jueves, 1 de julio de 2021

Sábado 10 de Julio de 2021

 

“APRENDIENDO A VIVIR LIBRES DE TEMOR”

 

PRIMERA LECTURA

GÉNESIS 49,29-32;50,15-26a

 

“Dios cuidará de vosotros y os sacará de esta tierra”

 

En aquellos días, Jacob dio las siguientes instrucciones a sus hijos: "Cuando me reúna con los míos, enterradme con mis padres en la cueva del campo de Efrón, el hitita, la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, en Canaán, la que compró Abrahán a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad. Allí enterraron a Abrahán y Sara, su mujer; allí enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer; allí enterré yo a Lía. El campo y la cueva fueron comprados a los hititas." Cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus hijos, recogió los pies en la cama, expiró y se reunió con los suyos.

Al ver los hermanos de José que había muerto su padre, se dijeron: "A ver si José nos guarda rencor y quiere pagarnos el mal que le hicimos." Y mandaron decirle: "Antes de morir tu padre nos encargó: "Esto diréis a José: Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te hicieron". Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre." José, al oírlo, se echó a llorar. Entonces vinieron los hermanos, se echaron al suelo ante él, y le dijeron: "Aquí nos tienes, somos tus siervos." Pero José les respondió: "No tengáis miedo, ¿soy yo acaso Dios? Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien, para dar vida a un pueblo numeroso, como hoy somos. Por tanto, no temáis; yo os mantendré a vosotros y a vuestros hijos." Y los consoló, hablándoles al corazón.  

José vivió en Egipto con la familia de su padre y cumplió ciento diez años; llegó a conocer a los hijos de Efraín, hasta la tercera generación, y también a los hijos de Maquir, hijo de Manasés; los llevó en las rodillas. José dijo a sus hermanos: "Yo voy a morir. Dios cuidará de vosotros y os llevará de esta tierra a la tierra que prometió a Abrahán, Isaac y Jacob." Y los hizo jurar: "Cuando Dios cuide de vosotros, llevaréis mis huesos de aquí." José murió a los ciento diez años de edad. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

Sin el talento y sabiduría de José, que llegó a ser administrador de las riquezas de Egipto, su propia familia habría perecido de hambre. El vino a ser un instrumento de la Providencia de Dios, y gracias a su intervención la promesa hecha a Abraham pudo continuarse en la historia del pueblo elegido que a la vera de los egipcios vino a crecer de modo asombroso. Llegaron a ser muy numerosos y en esa fecundidad y vitalidad vino a verse como un primer cumplimiento de aquello que Dios había dicho a Abraham, que tendría descendientes como las estrellas del cielo.

Sin embargo, el lugar de la alianza no podía ser Egipto. La tierra que Dios dio a Abraham no fue esa, y la prueba está en que cuando él tuvo que conseguir sepulcro para Sara lo buscó y lo compró donde Dios le indicaba, es decir, en Canaán. Egipto, pues, no podía ser sino una etapa, una larga pero no definitiva parada en el largo peregrinar de la fe del pueblo creado por el poder de Dios.

En el ocaso de su vida, José comprende de modo maravilloso que su vida era parte de ese plan pero que el plan iba más allá, hacia tierras, gentes y tiempos que él ya no alcanzaría a ver. Como un acto de profecía, y también un modo de unirse al destino de la promesa, él no quiere que sus huesos queden en los elegantes pero idolátricos sepulcros egipcios. Sus huesos, imagen su de su última voluntad y de su última posesión, tendrán que seguir peregrinando, porque sólo hay descanso allí donde Dios cumple sus promesas.

 

SALMO RESPONSORIAL: 104

R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

 

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,

dad a conocer sus hazañas a los pueblos.

Cantadle al son de instrumentos,

hablad de sus maravillas. R.

 

Gloriaos de su nombre santo,

que se alegren los que buscan al Señor.

Recurrid al Señor y a su poder,

buscad continuamente su rostro. R.

 

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;

hijos de Jacob, su elegido!

El Señor es nuestro Dios,

él gobierna toda la tierra. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este Salmo “histórico” es la proclamación de las maravillas que realizó el Señor para la salvación de su Pueblo. Las acciones divinas se enumeran a partir de la Alianza de Dios con Abraham y el designio salvador es presentado como una prueba constante de la fidelidad de Dios, que lleva a su cumplimiento las promesas hechas al Patriarca. La alabanza, la acción de gracias y la obediencia a los preceptos divinos deben ser la nuestra respuesta a la obra de Dios.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 10,24-33

 

“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo”

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo." Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

No tener miedo, aunque los perseguidores sean aparentemente más poderosos que los profetas. Ayer, como hoy, los misioneros han sido señalados y perseguidos; sin embargo, hoy como ayer, Jesús y su proyecto se abren camino con creatividad y alegría. A pesar de quienes matan el cuerpo y de quienes ponen barreras al evangelio, Jesús, con la seguridad que le otorga el Padre, convoca a la rebeldía de predicar públicamente, a la luz del día y con fuerte voz, para que todo el mundo sepa que su proyecto es capaz de transformar el alma o la conciencia de la humanidad. El poder de Dios y la sabiduría del espíritu acompañan toda acción misionera.

Jesús  advierte: La máxima aspiración de un discípulo es la de configurar su existencia con la de su Maestro; y correr su misma suerte. En tres oportunidades los exhorta a ser valientes y a no tener miedo. Cuando el Papa Francisco visitó Bolivia en 2015, rindió homenaje al P. Luis Espinal, jesuita boliviano de origen español, torturado y asesinado por paramilitares en La Paz, el 21 de marzo de 1980. Tiempo antes de dar testimonio con el martirio el Padre Espinal oraba de este modo: “Jesucristo, te damos gracias porque no fuiste prudente ni diplomático; porque no te callaste para escapar de la cruz; porque fustigaste a los poderosos sabiendo que te jugabas la vida. Los que te mataron, estos fueron los prudentes. Que nunca tu Iglesia sea Iglesia del silencio, ya que es depositaria de tu Palabra; que pregone libremente, sin reticencias ni cobardías. Que no calle nunca, ni ante el guante blanco, ni ante las armas”.

 

ORACIÓN

Señor reiteramos queremos seguirte, te pedimos nos hagas hombres y mujeres valientes hechos a tu medida, dignos de ser tus discípulos, no porque nos acomodamos al mundo, sino porque no callamos,  exhortamos, rechazamos las injusticias y buscamos la verdad.

Danos por favor la apertura de mente y corazón, para entender tu propósito y disponernos a invitar a otros a seguirte y trascender a tu dimensión de amor. Amén.

 

“El Señor nos pide confiar con todo el corazón en sus promesas, porque Él no nos defrauda; y desconfiar en el mundo que sólo brinda ilusiones, abundancia, prosperidad e inmediatez”

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