martes, 1 de marzo de 2016

Sábado 05 de Marzo de 2016


“LA GRATUIDAD DEL AMOR DE DIOS ES LO QUE NOS LIBERA”

PRIMERA LECTURA
OSEAS 6,1-6

“Quiero misericordia, y no sacrificios”

Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra."¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá?. Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos." Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Hoy el amor es comparado con el agua. Amor de Dios, que es como lluvia de primavera, y fecunda la tierra de admirable modo; amor de Israel, que es como rocío engañoso pronto a evaporarse sin dejar más rastro que su recuerdo. La lluvia empapa; el rocío apenas moja. El amor de Dios penetra; el amor humano, si no tiene más cimiento que su gusto o conveniencia inmediata, apenas moja, de inmediato se evapora y deja tras de sí un horrible vacío. Primera enseñanza y primer cuestionamiento: ¿tu amor es lluvia que fecunda y transforma, o rocío que embellece sólo un instante, y desaparece?
SALMO RESPONSORIAL: 50
R. / Quiero misericordia, y no sacrificios.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Este Salmo -designado tradicionalmente con el nombre de Miserere, es la súplica penitencial por excelencia. El salmista es consciente de su profunda miseria (v. 7) y experimenta la necesidad de una total transformación interior, para no dejarse arrastrar por su tendencia al pecado (v. 4). Por eso, además de reconocer sus faltas y de implorar el perdón divino, suplica al Señor que lo renueve íntegramente, “creando” en su interior “un corazón puro” (v. 12). El tono de la súplica es marcadamente personal, y en el contenido del Salmo se percibe la influencia de los grandes profetas, en especial de Jeremías (24. 7) y Ezequiel (36. 25-27). En él se encuentra, además, el germen de la doctrina paulina acerca del “hombre nuevo” (Col. 3. 10; Ef. 4. 24).
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 18,9-14

“El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no”

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
La arrogancia y la autosuficiencia no son agradables a los ojos de Dios. La verdadera oración que agrada a Dios es la que nace de un corazón humilde y capaz de reconocer la condición pecadora. Este el sentido de la parábola del publicano y el fariseo. Sabemos por la historia bíblica que los fariseos eran un grupo religioso que había nacido como resistencia a la invasión cultural de los griegos unos dos siglos antes de Cristo Jesús. Pero con el paso del tiempo se convirtieron en los vigías y jueces del pueblo en cuanto al cumplimiento de la ley y las tradiciones. Jesús los confronta duramente por su dureza y doblez. Por otro lado, los publicanos eran un grupo de funcionarios públicos que habían comprado a Roma el derecho de cobrar impuestos. Eran verdaderos usureros y explotadores del pueblo. Por eso eran odiados por todos, porque además entraban en contacto con el dinero procedente de los paganos. Por eso el contraste que muestra Jesús entre el publicano y el fariseo de la parábola resultaba un golpe bajo para los oyentes. De alguna manera era denunciar la falsa religiosidad farisea y exaltar la autenticidad de la conversión del publicano impuro y pecador. Jesús coloca el acento en la autenticidad y sinceridad del arrepentimiento. ¡Cuidado! Podemos caer fácilmente en actitudes farisaicas…

ORACIÓN
Señor, por favor ayúdanos a hacernos justos ante ti, a ser auténticos, no por las obras y sacrificios que hagamos, sino por nuestra capacidad para escuchar, amar, la paciencia y la atención cargada de ternura y compasión para con nuestros semejantes. Si Amado Dios, queremos tener las cualidades tuyas que tanto te agradan, ser compasivos, humildes, quita de nosotros todo tipo de arrogancia, autosuficiencia, que seamos ricos en piedad, justos y misericordiosos. Amén


“Apreciemos el regalo del amor y el perdón de Dios para crecer en humildad y misericordia”

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