jueves, 1 de julio de 2021

Martes 27 de Julio de 2021

 

 

 “PACIENCIA Y PERDÓN”

 

PRIMERA LECTURA

ÉXODO 33,7-11;34,5B-9.28

 

“El Señor hablaba con Moisés cara a cara”

 

En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó "tienda del encuentro". El que tenía que visitar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro. Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés. Cuando el pueblo veía la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se prosternaba, cada uno a la entrada de su tienda. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvía al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda.

Y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: "Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación." Moisés al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: "Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya." Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua; y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos. Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

La primera lectura de hoy introduce un tema bellísimo, y hasta cierto punto inesperado, del libro del Éxodo: Moisés, el contemplativo. Quizá nos hemos acostumbrado a pensar en Moisés ante todo como un hombre de acción, por su fe resuelta que puso en marcha la inmensa odisea que da nombre al segundo libro de la Biblia. Pero ese vigor formidable no nace por pura generosidad, ni mucho menos del deseo de marcar con su huella las dunas del desierto del Sinaí. Su fuerza reside en el volumen de amor que le desborda el alma. Y su amor tiene su fuente propia en la oración. Dios y Moisés hablaban "como un hombre con su amigo". La unión de amistad es una preciosa imagen de lo que es la genuina oración. ¿Nos hemos dado cuenta de cuánto tiempo "perdemos" con nuestros verdaderos amigos? Y no es que lo "perdamos", es que el tiempo deja de existir, simplemente no importa, cuando el corazón se expande gozoso y libre ante otro corazón que sabe recibirlo. ¡Oh, feliz quien puede orar así!

 

SALMO RESPONSORIAL: 102

R./ El Señor es compasivo y misericordioso.

 

El Señor hace justicia

y defiende a todos los oprimidos;

enseñó sus caminos a Moisés

y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

 

El Señor es compasivo y misericordioso,

lento a la ira y rico en clemencia;

no está siempre acusando

ni guarda rencor perpetuo. R.

 

No nos trata como merecen nuestros pecados

ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,

se levanta su bondad sobre sus fieles. R.

 

Como dista el oriente del ocaso,

así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos,

siente el Señor ternura por sus fieles. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

Este salmo, es un canto de alabanza a Dios por la bondad que ha tenido con el pueblo y con el salmista en particular. En medio de la fragilidad del ser humano se revela la grandeza del amor de Dios. Al asumir el Hijo de Dios nuestra propia fragilidad, nos permite participar con él de la misma herencia y nos revela la inmensidad del amor de Dios. 

 LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 13,36-43

 

“Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo”

 

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña en el campo." Él les contestó: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga." Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Normalmente Jesús no explica el sentido de sus parábolas, porque ellas son un modo de hablar que debe provocar en el oyente una experiencia de búsqueda. Las parábolas no deben dejar a nadie cómodo con su vida y su pensamiento. Ellas provocan la necesidad de una aceptación o un rechazo. Tal vez esta parábola por la complejidad del tema de la cizaña incrustada en la historia de los humanos y la novedad de la semilla del reino necesita que Jesús aclare cómo pueden vivir juntas. ¿La arrancamos violentamente? Esto contradice la dinámica del reino. En el fondo Jesús nos está diciendo que deben convivir y la semilla del reino va a ir trabajando silenciosamente en la historia. Que se trata de un proceso lento pero constante de crecimiento de la semilla por su calidad, por su energía transformadora. Que nuestra tarea no consiste en lamentar los estragos que provoca la cizaña en la vida de los pueblos, sino que, como ciudadanos del reino nos toca sembrar semillas buenas, cargadas del proyecto de las bienaventuranzas. 

ORACIÓN  

Señor Jesús, ayúdanos a escuchar y a creer en tu Palabra. Que esta Palabra se convierta en un signo de paciencia y perdón en nuestra vida. Que podamos antes que mirar la cizaña que hay en la vida de los demás y en los diferentes círculos que nos rodean, identificar y reconocer que dentro de nosotros también hay cizaña, que podemos y si queremos corregirla y cambiarla más bien por buenas obras. Amén


 “¡Confía en el Señor! Deja que Dios sea Dios, Él se hace presente en lo ordinario y en lo extraordinario, en lo cercano y en lo lejano, en lo maravilloso y en lo elemental”


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