo color a nuestra existencia. Es fuente de paz y quietud para nuestra alma, fuente del amor verdadero, de amor incondicional.
Aún viviendo en un mundo hostil y donde abundan las noticias negativas, Jesús es Buena Nueva, nuevo aroma que inunda todo y todo lo cambia paso a paso. Como el caminante, llévate esta flor a tu casa y déjale que se pose siempre en tu corazón. No dejes que se marchite, riégala con su Bendita Palabra día a día y grábatela en el corazón. Y déjate deslumbrar cada mañana por quien verdaderamente vale la pena, Jesús, única fuente de salvación y vida eterna.
Dios te bendiga.
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