jueves, 1 de octubre de 2020

Domingo 11 de Octubre de 2020

 

“ESTAR EN EL BANQUETE DEL SEÑOR, ES UN PRIVILEGIO”

 

PRIMERA LECTURA

ISAÍAS 25,6-10A 

“El Señor preparará un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros”

 Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo ha dicho el Señor-. Aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte." Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

El mensaje de esta primera lectura pertenece al llamado “apocalipsis de Isaías”. El profeta ya después del destierro de Babilonia, describe en esta revelación el juicio de Dios contra su pueblo. Los acontecimientos inmediatos de la historia le sirven como signos que señalan lo que aún ha de venir cuando todo se revele y desaparezca el velo oscuro que ahora cubre todas las naciones. La lectura recoge bajo el símbolo de un gran banquete el aspecto positivo de este juicio de Dios. Se trata del banquete que Dios ha preparado para todos los pueblos ( Mt 8,11;22, 2-14; Ap. 19,9). Dios ha de reinar sobre todos los pueblos poniendo fin a todo regionalismo o nacionalismo excluyente sin sentido.

 

SALMO RESPONSORIAL: 22

R./ Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

 El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas. R.

 Me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

 Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa. R.

 Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término. R.

 OREMOS CON EL SALMO

Este es un Salmo impregnado de confianza, el Salmista expresa su serena certeza de que es guiado y protegido, puesto a salvo de todo peligro, porque el Señor es su pastor. Incluso en el desierto, lugar de carencia y de muerte no disminuye su certeza de una radical presencia de vida, hasta el punto de decir: “nada me falta”. El pastor adecua sus propios ritmos y sus propias exigencias a sus ovejas, camina y vive con ellas, guiándolas, atendiendo sus necesidades. La seguridad de su rebaño es su prioridad y a eso obedece su guía.


 SEGUNDA LECTURA

FILIPENSES 4,12-14.19-20

 “Todo lo puedo en aquel que me conforta”

 Hermanos: Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra del Señor.

 REFLEXIÓN

Terminando ya la carta a la pequeña comunidad de Filipo, Pablo adopta un tono personal muy cercano para agradecer a aquella comunidad la ayuda que ha recibido de ella en ciertas ocasiones. Es muy conforme con el resto de carta, la más íntima, quizás, de la correspondencia más tierna del corazón de Pablo. Como es normal en su modo de hablar, aprovecha de modo consciente la oportunidad para decir algo más profundo que solo el agradecimiento por la ayuda material recibida. Ello nos permite ver una visión  de la conducta  de Pablo que puede servir de modelo para otros cristianos. En este texto habla de una total disponibilidad y adaptación a las distintas circunstancias de la vida. No por orgullo o afán de puro autodominio o control,   sino para predicar el evangelio. Es un buen ejemplo de cómo el cristiano  no debe encasillarse en una forma determinada de vida.

 LECTURA DEL EVANGELIO

MATEO 22,1-14

 “A todos los que encontréis, convidadlos a la boda”

 En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

 El mensaje de Jesús en el evangelio está invitando a participar a todos a la gran fiesta o banquete que muestra lo que la fe que produce en Él: vida. La historia de la salvación queda resumida en un banquete de bodas. Cristo es el esposo. Dios Padre mismo es quien invita a esta boda. Desde antiguo, la generosidad de Dios no se hizo esperar. El primer invitado fue el pueblo de Israel. Pero Israel no acepto el llamado. Por lo que Dios llamo a los gentiles, paganos o extranjeros, a aquellos que no habían tenido todos los recursos con los que conto el pueblo de Israel y, constituyéndolos en hijos, los hizo participar del banquete.

 El evangelio nos muestra un horizonte universalista. En él podemos distinguir dos partes. En la primera, se presenta el Reino de Dios con ayuda de las acciones de un rey que quiere celebrar la boda de su hijo. Los símbolos de autoridad están expresamente seleccionados  giran en torno de la autoridad de Jesús. Para la celebración el rey envía a sus “sirvientes”, en dos oportunidades, a notificar a los que han sido previamente invitados que el banquete está pronto. La reacción es de una violencia creciente. Ante este fracaso, el rey ordena a los sirvientes de extender la invitación a la gente que está “al extremo de la calle” sin distinción de comportamiento ético, ya que entran al banquete “malos y buenos” (v. 10). La invitación ahora surte efecto ya que la sala se llena de invitados. Se trata de una llamada universal que supera todas las diferencias humanas y que reúne a todos en un mismo banquete. Esta perspectiva universal, aunque ocasionada por el rechazo de los invitados, va mucho más allá de lo que puede, en el rey, motivar ese rechazo. Se trata de una voluntad salvadora sin límites que aprovecha un momento de hostilidad para manifestarse. 

Los vv. 11-14 cambian bruscamente la perspectiva: viene la segunda parte. Aquí se trata de un caso particular de la participación al banquete. El cambio de perspectiva toma su punto de partida en la entrada del rey en la sala del banquete. Con esa entrada se señala un acontecimiento decisivo, un juicio que se opera en cada uno de los invitados. Haber entrado no da derecho automático a permanecer. Para participar plenamente al banquete es necesario haber aceptado el “vestido de fiesta”, el don de la fe. Uno de los presentes, aunque también llamado, no ha endosado el ropaje adecuado, no ha sido capaz del compromiso ético que acompaña a la llamada. La mudez ante la pregunta del rey, indica la ineficacia de la llamada en tal convidado y motiva la sentencia condenatoria que el rey pronuncia en un juicio instantáneo y decisivo que lo arroja a las tinieblas exteriores, donde reinan el llanto y el rechinar de dientes (v. 13). La tristeza ante Israel por no haber aceptado la invitación puede transferirse a los miembros de la comunidad eclesial que no sean capaces de las exigencias de la fiesta. Este destino reservado a los miembros “mudos” de la comunidad, incapaces de producir fruto coherente con su confesión de fe, pretende hacer un llamado concreto a cada uno de los integrantes comunitarios a tomar en serio la invitación que en principio han aceptado. La advertencia se hace más urgente gracias a la mención del mayor número de los llamados que de los escogidos (v. 14) que no busca determinar número sino fundamentar la seriedad con que se debe tomar la decisión frente al Reino

.El banquete del Reino es un don gratuito de Dios, pero exige que cada persona sea capaz de aceptar la invitación que se le dirige y, llevar una vida coherente con el significado de la invitación. Sólo con esas dos actitudes es posible mantenerse en el ámbito de la gracia divina que, aunque ilimitada, jamás avasalla la libertad humana. Esta  tarea no es  para el mas allá, es decir para el cielo, para después de la muerte. Esta es una exigencia para ya, para hoy, para esta historia, para este mundo en el que nos encontramos. ¿Tienes ya puesto el vestido requerido para el gran banquete? ¡Eres hoy invitado (a)!¡El dueño de la boda te espera!. ¡No lo dejes esperando!.

ORACIÓN

 Señor, Dios del amor y de la amistad, hoy te damos gracias por la invitación que nos haces a participar de la fiesta de bodas de tu hijo amado. Gracias por reunir a tu comunidad en torno a la mesa fraterna. Es una alegría y un honor para todos nosotros(as) compartir en ti la vida de comunidad. Tú lo tienes todo preparado y solo falta nuestra respuesta activa y comprometida. Que nuestras acciones de amor, bondad y de justicia, nuestra entrega y nuestro servicio a los hermanos se conviertan hoy en signos de la comunidad-mesa que construye la vida. Oramos, damos gracias y bendecimos la vida de Cristina Cantillo en su cumpleaños. Amén

 “Fuera de Dios el ser humano no puede encontrar su plenitud y en este sentido hay una obligación suprema que nos lleva a entrar en su lógica, a aceptar su invitación en su plan y en su Reino”

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