“NUNCA NADIE HA HABLADO COMO ÉL”
PRIMERA
LECTURA
JEREMÍAS 11,18-20
“Yo, como
cordero manso, llevado al matadero”
El Señor
me instruyó, y comprendí, me explicó lo que hacían. Yo, como cordero manso,
llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban:
"Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra vital, que su
nombre no se pronuncie más." Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas
rectamente, pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
Ante
la inminente marginación de los malvados contra su labor, el profeta Jeremías
acude a Dios, y pone en El toda su confianza. Solamente Él puede garantizarle
que su palabra es transparente, que su autenticidad es plena y que lo que esta
denunciando es obra de la revelación divina. Así como en los días anteriores
reflexionábamos sobre el siervo de Yahvé Y Moisés como figuras de Jesús, hoy
emerge Jeremías, un justo perseguido por su condición de profeta valiente. El
texto que leemos hoy es la primera de las llamadas “confesiones de Jeremías”.
Por gracia de Dios el profeta descubre las intenciones de sus enemigos,
paisanos para quitarlo de en medio, pues sus palabras certeras y su estilo de
vida les incomodan. Como el siervo sufriente en Isaías, Jeremías se siente como
un cordero llevado al matadero. Consciente de su propia debilidad, pide ayuda a
Yahvé en quien confía: “Pero Tú Señor de los Ejércitos, juzgas rectamente,
pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a
ti he encomendado mi causa.” El profeta
lucha sinceramente entre su modo de ser y la misión que él encuentra plenamente
desconcertante y contraria a su mentalidad.
En
este tiempo de Cuaresma sería muy iluminador para nuestra vida leer todo el
libro de Jeremías, tratando de descubrir la grandeza del corazón de este
profeta que, con su testimonio de amor y paciencia, prefigura ya al Mesías
Jesús, perseguido, calumniado y hecho burla a la mano de los pecadores.
SALMO RESPONSORIAL: 7
R. / Señor, Dios mío, a Ti me
acojo.
Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y
sálvame,
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R.
Júzgame, Señor, según mi
justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
Tú que sondeas el corazón y las
entrañas,
Tú, el Dios justo. R.
Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de
corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R.
OREMOS CON EL SALMO Y
ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
El
salmista expresa su vocación de que Dios ama la justicia y aborrece la maldad,
que al final el bien triunfará sobre el mal. Sus enemigos lo atacan
injustamente, por eso confía en Dios. La historia de Jesús nos muestra que la
victoria del bien y del mal no se realiza necesariamente en la vida presente de
cada individuo. Pero el cristiano sabe también que el amor es más fuerte que la
muerte.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 7,40-53
“¿Es que
de Galilea va a venir el Mesías?”
En aquel
tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús,
decían: "Éste es de verdad el profeta." Otros decían: "Éste es
el Mesías." Pero otros decían: "¿Es que de Galilea va a venir el
Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de
Belén, el pueblo de David?" Y así surgió entre la gente una discordia por
su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los
guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les
dijeron: "¿Por qué no lo habéis traído?" Los guardias respondieron:
"Jamás ha hablado nadie como ese hombre." Los fariseos les
replicaron: "¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe
o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos
malditos." Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era
fariseo, les dijo: "¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin
escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?" Ellos le replicaron:
"¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen
profetas." Y se volvieron cada uno a su casa. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Jesús es
causa de división y controversia, incluso para sus mismos adversarios. Su
sabiduría, es decir, su coherencia de vida es tal que aun los que le desprecian
y le persiguen quedan confundidos. Para
algunos, Jesús es un profeta, para otros es el Mesías. Pero el problema es que,
según la tradición, el Mesías no viene de un lugar marginal y lejano de la
ciudad santa, Jerusalén, sino de Belén la tierra natal del profeta David. Los sacerdotes
y los fariseos quieren acabar con Él porque, precisamente, se ha tomado el
atrevimiento de cuestionar la validez del culto y de la ley. El culto estaba
centrado prácticamente en el templo. También en las sinagogas se reunía la
comunidad judía para leer la torá, cantar los salmos, escuchar la instrucción
de los rabinos y hacer las oraciones prescritas. En el gran templo de Jerusalén
se ofrecían lo sacrificios de toda clase y por diversos motivos: purificación,
expiación y adoración.
Pero
mientras los primeros manejaban la dominación ideológica los segundos se
enriquecían con el negocio de los animales para el culto y los impuestos para
el sostenimiento del templo. Jesús denuncia con fuerza esa realidad que nada
tiene que ver con el plan de salvación de Dios. La única ley es el amor con
todas sus implicaciones y el verdadero templo es el corazón (el espíritu del
ser humano).
El pueblo
lo admira, los dirigentes lo temen, muchos lo evitan, porque sus palabras son
fuertemente cuestionadoras, tocan fibras interiores, desbaratan falsas
seguridades, derriban estructuras mentales que impiden que la verdad del
evangelio se transparente. Cuando el mensaje testimoniado y vivido cabalmente
por Jesús se asume con fidelidad y radicalidad, sucede lo mismo. Hoy se necesitan
hombres y mujeres que sean capaces de testimoniar, es decir, vivir con
autenticidad el mensaje liberador de Jesús, aunque haya que pagar el precio de
la persecución y el martirio.
ORACIÓN
Amado Jesús, ante ti nadie puede
ser indiferente. Concédenos la valentía para mantenernos como tus
discípulos(as), dejándonos transformar constantemente con tu Palabra para
lograr ser testigos y obreros que
motivamos a quienes nos rodean para que atiendan tu llamado y emprendan el
camino discipular de conversión, oración y acción, que restituye la vida y nos
hace cambiar nuestro interior y nuestro entorno, demostrando que no ha sido en
vano tu entrega y resurrección por la humanidad. Amén
“Si captamos sus
palabras y acciones, Él nos concede la
valentía para ser sus discípulos y dejarnos transformar”
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