Fiesta San
Juan el Bautista
“JUAN
INAUGURA LOS NUEVOS TIEMPOS”
PRIMERA
LECTURA
ISAÍAS
49,1-6
“Te hago luz de las naciones”
Escuchadme,
islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó;
en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada
afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó
en su aljaba y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy
orgulloso." Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado, en viento y
en nada he gastado mis fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el
Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el
vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese
a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: "Es poco que
seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los
supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación
alcance hasta el confín de la tierra." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
En Isaías se habla de un siervo elegido
por Dios desde el seno materno para ser portador de un mensaje muy importante
para todas las naciones, un mensaje que les afecta directamente, el mensaje de
salvación; y Dios mismo es el garante de que dicha misión se cumpla, habla también del ministerio profético delante de las
naciones, preparando los caminos de Dios.
Quisiera además resaltar dos elementos del texto:
Primero es que toda misión, y sea la del profeta como la del siervo o la del
precursor o cualquier otro, va íntimamente unida a un encuentro o una llamada.
Por eso el siervo presenta sus credenciales: él es llamado por el Señor desde el
seno materno. El evangelista hoy nos recuerda cómo, en el encuentro de María,
portadora de Jesús, con su prima Isabel, Juan salta de alegría en el seno de
esta.
La segunda es el encuentro con Dios, el verdadero
encuentro con Él, no esas raras experiencias místicas que algunas veces nos
inventamos y que no son capaces de llevarnos hacia los demás, esas no pueden
ser auténticas. Tras el encuentro con la divinidad, Juan, el siervo, como
discípulo verdadero, continúa siendo humano, ser de carne y hueso, pero con una
fuerza especial, ya que se siente portador de la palabra divina. Ninguna fuerza por muy hostil que sea, le
aterroriza. Su palabra es penetrante, como la espada, y de gran alcance, como
la flecha.
SALMO RESPONSORIAL: 138
R./Te doy gracias, porque me has escogido
portentosamente.
Señor,
tú me sondeas y me conoces;
me
conoces cuando me siento o me levanto,
de
lejos penetras mis pensamientos;
distingues
mi camino y mi descanso,
todas
mis sendas te son familiares. R.
Tú has
creado mis entrañas,
me has
tejido en el seno materno.
Te doy
gracias,
porque
me has escogido portentosamente,
porque
son admirables tus obras.
Conocías
hasta el fondo de mi alma. R.
No
desconocías mis huesos,
cuando,
en lo oculto, me iba formando,
y
entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.
OREMOS
CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU
CONTEXTO
La
experiencia de fe lleva al salmista a un diálogo en que expresa el misterio de
Dios y la absoluta dependencia del hombre respecto de él y le pide protección y
guía. También San Pablo exclama !“¡Qué abismo el de la generosidad, de la
sabiduría y de la providencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y qué
insospechables sus caminos!”(Rom, 11,34-35)
SEGUNDA
LECTURA
HECHOS 13, 22-26
HECHOS 13, 22-26
“A ustedes se les ha enviado este mensaje de
salvación”
Más tarde, Dios quitó de su puesto a Saúl, y les dio por rey a David,
de quien dijo: 'He encontrado que David, hijo de Jesé, es un hombre que me
agrada y que está dispuesto a hacer todo lo que yo quiero.' Uno de los
descendientes de este mismo David fue Jesús, a quien Dios envió para salvar a
Israel, como había prometido. Antes que Jesús viniera, Juan anunciaba el
mensaje a todo el pueblo de Israel, diciéndoles que debían volverse a Dios y
ser bautizados. Y cuando Juan se iba acercando al fin de su vida, dijo: 'Yo no
soy lo que ustedes piensan; pero después de mí viene uno a quien yo ni siquiera
merezco desatarle las sandalias de los pies.'
"Hermanos descendientes de Abraham, y ustedes, los extranjeros
que tienen temor de Dios: este mensaje de salvación es para nosotros. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
En el libro de Hechos, Pablo hace una breve síntesis de la historia de la salvación, destacando la figura del rey David y la promesa de parte de Dios que de su descendencia sacaría un salvador para Israel, lo cual se cumpliría en Jesús. De repente, inserta en la narración al Bautista empalmándolo con sus antecesores y colocándolo como el último eslabón de la acción de Dios para preparar la venida del Salvador. Juan no apunta hacia sí mismo, sino hacia Cristo, tal como dice la tradición sobre el Bautista; lo realmente importante es la palabra de salvación, el Señor Jesús, y Juan está en función de él.
En el libro de Hechos, Pablo hace una breve síntesis de la historia de la salvación, destacando la figura del rey David y la promesa de parte de Dios que de su descendencia sacaría un salvador para Israel, lo cual se cumpliría en Jesús. De repente, inserta en la narración al Bautista empalmándolo con sus antecesores y colocándolo como el último eslabón de la acción de Dios para preparar la venida del Salvador. Juan no apunta hacia sí mismo, sino hacia Cristo, tal como dice la tradición sobre el Bautista; lo realmente importante es la palabra de salvación, el Señor Jesús, y Juan está en función de él.
LECTURA
DEL EVANGELIO
LUCAS 1, 57-60.80
LUCAS 1, 57-60.80
“Juan es su nombre”
Al cumplirse el tiempo en que Isabel debía dar a luz, tuvo un hijo.
Sus vecinos y parientes fueron a felicitarla cuando supieron que el Señor había
sido tan bueno con ella. A los ocho días, llevaron a circuncidar al niño, y
querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. Pero su madre dijo: --No.
Tiene que llamarse Juan.
Le contestaron:
--No hay nadie en tu familia con ese nombre.
Entonces preguntaron por señas al padre del niño, para saber qué
nombre quería ponerle. El padre pidió una tabla para escribir, y escribió: 'Su
nombre es Juan.' Y todos se quedaron admirados. En aquel mismo momento Zacarías
volvió a hablar, y comenzó a alabar a Dios. Todos los vecinos estaban
asombrados, y en toda la región montañosa de Judea se contaba lo sucedido.
Todos los que lo oían se preguntaban a sí mismos: "¿Qué llegará a ser este
niño?" Porque ciertamente el Señor mostraba su poder en favor de él.
El niño crecía y se hacía fuerte espiritualmente, y vivió en los
desiertos hasta el día en que se dio a conocer a los israelitas. Palabra del
Señor.
REFLEXION
Celebramos la fiesta de San Juan Bautista, el
precursor, como todos lo conocemos, por su vida y misión y por anunciar y
preparar la llegada de los tiempos mesiánicos, que ven su cumplimiento en
Jesús. La narración se centra en cuatro
momentos importantes de su vida: El relato de su nacimiento (vv. 57-58), la
circuncisión, la imposición del nombre y la manifestación a toda su parentela e
incluso a los vecinos de la comarca (vv. 59-66).
En el nacimiento de Juan se cumple lo anunciado a
Zacarías y se hace realidad la promesa. La esterilidad de unos padres, vencida
por el nacimiento de un hijo, es fuente de alegría, jubilo y regocijo que
envuelve y contagia a vecinos y parientes, como ya lo había predicho el
mensajero de Dios. En la narración del
nacimiento, Lucas matiza dos aspectos muy importantes: el de la misericordia de
Dios que se manifiesta en favor del pueblo, al quitarle la afrenta de la
esterilidad y por otra parte, el significado del nombre de Juan (“Dios ha
mostrado su favor”), con el cual se subraya la presencia de la misericordia
Divina, que recae no sólo sobre una persona en particular, Isabel en este caso,
sino que alcanza a la totalidad del pueblo.
Al relato de nacimiento de Juan sigue el de su
circuncisión, imposición del nombre, y su manifestación pública. Por la
circuncisión, Juan queda indeleblemente marcado con la “señal de la alianza”,
signo visible de la incorporación al pueblo de Israel. Esa marca en la propia
carne hace de Juan partícipe de la bendición prometida por el Señor a su pueblo
elegido, le capacita para celebrar la Pascua como fiesta de la comunidad y
confirma sus esperanzas de compartir con todos sus antepasados la restauración
futura y definitiva. La imposición de un nombre como el de “Juan” rompe
radicalmente con la tradición familiar. Como era costumbre, los vecinos y
parientes dan por hecho que el niño se llamaría como el padre. El acuerdo entre
la madre y el padre en un nombre que no era familiar aparece como un signo
donde se refleja el favor de Dios. El Evangelio de Lucas nos invita a
reflexionar sobre la misericordia, la compasión y la generosidad divina, que
caracterizan este nuevo período de la historia de la salvación que comienza a
manifestarse con el nacimiento de Juan Bautista. Misericordia sin límites y sin
medida, que engrandece y libera, que es signo de vida porque rescata a unos
ancianos de la muerte por causa de la esterilidad. Además, el Evangelio nos interpela sobre
nuestra experiencia de la misericordia de Dios, sobre la manera como la estamos
haciendo explicita en gestos y actitudes: acogida, solidaridad con los
rechazados, invitación a todos aquellos que desean un mundo nuevo “según el
corazón de Dios” a comprometerse en la construcción del mismo.
Celebremos
hoy el nacimiento de aquel personaje que desde su nacimiento comenzó a cautivar
los corazones de sus contemporáneos, y que habría de llevar su misión a
plenitud al entregarle a Jesús la llama del anuncio profético de la Buena
Noticia.
ORACIÓN
Señor gracias por llamarnos un día a caminar contigo,
de una vida estéril y sin fruto, nos llevas a una vida de abundancia con
sentido y con esperanza. Que tomando el
ejemplo de Juan el Bautista, seamos verdaderos anunciadores de tu Reino,
firmes, incorruptibles, comprometidos, veraces, allanando el camino para que
otros te conozcan y te vean con nuestro ejemplo y testimonio de vida. Amén.
“Dios recuerda que hoy también
estamos llamados(as) a mantenernos firmes en el testimonio y a presentarlo en
el escenario de la historia, como el Dios liberador”
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