martes, 1 de septiembre de 2015

Sábado 12 de Septiembre de 2015

Santísimo Nombre de María

CRECER DESDE ADENTRO Y SER COHERENTES

PRIMERA LECTURA
1TIMOTEO 1,15-17

Vino al mundo para salvar a los pecadores
Querido hermano: Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN

SALMO RESPONSORIAL: 112
R./Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre. R.

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO 
Canto de alabanza a Dios por su bondad especial con los pobres y afligidos. El canto de María (el Magníficat) desarrolla temas parecidos, pero relacionándolos con el acontecimiento central  de la historia de salvación: la venida del Mesías.  

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 6,43-49

¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: "No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Jesús propone lograr un equilibrio entre lo íntimo de la persona, que el evangelio llama corazón, y el comportamiento externo. Los frutos, por más hermosos que se vean, si provienen de un árbol enfermo son mera apariencia y fraude. Lo primero que debemos cuidar entonces es el árbol o el corazón, nuestro mayor tesoro, para que de él broten obras que reflejen el amor de Dios y el compromiso por una nueva y mejor sociedad. Vivir con sinceridad de corazón el proyecto de Jesús haría del mundo una casa más humana y fraterna. La coherencia entre fe y vida es un imperativo de madurez cristiana. Lucas termina el sermón de la llanura con una parábola cuyo mensaje es claro: las palabras de Jesús son para ponerlas en práctica. El verdadero discípulo es el que escucha y pone en práctica la Palabra de Dios, hasta el punto que los caudales o los huracanes de los problemas, las decepciones, las calumnias, las persecuciones… no logran socavar sus convicciones ni frenar sus acciones. De nada vale decir “¡Señor, Señor!” si no lo experimentamos en nuestros corazones ni lo practicamos en nuestra vida cotidiana. Que somos cristianos, pues, ¡que se nos note!

ORACIÓN
Señor que no nos disculpemos por el bien que no hacemos, que día a día nos sintamos comprometidos con nuestros hermanos y que les ayudemos a crecer a través de tu Palabra y testimonio. Que nuestra vida se construya sólo en ti que eres la verdadera roca que nos sostiene, que por el fruto que demos, muchos te conozcan, te amen y te sirvan. Amén.


“El amor tiene que ponerse en acción. Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón del que amamos” (Teresa de Calcuta)

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