viernes, 1 de octubre de 2021

Domingo 17 de Octubre de 2021

 


“LA GRANDEZA DEL  SERVICIO”

 

PRIMERA LECTURA

ISAÍAS 53, 10-11

 

“Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años.”

 

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prologará sus años Lo que el Señor quiere prosperará por su mano Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Palabra del Señor.

 REFLEXION

  La primera lectura de hoy, tomada de la segunda parte del libro de Isaías, nos habla de la misión del ‘siervo sufriente’, es decir, de aquel imaginado redentor del Pueblo de Dios que ofrece su vida para ver el nacimiento de una nueva posibilidad, de una nueva descendencia. Este poema nos habla más de esperanza, de tenacidad y de lucha que de sufrimiento pasivo o resignación. La misión del siervo del Señor no es ver su cuerpo destrozado, sino servir de puente para las nuevas generaciones de creyentes que se han de inspirar en su particular estilo de vida. Por esta razón la “nueva descendencia” no se refiere, ni en el texto ni en la interpretación cristiana, a los descendientes biológicos, sino a una nueva generación de personas comprometidas con la Causa de Dios en favor de su pueblo, el pueblo pobre, dolorido y oprimido.

 

SALMO RESPONSORIAL: 32

R. /Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

 

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Que la palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales;

Él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra. R.

 

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,

en los que esperan su misericordia,

 para librar sus vidas de la muerte

 y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

 

Nosotros aguardamos al Señor:

Él es nuestro auxilio y escudo.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

 

El Salmo nos sirve de puente entre la primera y la segunda lectura, al recordarnos que la Palabra de Dios se identifica por su capacidad para ayudarnos a reconocer la verdad. Una verdad que no es un asunto metafísico o etéreo, sino la encarnación del proyecto de Dios en la historia por medio de la justicia y el derecho.

 

SEGUNDA LECTURA

HEBREOS 4, 14-16

 

“Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia”

 

Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Esta segunda lectura nos presenta a Jesús como el Sumo Sacerdote, mediador directo para nuestra salvación, que comprende la situación humana porque Él mismo fue probado de esta manera. Él nos comunica la misericordia y la gracia  del Padre Dios para que podamos levantarnos de nuestras caídas, es nuestro apoyo para ser fieles  en nuestra confesión de fe. El escrito a los hebreos, nos insiste en un tema que con frecuencia se nos refunde y pierde en la memoria: la mediación de Jesús para comprender el designio de Dios. Si prescindimos de Él, de lo que Él hizo y de lo que Él significa para nosotros, estaremos vaciando al cristianismo de su propia esencia.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 10, 35-45

 

“El hijo del hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos”

 

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir." Les preguntó:- "¿Qué queréis que haga por vosotros?" Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda." Jesús replico: "No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?" Contestaron /: "Lo somos" "Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado." Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos."

 

REFLEXIÓN

El Maestro Jesús continúa hoy formando a sus discípulos en valores que son plenamente evangélicos. Hace ocho días ante los deseos grandes de “tener” que brotan del corazón del hombre, nos proponía el criterio cristiano de dar y “compartir” como la única manera de conquistar y obtener el tesoro del Reino. En la liturgia de hoy nos ofrece otro valor que es propio de sus discípulos, el servir. (Mc 10,35-45). Santiago y Juan son dos hermanos especiales, hijo de Zebedeo y María, que habían nacido en Betsaida y tenían una pequeña flota de pesca en compañía de Simón Pedro. Eran dos hermanos impulsivos, de genio fuerte, pero también ambiciosos. Si el hombre de la semana pasada cifraba su vida en tener, podemos decir que Santiago y Juan buscaban el poder y la gloria, querían sentarse a la derecha y a la izquierda de Jesús en su reino. Eran, pues, ambiciosos, buscaban intereses personales por encima de los demás apóstoles, querían privilegios y surgir en la vida así fuera dejando atrás a los demás. En esto se parecen a muchos de nosotros que ambicionamos la gloria, la apariencia, la figura, los títulos y honores, y para lograrlo somos capaces de mover todos los hilos de poder y postrarnos ante quien sea para conquistar nuestros sueños.

Los demás discípulos se indignaron contra ellos, tal vez por envidia y porque no tenían las agallas de Santiago y Juan para pedir lo que querían. Pero Jesús, como buen pedagogo en su Escuela, los reúne, los instruye y les presenta los criterios evangélicos de poder. A los dos hermanos les propone simbólicamente participar en su cáliz y en su bautismo. El cáliz del sufrimiento (Mc 14-36) y el bautismo (inmersión), en la pasión y muerte del mismo Jesús, para indicarles cómo en su Escuela, el camino de la gloria es el camino de la entrega y de la cruz.       

 

Pero a todos los discípulos nos ofrece una reflexión sobre el poder y el servicio. Parte de ello nace de una mirada a la realidad de siempre: los que gobiernan nuestros países se sienten dueños del pueblo, lo dominan, lo explotan y lo manejan a su antojo como si fueran siervos a su servicio. Tienen una autoridad, pero la ponen al servicio de los propios intereses hasta llegar al despotismo.

Pues bien, dice Jesús, “no ha de ser así entre ustedes. Yo les he dado autoridad y poder, que vienen de Dios, pero es preciso usarlas y administrarlas al servicio de la comunidad. Quien entre ustedes quiera llegar a ser grande, que se haga servidor de los demás; y quien quiera ser el primero, que se haga esclavo de todos”. Parece ilógico pero es real. Acogemos y amamos a quien sirve y entrega desinteresadamente a favor de los hermanos; rechazamos y odiamos a quienes imponen su autoridad y se aprovechan de ella para enriquecerse y destruir a los demás.

 

Todos somos ambiciosos, como Juan y Santiago; todos queremos ser aceptados y amados y tener prestigio ante los demás. Jesús nos enseña y nos da ejemplo de cómo manejar el poder y la autoridad: sirviendo y amando con sencillez a los hermanos. El mismo Jesús, que posee todo el poder y la gloria, no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por todos. Vivamos como Él, actuemos como Él, sigámoslo verdaderamente a Él.                                                                      

 

ORACIÓN

Señor Jesús, hoy queremos escucharte a ti a través de la Palabra que hoy en la liturgia nos regalas; hoy quizás desde tu Palabra, quisiéramos reflexionar y orar con las palabras de San Juan Crisóstomo: “Ustedes hablan de honores, pero yo aludo a luchas y trabajo duro. Es tiempo de batallas, de trabajo y esfuerzo  para tener recompensa”. Señor Jesús como Buen Pastor y Maestro, regálanos hoy tu Espíritu, y en Él la capacidad de asumir tu enseñanza y vivir con alegría el esfuerzo constante por llegar a ser servidores de los demás, siempre a tu estilo y con tu amor.  Amén

 

 “El sentido de la existencia de Jesucristo ha sido  servir, dándonos vida, soporte y fuerza; para luego nosotros también servir y dar soporte a nuestros hermanos”

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