“PROFETIZAR
ES CONSTRUIR UN MUNDO SEGÚN EL QUERER DE DIOS”
Una
clave de comprensión para las lecturas de este domingo: «Nadie puede ser
excluido del servicio que se realiza en nombre de Dios». En medio de las
tradiciones del pueblo israelita por el desierto, el libro de los Números nos
presenta el relato del «reparto» del espíritu de Moisés, entre setenta miembros
del pueblo. La intención es que Moisés no tenga que llevar la carga solo. Con
esta decisión de Yavé, la responsabilidad queda repartida: cada uno de quienes
han recibido «parte» del espíritu que estaba en Moisés debería ser profeta en
el pueblo.
PRIMERA LECTURA
¿Estás celoso de
mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!
En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con
Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta
ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar
enseguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y
Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el
espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un
muchacho corrió a contárselo a Moisés: "Eldad y Medad están profetizando
en el campamento." Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven,
intervino: "Señor mío, Moisés, prohíbeselo." Moisés le respondió:
"¿Estás celoso de mí?"?¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta
y recibiera el espíritu del Señor!". Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El
capítulo 11 del libro de los Números
nos da cuenta de las etapas de la marcha por el desierto; la narración se
centra en una dificultad que tiene el pueblo: llevan varios meses comiendo maná
y ya se encuentran hastiados: «tenemos el alma seca» (v. 6), «no vemos más que
maná» (v. 6b), y con esto viene la tentación de añorar el tiempo de abundancia
de comida en Egipto. Por aquí podemos intuir la grave dificultad en que se
halla Moisés, ¿cómo hacer para que el pueblo no siga pensando en Egipto? El
desierto es el gran desafío. Detrás está Egipto, con su abundancia, pero
también con su esclavitud. Hacia delante está la promesa de una tierra, una
libertad, una vida digna, pero que hay que conquistar a precio de privaciones,
sacrificios, esfuerzos. El relato causa admiración porque Yavé monta en cólera...
Es un recurso literario para introducir la preocupación de Moisés, que se
expresa en una bella oración de intercesión por el pueblo. La solución que
plantea Yavé es la adecuada: reunir setenta representantes del pueblo para
repartir entre ellos el espíritu que estaba en Moisés; de esa manera la
dirección, orientación y concientización del pueblo sería obligación de muchos
y no sólo de Moisés. El espíritu que se dona a todas estas personas viene a
ser, entonces, profético; es decir, está en función de profetizar. Hay que
asumir que esta actividad profética está orientada a ayudar al pueblo a tomar
más y más conciencia del plan de Dios con ellos, a entender lo que hay
realmente detrás: Egipto y su abundancia de comida pero con su esclavitud que
es lo contrario al plan divino, y lo que está por delante: un desierto
inevitable, desafiante, mortal, pero al fin y al cabo, un medio que es
necesario asumir para poder llegar a la tierra de la libertad, tierra de
promisión. A cualquier persona del pueblo que, entendiendo las cosas así,
«catequizara» a sus hermanos en este sentido había que verlo como profeta
«autorizado» no porque hubiera estado necesariamente en la tienda del
encuentro, sino por estar en comunión con el ideal de Yavé.
Ese
parece ser el caso de Eldad y Medad. Ellos no estuvieron en el momento del
reparto del espíritu y sin embargo estaban profetizando. Viene la reacción de
Josué, el mismo que más tarde se encargará de guiar a su pueblo en los trabajos
de conquista y ocupación de la tierra prometida. Josué no entiende todavía que
todo el que influya de manera positiva en la conciencia del ser hermano, debe
ser considerado profeta, y por eso aconseja a Moisés que lo prohíba (v. 28).
Por su parte, Moisés ha captado muy bien que en el trabajo de liberación del
pueblo, todos y todas tienen una gran tarea, y responde a Josué con palabras
aparentemente duras, pero que en definitiva buscan también abrir la conciencia
de su ayudante: «ojalá todo el pueblo fuera profeta» (v. 29); ojalá cada uno
asumiera con verdadero empeño la tarea de concientizarse y concientizar a su
semejante, a su prójimo, ¿no es eso justamente lo que Dios quiere y espera? A
Josué pues, no le preocupaba mucho la necesidad de que cada miembro del pueblo
tuviera una conciencia bien formada para continuar hacia adelante por el
desierto; le preocupaba más defender lo «oficial», lo «autorizado» por Dios en
la tienda del encuentro, es decir lo «instituido», la defensa de «los derechos
de Dios».
SALMO RESPONSORIAL 18
R./ Los mandatos del Señor son
rectos y alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿Quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. R.
Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado. R
OREMOS
CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU
CONTEXTO
Este
salmo hace alabanza, la revelación de
Dios, primero en las obras de la creación y luego en la Ley, para terminar con
una humilde oración. La revelación de Dios tiene su punto culminante en Jesús,
Palabra definitiva de Dios, camino, verdad y vida.
SEGUNDA LECTURA
Vuestra riqueza
está corrompida.
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las
desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros
vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y
esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como
el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final!
El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está
clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el
oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y
entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis
y matasteis al justo; él no os resiste. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Esta segunda
lectura ejemplifica, lo que significa ejercer la profecía como una forma de
desenmascarar y denunciar la injusticia. Con un lenguaje fuerte Santiago
denuncia a los injustos haciéndoles ver el futuro que les espera por sus malas
acciones, pero al mismo tiempo enviándoles un mensaje para que cambie su conducta y caminen por la
justicia, equidad y responsabilidad social. Es un mensaje siempre presente a la
sociedad que pone por encima de todo el lucro y las ganancias. Santiago invita
a la comunidad de Jerusalén sobre el desprendimiento de los bienes terrenales,
recordemos que para los judíos la riquezas materiales son la verdadera
bendición, mientras que para los cristianos es la búsqueda del amor de Dios que
los lleva a ser solidarios y compartir sus bienes con todos los hermanos
especialmente los más necesitados, sino es así, las riquezas materiales se
pueden convertir en un obstáculo en la búsqueda del Reino de Dios, que puede
llevar a la comunidad y a cada uno de sus miembros a una infelicidad o
destrucción total; nos recuerda no aferrarse a los bienes materiales que son
pasajeros, que son vulnerables que pueden corromper el corazón humano. Más bien
Santiago invita a la comunidad a descubrir una riqueza mayor, que es Cristo
Jesús Resucitado, su Palabra que no pasa de moda, que no se compra ni se
vende.
LECTURA DEL
EVANGELIO
“El que no está contra nosotros está a favor
nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela”
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro,
hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido
impedir, porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo
impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal
de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que
os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se
quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que
creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo
echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en
la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si
tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser
echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más
te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos la
infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga." Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN
El evangelio
de Marcos nos presenta para este domingo, una situación semejante a la de la
primera lectura, con los discípulos de Jesús. Apenas transmitida por Jesús la
lección sobre quién es el mayor (Mc 9,33-37), se produce un incidente que tiene
que ver con la exclusividad de los miembros del grupo seguidor de Jesús. Juan
le cuenta a Jesús que le han impedido a un hombre expulsar demonios en su
nombre porque no se trataba de uno de los miembros del grupo (v. 38). No hay
una pregunta, cómo hacer en casos semejantes, qué posición asumir, etc. La
respuesta de Jesús es sabia, «nadie que obre un milagro en mi nombre puede
después hablar mal de mí» (v. 39), y «el que no está contra nosotros, está con
nosotros». En la tarea de construcción del reino nadie tiene la exclusiva. Tal
vez los discípulos no tenían claro o no recordaban que su pertenencia al grupo
de Jesús fue un don de pura gratuidad; ninguno de ellos presentó ante Jesús un
concurso de méritos para ser elegido; fue Jesús quien se presentó ante ellos,
se les atravesó a cada uno por su camino y los llamó, aun a sabiendas de que no
eran ni los mejores ni lo más representativo de su sociedad. En ese sentido
también otros y otras pueden seguir siendo llamados. En cada hombre y en cada
mujer Dios ha sembrado las semillas del bien; cómo y cuándo esas semillas
comienzan a germinar y dar frutos, eso es decisión de cada uno. A veces nos
parecemos a Juan y al resto de discípulos, nos ponemos celosos de quienes sin
pertenecer a la institución hacen obras mejores que las nuestras. Y sale
inevitablemente la frase: «pero ése o ésa es de tal o cual religión, o de tal o
cual grupo...». Anteponemos a la vocación universal de hacer el bien y a la
práctica del amor, unos intereses mezquinos y unos criterios de autoridad y de
exclusividad absolutamente rechazados por Jesús (cf. Mc 9,39)
El
diálogo de Jesús con sus discípulos refleja la situación de la comunidad para
la cual Marcos escribe su evangelio. Una comunidad quizás muy consciente de lo
que eran las exclusiones, pero al mismo tiempo en peligro de ser exclusivista,
con una excusa quizás aparentemente sana: «ser o no ser de los nuestros», «ser
o no ser del camino», «estar o no estar en el proceso...»,frases que pretendidamente intentan justificarse con la
excusa de defender la «pureza» de la fe o del «orden» o, en definitiva, de
«defender los derechos» de Dios. Pues bien, cuando se cae en el extremo de
«defender» a Dios, o los «derechos» de Dios, lo que se logra en definitiva es
minimizar a Dios, ponerlo en ridículo ante el mundo, y la consecuencia más
inmediata, la que previó Jesús y quizás la que ya se veía en la primera
comunidad, era la del escándalo a los más pequeños. A Jesús le preocupan los
«pequeños», no sólo los menores de edad, sino los que apenas empiezan a intuir
la dinámica del reino con la subsiguiente imagen de Dios que él propone.
Con todo,
a través de los siglos, los peligros de la comunidad primitiva se convierten en
hechos reales: cuántos creyentes promotores del bien, de la justicia y de la
paz excluidos o en entredicho sólo porque «no eran de los nuestros», cuántos Josués y Juanes empeñados todavía en «defender» una pretendida exclusividad
que, por supuesto, nadie posee, con lo cual lo único que logran es escandalizar
cada vez más a muchos, haciéndoles creer que Dios es tan pequeño, que puede
reducirse a los estrechos límites de un grupo o de una institución, aunque sus
adeptos se cuenten por millares. Si
logramos tomar conciencia de que Dios es más grande que un grupo o una
institución y que en ningún momento nuestra vocación es la de defender unos
supuestos derechos de Dios, sino simplemente servir, ponernos en función de
construir el Reino con y desde las múltiples posibilidades que ello implica
dada la insondable riqueza del mismo espíritu, entonces jamás se nos ocurrirá
pensar si éste o aquél es o no es «de los nuestros», sino mejor... ¡como
cooperar más y mejor con aquél o aquélla que tan bien están luchando por
construir aquí el Reino!
ORACIÓN
Señor Jesús tu que anunciaste,
denunciaste y buscaste siempre la justicia, la paz y la promoción del ser
humano desde el amor, hoy nos haces ver que nos has regalado múltiples dones,
capacidades, bendiciones, pero todo lo
que hemos recibido de ti, nos enseñas es para compartirlo con nuestros hermanos
para la construcción de tu proyecto de vida. Ayúdanos a hacerlo conforme a tu
voluntad, sin creernos más que otros, ni
excluirlos, sino con una mente abierta como la tuya. Amén
“No
perdamos la esperanza y los sueños de construir una civilización del amor,
comenzando por la base de la sociedad, la Familia”
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