Cuerpo y
Sangre de Cristo
“ESTAMOS
COMPROMETIDOS(AS) A COMPARTIR EL PAN DEL AMOR”
Celebramos hoy la Fiesta del Cuerpo y
la Sangre de Cristo es decir, de la Eucaristía. Cada semana nos reunimos en
Iglesia para celebrar este Banquete de Vida y Amor, y la liturgia quiere que le
dediquemos un día a reflexionar sobre lo que ella significa para nosotros los
cristianos. La insistencia no está ni en el banquete ni en el entrar en
comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sino en el sacrificio y en la
Alianza Nueva que sellamos con su Sangre. Te propongo, entonces, reflexionar y
orar sobre la Eucaristía como sacrificio y como alianza.
PRIMERA LECTURA
ÉXODO 24,3-8
“Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros”
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había
dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: "Haremos
todo lo que dice el Señor." Moisés puso por escrito todas las palabras del
Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce
estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas
ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la
mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el
altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al
pueblo, el cual respondió: "Haremos todo lo que manda el Señor y lo
obedeceremos." Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
"Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre
todos estos mandatos." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Hoy celebramos en la vida de fe de nuestra Iglesia, la fiesta de la
Eucaristía, es decir del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiesta que tiene su
origen en la Pascua de Jesús con sus discípulos(as), el Jueves Santo. En el
pueblo de Dios, como lo venos en el texto
de la primera lectura, que ha sido liberado de la esclavitud de Egipto, y que
ahora camina guiado por Moisés en el desierto, en búsqueda de la tierra
prometida. En esa travesía la comunidad o pueblo elegido de Dios, empieza a
hacer conciencia después de haber experimentado al Dios Bueno que los alimenta
en su peregrinar difícil por este desierto. Experimentan de la misma manera su
pequeñez y debilidad. Por eso acuden a Dios con un sentimiento y pensamiento,
que para la cultura de esa época por muchos pueblos era muy común: ofrecer sacrificios en señal
de gratitud a su Dios. En el pueblo de
Israel se llegaron a dar en concreto 3 clases de sacrificios: 1. El Holocausto:
la víctima era un cordero, ofrecido por el sacerdote en intercesión con el
pueblo, derramando la sangre sobre el altar y luego quemando totalmente a la
víctima, como ofrenda que se consume en honor de la divinidad. 2. El segundo es
una forma de comunión o señal de amistad. Los
que han ofrecido a Dios una víctima quieren entregarle la mejor parte de
la víctima (cordero), luego comparten en familia o comunidad gozosos el resto del animal, como signo de la
ofrenda y vida compartida. 3. La tercera forma de sacrificio es la expiación,
intercesión por los pecados cometidos y petición a Dios para que bendiga su
pueblo. La víctima es ofrecida a Dios en acción de gracias por su misericordia
y bondad, y a cambio se recibe de Él el perdón y su favor.
SALMO RESPONSORIAL: 115
R./Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.
¿Cómo pagaré al
Señor
todo el bien que me
ha hecho?
Alzaré la copa de
la salvación,
invocando su
nombre. R.
Mucho le cuesta al
Señor
la muerte de sus
fieles.
Señor, yo soy tu
siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis
cadenas. R.
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza,
invocando tu
nombre, Señor.
Cumpliré al Señor
mis votos
en presencia de
todo el pueblo. R.
OREMOS
CO N EL SALMO Y ACERQUEMONOS A SU CONTEXTO
Es
un canto de acción de gracias, donde el orante recuerda las desgracias de las
que lo libró el Señor, como en ellas pidió auxilio y fue escuchado, recuerda su
confianza pasada y expresa su agradecimiento presente. La acción de gracias va
acompañada de un ritmo celebrativo, cumpliendo el voto que hizo en el peligro.
Se mencionan en el texto cuatro desgracias: peligro de muerte, aflicción al
interior, situación social de desamparo y esclavitud. Tres son fácilmente
reductibles a una enfermedad mortal, en cuyo caso la enfermedad sería metáfora.
Cabe también entenderlo como salmo de repertorio, que reúne penalidades
típicas.
SEGUNDA LECTURA
HEBREOS 9,11-15
“La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia”
Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes
definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de
hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni
de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para
siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de
toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a
los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo,
que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin
mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al
culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella
ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la
primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia
eterna. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El autor a la carta a los Hebreos en esta segunda lectura, describe
otra dimensión de la alianza o sacrificio ofrecido a Dios. Si en la primera
lectura la sangre del Cordero se esparcía en el altar y era capaz de conferir
la pureza y reconciliación, en un rito
que se mantenía en lo exterior, ahora la Sangre de Cristo tiene más y todo el
poder reconciliador, transformador, liberados y sanador; no es un sacrificio
como en la antigüedad según la ley antigua que se basaba en lo externo, sino
que su Sangre derrama purifica internamente, es decir, limpia nuestra
conciencia de toda contaminación, capacitándonos para que libres en el amor,
ofrezcamos en verdadero culto a Dios, por la fuerza de su Espíritu Santo.
Es el sacrificio de Cristo hecho en la cruz una vez y para siempre,
para limpiar nuestras vidas de las obras que conducen a la muerte eterna y
disponernos al servicio de Dios y Reino. La copa entregada en la Cena Pascual
nos remite a Jesús, como Sumo y Eterno Sacerdote, que entregando la vida en la
cruz, (Cuerpo y Sangre) se ofrece como
el verdadero, único y perfecto
sacrificio por los pecados del mundo.
LECTURA DEL
EVANGELIO
MARCOS
14,12-16.22-26
“Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre”
El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual,
le dijeron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a
prepararte la cena de Pascua?" Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
"Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua;
seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro
pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis
discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada
con divanes. Preparadnos allí la cena." Los discípulos se marcharon,
llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena
de Pascua. Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo dio, diciendo: "Tomad, esto es mi cuerpo." Cogiendo
una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les
dijo: "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os
aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el
vino nuevo en el reino de Dios." Después de cantar el salmo, salieron para
el monte de los Olivos. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La comunidad de Marcos celebrando su
propia Pascua, nos recuerda el gesto de entrega apasionada y generosa que Jesús
hace de su existencia; como signo del verdadero amor en la Ultima Cena. En esta
comunión (amistad) con ese grupo e mujeres y hombres, que han hecho escuela con
Él y que se preparan para el momento definitivo. El Cuerpo y Sangre sellan una
nueva y definitiva alianza, en la que ya no se ofrece beneficio animal, sino
que desde el amor se ofrece la propia existencia como testimonio de un nuevo
orden, de un mundo totalmente distinto y cercano en la que la vida alcanza su
sentido pleno. Así el cuerpo de Jesús y
sangre derramada, supera todo
sentimiento y tradición religiosa, es decir no se queda simplemente en actos exteriores
vacíos, sino que se convierte en toda una experiencia interior y espiritual. El signo o la muestra del verdadero amor, es
Jesucristo, padeciendo, sufriendo, derramando su sangre y muriendo en su cuerpo
en la cruz. Desde el cuerpo físico de
Jesús entregado por amor a todos, surgiría hoy y siempre una pregunta: ¿Hacemos
de nuestro cuerpo y vida un signo de encuentro para entrar en comunión con Dios y con los otros?. Hoy en la fiesta
del cuerpo y la sangre del Señor, debería de quedarnos claro que la “Verdadera
Eucaristía, es Dios que por amor se nos da como alimento, pero que
necesariamente nos hace todos los que compartimos su cuerpo alimento
de vida, amor, reconciliación, servicio, justicia y equidad en nuestra relación
con todos nuestros hermanos.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Pan de Vida Eterna,
te damos gracias por tu entrega signo del verdadero amor que nos alimenta y
fortalece. Invocamos hoy tu nombre alzando la copa de la salvación, pidiéndote
que alimentados por ti nos hagamos pan compartido en servicio a los hermanos y
sobre todo de los más necesitados. Tu cuerpo y sangre alimenta, cubre y
dignifica a la comunidad de discípulos que se hacen miembros de tu cuerpo.
Amén.
“Cada
día veras en tu camino al prójimo infeliz, necesitado de consejos, de pan y de
alegría”
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