lunes, 1 de junio de 2015

Miércoles 24 de Junio de 2015

Fiesta San Juan el Bautista

“JUAN INAUGURA LOS NUEVOS TIEMPOS”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 49,1-6

“Te hago luz de las naciones”

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso." Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: "Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra." Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
En Isaías se habla de un siervo elegido por Dios desde el seno materno para ser portador de un mensaje muy importante para todas las naciones, un mensaje que les afecta directamente, el mensaje de salvación; y Dios mismo es el garante de que dicha misión se cumpla, habla también del ministerio profético delante de las naciones, preparando los caminos de Dios.

Quisiera además resaltar dos elementos del texto: Primero es que toda misión, y sea la del profeta como la del siervo o la del precursor o cualquier otro, va íntimamente unida a un encuentro o una llamada. Por eso el siervo presenta sus credenciales: él es llamado por el Señor desde el seno materno. El evangelista hoy nos recuerda cómo, en el encuentro de María, portadora de Jesús, con su prima Isabel, Juan salta de alegría en el seno de esta. 
La segunda es el encuentro con Dios, el verdadero encuentro con Él, no esas raras experiencias místicas que algunas veces nos inventamos y que no son capaces de llevarnos hacia los demás, esas no pueden ser auténticas. Tras el encuentro con la divinidad, Juan, el siervo, como discípulo verdadero, continúa siendo humano, ser de carne y hueso, pero con una fuerza especial, ya que se siente portador de la palabra divina.  Ninguna fuerza por muy hostil que sea, le aterroriza. Su palabra es penetrante, como la espada, y de gran alcance, como la flecha.         
SALMO RESPONSORIAL: 138
R./Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras.
Conocías hasta el fondo de mi alma. R.

No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
La experiencia de fe lleva al salmista a un diálogo en que expresa el misterio de Dios y la absoluta dependencia del hombre respecto de él y le pide protección y guía. También San Pablo exclama !“¡Qué abismo el de la generosidad, de la sabiduría y de la providencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y qué insospechables sus caminos!”(Rom, 11,34-35)
SEGUNDA LECTURA
HECHOS 13, 22-26

“A ustedes se les ha enviado este mensaje de salvación”

Más tarde, Dios quitó de su puesto a Saúl, y les dio por rey a David, de quien dijo: 'He encontrado que David, hijo de Jesé, es un hombre que me agrada y que está dispuesto a hacer todo lo que yo quiero.' Uno de los descendientes de este mismo David fue Jesús, a quien Dios envió para salvar a Israel, como había prometido. Antes que Jesús viniera, Juan anunciaba el mensaje a todo el pueblo de Israel, diciéndoles que debían volverse a Dios y ser bautizados. Y cuando Juan se iba acercando al fin de su vida, dijo: 'Yo no soy lo que ustedes piensan; pero después de mí viene uno a quien yo ni siquiera merezco desatarle las sandalias de los pies.'
"Hermanos descendientes de Abraham, y ustedes, los extranjeros que tienen temor de Dios: este mensaje de salvación es para nosotros. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En el libro de Hechos, Pablo hace una breve síntesis de la historia de la salvación, destacando la figura del rey David y la promesa de parte de Dios que de su descendencia sacaría un salvador para Israel, lo cual se cumpliría en Jesús. De repente, inserta en la narración al Bautista empalmándolo con sus antecesores y colocándolo como el último eslabón de la acción de Dios para preparar la venida del Salvador. Juan no apunta hacia sí mismo, sino hacia Cristo, tal como dice la tradición sobre el Bautista; lo realmente importante es la palabra de salvación, el Señor Jesús, y Juan está en función de él.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 1, 57-60.80

“Juan es su nombre”

Al cumplirse el tiempo en que Isabel debía dar a luz, tuvo un hijo. Sus vecinos y parientes fueron a felicitarla cuando supieron que el Señor había sido tan bueno con ella. A los ocho días, llevaron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. Pero su madre dijo: --No. Tiene que llamarse Juan.
Le contestaron:
--No hay nadie en tu familia con ese nombre.
Entonces preguntaron por señas al padre del niño, para saber qué nombre quería ponerle. El padre pidió una tabla para escribir, y escribió: 'Su nombre es Juan.' Y todos se quedaron admirados. En aquel mismo momento Zacarías volvió a hablar, y comenzó a alabar a Dios. Todos los vecinos estaban asombrados, y en toda la región montañosa de Judea se contaba lo sucedido. Todos los que lo oían se preguntaban a sí mismos: "¿Qué llegará a ser este niño?" Porque ciertamente el Señor mostraba su poder en favor de él.
El niño crecía y se hacía fuerte espiritualmente, y vivió en los desiertos hasta el día en que se dio a conocer a los israelitas. Palabra del Señor.

REFLEXION
Celebramos la fiesta de San Juan Bautista, el precursor, como todos lo conocemos, por su vida y misión y por anunciar y preparar la llegada de los tiempos mesiánicos, que ven su cumplimiento en Jesús.  La narración se centra en cuatro momentos importantes de su vida: El relato de su nacimiento (vv. 57-58), la circuncisión, la imposición del nombre y la manifestación a toda su parentela e incluso a los vecinos de la comarca (vv. 59-66).
En el nacimiento de Juan se cumple lo anunciado a Zacarías y se hace realidad la promesa. La esterilidad de unos padres, vencida por el nacimiento de un hijo, es fuente de alegría, jubilo y regocijo que envuelve y contagia a vecinos y parientes, como ya lo había predicho el mensajero de Dios.  En la narración del nacimiento, Lucas matiza dos aspectos muy importantes: el de la misericordia de Dios que se manifiesta en favor del pueblo, al quitarle la afrenta de la esterilidad y por otra parte, el significado del nombre de Juan (“Dios ha mostrado su favor”), con el cual se subraya la presencia de la misericordia Divina, que recae no sólo sobre una persona en particular, Isabel en este caso, sino que alcanza a la totalidad del pueblo.
Al relato de nacimiento de Juan sigue el de su circuncisión, imposición del nombre, y su manifestación pública. Por la circuncisión, Juan queda indeleblemente marcado con la “señal de la alianza”, signo visible de la incorporación al pueblo de Israel. Esa marca en la propia carne hace de Juan partícipe de la bendición prometida por el Señor a su pueblo elegido, le capacita para celebrar la Pascua como fiesta de la comunidad y confirma sus esperanzas de compartir con todos sus antepasados la restauración futura y definitiva. La imposición de un nombre como el de “Juan” rompe radicalmente con la tradición familiar. Como era costumbre, los vecinos y parientes dan por hecho que el niño se llamaría como el padre. El acuerdo entre la madre y el padre en un nombre que no era familiar aparece como un signo donde se refleja el favor de Dios. El Evangelio de Lucas nos invita a reflexionar sobre la misericordia, la compasión y la generosidad divina, que caracterizan este nuevo período de la historia de la salvación que comienza a manifestarse con el nacimiento de Juan Bautista. Misericordia sin límites y sin medida, que engrandece y libera, que es signo de vida porque rescata a unos ancianos de la muerte por causa de la esterilidad.  Además, el Evangelio nos interpela sobre nuestra experiencia de la misericordia de Dios, sobre la manera como la estamos haciendo explicita en gestos y actitudes: acogida, solidaridad con los rechazados, invitación a todos aquellos que desean un mundo nuevo “según el corazón de Dios” a comprometerse en la construcción del mismo.
Celebremos hoy el nacimiento de aquel personaje que desde su nacimiento comenzó a cautivar los corazones de sus contemporáneos, y que habría de llevar su misión a plenitud al entregarle a Jesús la llama del anuncio profético de la Buena Noticia.

ORACIÓN
Señor gracias por llamarnos un día a caminar contigo, de una vida estéril y sin fruto, nos llevas a una vida de abundancia con sentido y con esperanza. Que tomando el  ejemplo de Juan el Bautista, seamos verdaderos anunciadores de tu Reino, firmes, incorruptibles, comprometidos, veraces, allanando el camino para que otros te conozcan y te vean con nuestro ejemplo y testimonio de vida. Amén.    


“Dios recuerda que hoy también estamos llamados(as) a mantenernos firmes en el testimonio y a presentarlo en el escenario de la historia, como el Dios liberador”

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