jueves, 1 de julio de 2021

Domingo 04 de Julio de 2021


“LLAMADOS A ANUNCIAR EL EVANGELIO”


PRIMERA LECTURA

EZEQUIEL 2,2-5


“Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos”

En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: "Hijo de Adán, yo te envió a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envió para que les digas: "Esto dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos." Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

La primera lectura de hoy describe con una palabra la actitud del pueblo que Dios se escogió: son un pueblo rebelde. Casi no podría ser mayor el contraste: Dios es persistente en amar y su pueblo es obstinado en huir del que le ama. ¿Por qué pasa así?.

Esta rebeldía en el fondo es rechazo a la Palabra de Dios y deseo de seguir las propias "palabras." Y como a Dios por lo visto no se le puede hacer daño visible, el rechazo y desprecio a Dios se vuelve contra aquellos que hablan de parte de Dios, es decir, se vuelve contra sus profetas. Por esta razón pertenece al destino inevitable del profeta experimentar el repudio de su propia gente. Este es el pensamiento que atraviesa las lecturas de hoy, en particular, la primera y el evangelio.  Un hecho que no debe quedar inadvertido es que el profeta se acredita ante Dios y ante el pueblo (rebelde) de Dios a través de esa relación conflictiva y a menudo dolorosa. El Señor le dice a Ezequiel: "sabrán que hubo un profeta." Es decir: la gente puede negar el contenido del mensaje pero de una o de otra forma tendrá que admitir que existió el mensajero, y que ese mensajero venía de Dios. En este sentido el profeta vence al final, pero el precio es morir a sí mismo y perder casi todo apoyo que no sea Dios.

SALMO RESPONSORIAL: 122

R./ Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.


A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en la manos de sus señores. R.


Como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia. R.


Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

 del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos. R.


OREMOS CON EL SALMO 

Este salmo es una humilde invocación a Dios, en la que se le pide tenga compasión de su pueblo en la aflicción. Las necesidades colectivas debe asumirlas el que ora como suyas propias. Somos solidarios en la tribulación y en la felicidad.  


SEGUNDA LECTURA

2CORINTIOS 12,7B-10

“Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo”

Hermanos: Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: "Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad." Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

En esta segunda lectura a la comunidad de Corinto, Pablo se nos presenta como un ejemplo a seguir. Es el gran apóstol pero es también el hombre débil, orgulloso a menudo; fue perseguidor de la iglesia y oponente cerrado a Jesús crucificado; siente en su cuerpo la presencia del mal, como una espina que lo ataca, como una acción del adversario que lo abofetea y sufre; quisiera  superarlo y vencer a su adversario (el diablo)  pero no puede. Pero aprende que la mejor solución es el camino de la unidad y la pequeñez, aceptar su debilidad, asumirla serenamente y ofrecerla al Señor, para que la misericordia de Dios se manifieste en su vida y lo transforme. La debilidad  asumida   es así el terreno que se va a manifestar y actuar,  la fuerza de Dios. Por eso, concluye el apóstol, “Estoy contento aún con las debilidades, insolencias, necesidades, persecuciones y angustias, por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy más fuerte. Que ojalá seamos capaces en esta semana  y siempre en nuestra vida, de asumir nuestras propias debilidades humanas, las enfrentemos con serenidad y las ofrezcamos al Señor para que su fuerza y su gracia se manifiesten en nosotros y se vea que es Dios el que hace cosas grandes  en nosotros débiles y enfermos.       

LECTURA DEL EVANGELIO

MARCOS 6,1-6


“No desprecian a un profeta más que en su tierra”

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. Palabra del Señor

REFLEXIÓN

 El texto del evangelio de Marcos de hoy  marca un punto clave: Jesús -que es presentado aquí como profeta- se encuentra con la absoluta falta de fe de los suyos, amigos y parientes. El "fracaso" de Jesús se va acentuando,  ya se empieza a presentir la "derrota" del Señor anticipada en la muerte del Bautista. Es característico del evangelio de Marcos presentar a sus destinatarios el aparente fracaso, la soledad, el "escándalo" de la cruz de Jesús. Esa cruz es la que comparten con él todos los perseguidos a causa de su nombre, como la comunidad misma de Marcos. En toda la segunda parte de este Evangelio lo encontraremos al Señor tratando -a solas con los suyos- de revelarles el sentido de un "Mesías crucificado" que será plenamente descubierto por el centurión -en la ausencia de cualquier signo exterior que lo justifique- como el "Hijo de Dios".

Los habitantes de Nazaret no dan crédito a sus oídos: ¿de dónde le viene esto que enseña en la sinagoga? "Si a éste lo conocemos, y a toda su parentela". La sabiduría con la que habla, los signos del Reino que salen de su vida, no parecen coherentes con lo que ellos conocen. Allí está el problema: "con lo que ellos conocen". Es que la novedad de Dios siempre está más allá de lo conocido, siempre más allá de lo aparentemente "sabido"; pero no un más allá “celestial”, sino un “más allá” de lo que esperábamos, pero “más acá” de lo que imaginábamos; no estamos lejos de la alegría de Jesús porque “Dios ocultó estas cosas a los sabios y prudentes y se las reveló a los sencillos”; no estamos lejos de la incomprensión de las parábolas: no por difíciles, sino precisamente por lo contrario, por sencillas. El "Dios siempre mayor" desconcierta, y esto lleva a que falte la fe si no estamos abiertos a la gratuidad y a la eterna novedad de Dios, a su cercanía. Por eso, por la falta de fe, Jesús "no podía hacer allí ningún milagro".

Jesús es mirado con los ojos de los paisanos como “uno más”. No han sabido ver en él a un profeta. Un profeta es uno que habla “en nombre de Dios”, y cuesta mucho escuchar sus palabras como “palabra de Dios”; cuesta mucho reconocer en quien es visto como “uno de nosotros” a uno que Dios ha elegido y enviado. Cuesta pensar que estos tiempos que vivimos son tiempos especiales y preparados por Dios (kairós) desde siempre. Pero en ese momento específico, Dios eligió a un hombre específico, para que pronuncie su palabra de Buenas Noticias para el pueblo cansado y agobiado de malas noticias. No es fácil reconocer el paso de Dios por nuestra vida, especialmente cuando ese paso se reviste de “ropaje común”, como uno de nosotros. A veces quisiéramos que Dios se nos manifieste de maneras espectaculares ‘tipo Hollywood’, pero el enviado de Dios, su propio Hijo, come en nuestras mesas, camina nuestros pasos y viste nuestras ropas. Es uno al que conocemos aunque no lo re-conocemos. Su palabra, es una palabra que Dios pronuncia y con la que Dios mismo nos habla. Sus manos de trabajador común son manos que obran signos, pero con mucha frecuencia nuestros ojos no están preparados para ver en esos signos la presencia del paso de Dios por nuestra historia.

Muchas veces nosotros tampoco sabemos ver el paso de Dios por nuestra historia, no sabemos reconocer a nuestros profetas. Es siempre más fácil esperar o cosas extraordinarias y espectaculares, o mirar alguien de afuera. Es más maravilloso mirar los milagros que nos anuncian los predicadores itinerantes y televisivos, que aceptar el signo cotidiano de la solidaridad y la fraternidad. Es más fácil esperar y escapar hacia un mañana que ‘quizá vendrá’, que ver el paso de Dios en nuestro tiempo, y sembrar la semilla de vida y esperanza en el tiempo y espacio de nuestra propia historia. Todo esto será más fácil,  ¿No sera que estamos dejando pasar a Jesús de largo?


ORACIÓN

Señor que nuestros oídos no se hagan sordos a tu voz, a tu Palabra, que nuestra vida no se haga indiferente a tu  llamado, que no te dejemos pasar de largo por nuestra vida sin que la transformes y la sanes y te hagas Señor de nuestra historia; auméntanos Señor  la fe, la esperanza y haznos también verdaderos profetas dignos de  extender tu Reino a pesar de las dificultades, persecuciones y  tropiezos.  Amén

“A pesar de las dificultades debemos ser fuertes para vivir de tal manera que otros tengan ganas de vivir como nosotros”


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mensaje o Intercesión por: