“SER
SABIOS(AS) PARA SER JUSTOS(AS), PACÍFICOS(AS) Y MISERICORDIOSOS(AS)”
PRIMERA LECTURA
SABIDURÍA 2, 12. 17-20
“Lo condenaremos a muerte
ignominiosa”
Se
dijeron los impíos: "Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se
opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende
nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el
desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará
del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la
tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos
a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El libro de la Sabiduría recoge
la experiencia de los profetas de Israel y nos presenta a la persona «justa»
como el modelo de sabiduría. El modelo de piedad no lo constituye la persona
que hace sacrificios abundantes o que sigue con elegancia y delicadeza todos
los pormenores de los ritos litúrgicos. La persona ideal es la que vive la
justicia y muestra con sus obras que es posible realizar la voluntad de Dios en
este mundo. Pero, aunque este es el camino auténtico y querido por Dios, no por
ello, se puede realizar con simplicidad. La oposición no se hace esperar.
Incluso, al interior de la familia o del círculo de amigos. El que tome el
camino de la justicia, pronto se dará cuenta que hará el viaje en compañía de
pocas personas.
SALMO RESPONSORIAL: 53
R./El Señor sostiene mi vida.
Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende mis palabras. R.
Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. R.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.
OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Suplica
de un hombre injustamente perseguido y expresión de la confianza en el auxilio
divino.
El
Nuevo Testamento nos enseña a vencer el mal con el bien, a orar por los que nos
persiguen, como lo hizo Jesús.
SEGUNDA LECTURA
SANTIAGO 3, 16-4, 3
“Los que procuran la paz están
sembrando paz, y su fruto es la justicia.”
Queridos
hermanos: Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males.
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la
paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y
sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la
justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros?¿No es
de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis;
matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la
guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para
dar satisfacción a vuestras pasiones. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
La carta de Santiago nos da una explicación tan sencilla
como eficaz de la causa de los conflictos en la comunidad cristiana: la
ambición. En efecto, nadie roba, ni asesina ni arruina la vida ajena si no está
movido por algún tipo de ambición. El deseo de ser más fuerte que los demás, de
tener más capacidad económica, de asegurarse esta vida y la otra, no son sino
manifestaciones de la ambición. El problema, es que las personas que piensan
así, comienzan a ver al resto del mundo como un obstáculo a eliminar o como un
puente sobre el cual pasar. Pero, el problema de tales conductas, animadas y
patrocinadas por la sociedad, radica en que se constituyen en ideales de vida,
incluso de personas que se proclaman como cristianos. La carta de Santiago nos
invita a poner todas esas ideas a contraluz y a pasarlas por el inequívoco
tamiz del evangelio. La codicia de dinero, prestigio y poder nos puede conducir
por un camino sin regreso y nos puede alejar del cristianismo de manera
irreversible, aunque nos sigamos considerando cristianos y vayamos a misa todos
los días.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 9, 30-37
“El Hijo del hombre va a ser
entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.”
En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron
Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus
discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de
los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días
resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: "¿De qué
discutíais por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el camino habían
discutido quién era el más importante. Jesús se sentó llamó a los Doce y les
dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el
servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo
abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge
a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado."
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
En el evangelio de Marcos, el «camino» representa el itinerario de
formación de un buen discípulo. Jesús no quiere un grupo de fanáticos que le
entonen vivas a su nombre, sino un grupo de personas responsables que sean
capaces de asumir un proyecto. Por esta razón, sus esfuerzos se concentran en
la enseñanza de sus seguidores. Pero, la instrucción parte de los desaciertos y
de las respuestas erráticas que ellos van dando a lo largo del trayecto hacia
Jerusalén. Jesús debe superar el miedo cultural que invade a sus discípulos y
que les impide dirigirse a su «Maestro» con toda confianza. Para esto utiliza
una estrategia pedagógica muy ingeniosa. Retoma la discusión de los discípulos
que estaban concentrados no en su enseñanza, sino en la repartición de los
cargos burocráticos de un hipotético gobierno y reconduce la discusión mediante
un ejemplo tomado de la vida diaria. El «niño» era una de las criaturas más
insignificantes de la cultura antigua. Por su estatura y edad no estaba en
condiciones de participar en la guerra, ni en la política ni en la vida
religiosa. Jesús coloca a uno de esos pequeños en medio de ellos y muestra cómo
el presente y el futuro de la comunidad está en colocar en el centro no las
propias ambiciones, sino las personas más desprotegidas y simples. Sólo así se
revierte el sistema social de valores. Y sólo así, la comunidad es una
alternativa ante el «mundo», que ya sabe poner en el centro a las personas
adineradas. La novedad de Jesús consiste en hacer grande lo pequeño, lo
doméstico e insignificante.
Eso que Jesús revelaba -con
una paradoja- era muy serio: Jesús identificaba su propia suerte y la de Dios
con la suerte de los niños, los que no tienen derechos ni quien mire por ellos,
los últimos, los despreciados, los no tenidos en cuenta. Porque en realidad
todo él se identificaba con ellos: se había puesto de su lado, había asumido su
causa como propia. Por eso decía que todo servicio hecho a ellos se le hacía a
él mismo y, en definitiva, al Padre. Nuevamente ponía la jerarquía de valores
de la sociedad al revés o, mejor, al derecho. Una sociedad que mira sólo por
los de arriba –o en la que las decisiones la toman los que están arriba o miran
por los intereses de los de arriba- no garantiza ni el Reino ni la Vida; ésta
sólo puede sobrevivir en un mundo que desde abajo mire por los de abajo, los
que no tienen derechos.
ORACIÓN
Señor Jesús, en todo momento de
tu paso por la tierra nos enseñaste las claves de la paz y la justicia basadas
en la misericordia, la igualdad y el verdadero sentido de la comunidad.
Anhelamos imitarte, que nuestras acciones se traduzcan en compasión, en
amabilidad y en amor para nuestros hermanos, sobre todos para los más pobres y
desprotegidos. Ayúdanos a trabajar siempre por la paz que trae como regalo el
don supremo de la justicia. Amén.
“En la sociedad actual, que
refleja un ambiente hostil, debemos transparentar al Dios amoroso de Jesús, que
espera con ansia que sus hijos lo busquen”
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