martes, 1 de septiembre de 2015

Domingo 06 de Septiembre de 2015


“SOLO JESÚS PUEDE SANAR NUESTRA SORDERA ESPIRITUAL”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 35, 4-7ª

Los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará
Decid cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará." Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
El profeta Isaías es el profeta de la consolación. El pueblo en medio del dolor que ha generado el destierro, necesita de una voz de aliento y esperanza, por eso el profeta los invita a tener valor a que «no tengan miedo», es necesario confiar en Dios pues él va a salvar a su pueblo de la esclavitud. El profeta evoca con sus palabras el recuerdo de la tierra de Palestina con sus riquezas naturales, torrentes y manantiales, una tierra fértil y espaciosa, un paraíso o una tierra prometida, que les espera después del exilio, a la que regresarán como en un nuevo éxodo. En esta tierra se volverán a instaurar y reconstruirán el Templo, la ciudad y la historia. Y vivirán en plenitud, llenos de vida y salud, con sus órganos de los sentidos completos, capaces de percibir lo que está pasando a su alrededor. En las mismas palabras del profeta, se puede descubrir la fuerza de Dios, que busca reanimar a los abatidos y transformar la tierra devastada. El profeta anuncia tantos bienes que parece la llegada de los tiempos mesiánicos.
SALMO RESPONSORIAL 145
R./Alaba, alma mía, al Señor

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
 que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
 el Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión de edad en edad. R.

OREMOS CON EL SALMO  Y ACERQUÉMONOS  A SU CONTEXTO
Otro canto de alabanza al reinado de Dios en favor de los necesitados.
Jesús proclama el reinado de Dios y lo presenta con sus obras de compasión y de poder.

SEGUNDA LECTURA
SANTIAGO 2, 1-5

¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres para hacerlos herederos del reino?
Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: "Por favor, siéntate aquí en el puesto reservado." Al pobre, en cambio: "Estate ahí de pie o siéntate en el suelo." Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La carta de Santiago es un reclamo fuerte a la fraternidad. El que hace distinción de personas en la asamblea, es decir, en la celebración litúrgica, no puede ser cristiano. Santiago en su carta nos habla de diferencias y desigualdades en el interior de la misma comunidad, paradójicamente donde se tendría que construir otro modelo que prefigure la relación que los seres humanos deben construir en la vida social. En una palabra: la fraternidad, como fruto del mandamiento del amor, empieza en la misma celebración litúrgica y se debe hacer realidad en las relaciones sociales de los miembros de la comunidad. Cada vez que el cristiano celebra la eucaristía debe asumir el compromiso del amor real, un amor que se hace efectivo en las obras que enriquecen la vida y la llenan de contenidos de humanización. Ésta es una tarea que tenemos que asumir para hacer de la celebración cristiana un espacio de vida abundante y de experiencia profunda de amor.
LECTURA DEL EVANGELIO
MARCOS 7, 31-37

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: "Effetá", esto es "Ábrete". Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos." Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El evangelio de hoy nos presenta una situación concreta que sirve de paradigma para la obra salvadora de Jesús. Nos encontramos con un hombre sordo y tartamudo: ni escucha la palabra ni se expresa claramente en su diálogo con Dios y con los demás. La comunidad entonces, en un servicio muy bello de solidaridad, lo presenta a Jesús y le ruega que le imponga las manos para sanarlo.
Las acciones de Jesús, que a más de uno le podrán parecer incómodas y hasta sucias (meter sus dedos en los oídos del sordo y ponerle saliva en su boca), tienen, en cambio, un contenido teológico preciso tomado del rito bautismal primitivo. Jesús es el Creador de hombres y mujeres nuevos. Por eso, al estilo de Dios Alfarero en Génesis, (2,7), Isaías (64,7) o Jeremías (18,1-6), se acerca a nuestra debilidad, toma nuestro barro, da una Palabra poderosa y hace con nosotros una nueva creación. Por eso, el sordo que no escuchaba nada, ahora tiene oídos abiertos para escuchar;  el que no podía ni hablar, ahora, sin dificultad, proclama la acción maravillosa de Jesús y alaba a Dios en medio de la comunidad. Es un hombre nuevo, abierto a la acción creadora de Jesús, disponible en sus manos, comprometido con el testimonio y la alabanza.
Cada uno de nosotros está, pues, invitado a mirar su vida, reconocer su debilidad y ponerse en las manos de Jesús, el autor de la nueva creación. Sólo Él nos puede cambiar, y quiere hacerlo, para que nuestra realidad de discípulos sea más clara y comprometida.

ORACIÓN
Bendito Dios hoy te pedimos nos ayudes a que nuestros oídos  estén siempre abiertos a escuchar tu Palabra y hacerla vida en nuestra realidad,  que nuestros labios se abran para contar tus maravillas y para bendecir a otros; danos la capacidad de amar  y servir, queremos ser hombres y mujeres nuevos para tu Reino. Amén.


“Quien poco a poco abre sus oídos a la Palabra de Dios, se adhiere a su proyecto con total libertad y disponibilidad”

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