lunes, 1 de junio de 2015

Viernes 05 de Junio 2015


“JESÚS, HOMBRE Y DIOS VERDADERO”

PRIMERA LECTURA
TOBÍAS 11,5-17
“Si antes Dios me castigó, ahora veo a mi hijo”
En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al padre: "Mira, viene tu hijo con su compañero."
Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa: "Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz." Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole: "Te veo, hijo, ya puedo morirme." Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo: "Ánimo, padre." Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía: "Te veo, hijo, luz de mis ojos." Luego añadió: "Bendito sea Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías." Tobías entró en casa contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello. Luego le contó a su padre lo bien que les había salido el viaje; traía el dinero y se había casado con Sara, la hija de Ragüel: "Está ya cerca, a las puertas de Nínive." Tobit salió al encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba contento y bendiciendo a Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme y sin ningún lazarillo, se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que Dios había tenido misericordia y le había devuelto la vista. Cuando llegó cerca de Sara, mujer de su hijo Tobías, le echó esta bendición: "¡Bienvenida, hija! Bendito sea tu Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi hijo Tobías, y bendita tú, hija. ¡Bienvenida a ésta tu casa! Que goces de alegría y bienestar. Entra, hija." Todos los judíos de Nínive celebraron aquel día una gran fiesta. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El relato del libro de Tobías va llegando a su feliz conclusión: lo que parece al final es una cadena de bendiciones y una sensación de bienestar y paz duradera. Más allá del gozo, sin embargo, lo que brilla aquí es una convicción: había un plan. Detrás de las tragedias aparentemente inexplicables había una explicación, pero necesitábamos tiempo para llegar a la etapa nueva en que los problemas quedan atrás, por fin, y las explicaciones brillan con propia luz.
El tiempo de oscuridad es el tiempo en que no le vemos sentido al dolor que padecemos, la lucha que afrontamos, la soledad que nos envuelve, las burlas o ataques de los demás. Tobit y su familia tuvieron que pasar por ello, y supieron mantener la fe y arroparse en la esperanza. No quedaron defraudados. No debemos olvidar, sin embargo, que este relato tan edificante se enmarca todavía en el modo usual de pensar en el Antiguo Testamento, es decir, bajo la expectativa de una recompensa o castigo en los límites temporales de la vida presente. El final feliz que hoy nos alegra sucede todavía en vida de Tobit. El Nuevo Testamento, por su parte, dará un paso más, sobre todo con la vida y ministerio de Jesús de Nazareth. Es posible, según nos muestra Jesucristo, que ese momento feliz llegue después de la muerte, porque al fin y al cabo, morir es como atravesar el último bastión de las tinieblas. Vencida la muerte, nada queda, sino la Pascua de Cristo.
SALMO RESPONSORIAL: 145
R./Alaba, alma mía, al Señor.

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y transtorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
La alabanza expresada en este Salmo se fundamenta en el poder creador del Señor y en su bondad para con los pobres y oprimidos. Los motivos para alabar a Dios están precedidos de una exhortación sapiencial y de una “bienaventuranza”. El salmista invita a los fieles a no confiar en los poderosos, porque de ellos no puede venir la salvación; proclama la felicidad de los que confían en el Señor. Jesús proclamó el Reino de Dios y lo hizo presente con sus obras de compasión y poder
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 12,35-37

“¿Cómo dicen que el Mesías es Hijo de David?”
En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: "¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?" La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo. Palabra De Dios.
REFLEXIÓN
En los pasajes anteriores Jesús ha respondido a tres preguntas de sus oyentes. Las respuestas han sido rotundas y magistrales. Sus enemigos no se atreven a hacerle más preguntas, quizás por temor a pasar por ignorantes delante del pueblo, quizás porque teman que Jesús esté hablando como un verdadero maestro inspirado por Dios. Ahora es Jesús quien aborda el tema del uso del título mesiánico “hijo de David”. Pero el problema de fondo no es el título en sí mismo. El asunto básico radica en saber si ese título manifiesta o no todo el sentido del mesianismo de Jesús. Este pone de manifiesto que el Mesías no es sólo el hijo de David, sino “su Señor”. Es decir, aunque Jesús pertenezca al linaje de David, es más que eso. El supera todos los títulos. Su misión no depende de los títulos mesiánicos que se le puedan atribuir. Su vocación y misión derivan de su pasión por el Reino de Dios; de su decisión de realizar la voluntad de su Padre. A veces nos encerramos en títulos honoríficos que nos puedan proporcionar poder y prestigio. El asunto está en que el único título válido es el ser hijos de Dios, discípulos y misioneros de Jesús, testigos del reino de Dios. Lo demás sobra.

ORACIÓN
Señor, gracias porque tu Palabra nos reconforta  es alimento para nuestra vida. Te pedimos nos ayudes a vivir bajo tu guía, que podamos actuar bajo tu voluntad, que no busquemos títulos ni méritos, y que el único título que nos identifique sea el ser tus Hijos y el sello que nos identifique  sea el del servicio y del amor para los demás. Amén.  


“Aunque seamos muy terrenales, si somos hijos de Dios, pidamos que el Espíritu nos lleve a adquirir más de la esencia de su Ser para obrar el bien: El amor”

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