lunes, 1 de septiembre de 2014

Domingo 14 de Septiembre 2014

“ÉL, PERDONA NUESTRAS OFENSAS SI  PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN”


PRIMERA LECTURA
ECLESIÁSTICO 27, 33-28,9

También el rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio de pecador. El hombre vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de todos sus pecados. Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados. Si un hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane? No tiene piedad de un hombre semejante a él, ¡y se atreve a implorar por sus pecados!. Él, un simple mortal, guarda rencor: ¿quién le perdonará sus pecados?. Acuérdate del fin, y deja de odiar; piensa en la corrupción y en la muerte y sé fiel a los mandamientos; acuérdate de los mandamientos, y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa. Evita los altercados y pecarás mucho menos, porque el hombre iracundo enciende las disputas. El pecador siembra la confusión entre los amigos y crea división entre los que vivían en paz. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
El rencor suele aflorar inexorablemente en venganza, ya que esta es solo su manifestación interna. Tardará más o menos en manifestarse, pero como una fiera al acecho, en cualquier momento sacará sus garras para hacer daño; es el tema que nos propone la primera lectura del Eclesiástico. El rencor y su consecuencia no suele quedar impune ya que siguiendo la ley del Talión, el rencoroso siempre cae en su propia trampa; así nos lo recuerda el viejo sabio autor del Eclesiástico: “Tira una piedra a lo alto y te caerá a la cabeza….. el que cava una fosa caerá en ella, el que tiende una red quedará cogido en ella; el que hace el mal se le volverá contra él, aunque no sepa de donde viene” (Eclo 27, 25-27). Por lo tanto en torno al rencor  se da una relación entre causa y efecto. Mediante tres preguntas el autor intenta hacernos ver el error que comete todo hombre rencoroso. Porque si el hombre, ser débil y enfermo, no sabe compadecerse de otro hombre, también débil y enfermo igual que él ¿Cómo se atreve a pedir el perdón a Dios?, su postura sería hipócrita y contradictoria.  En un mundo sumergido en la cultura del rencor, el odio y la venganza, se hace importante la propuesta del perdón.

SALMO RESPONSORIAL: 102
R. / Bendice alma mía al Señor

Bendice al Señor, alma mía, 
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; 
2 bendice al Señor, alma mía, 
y nunca olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas 
y cura todas tus dolencias; 
 rescata tu vida del sepulcro, 
te corona de amor y de ternura; 
él colma tu vida de bienes, 
y tu juventud se renueva como el águila. 

 El Señor hace obras de justicia 
y otorga el derecho a los oprimidos; 
él mostró sus caminos a Moisés 
y sus proezas al pueblo de Israel. 

OREMOS CON EL SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Este Salmo es un canto de alabanza a Dios por la bondad que ha tenido con el pueblo y con el salmista en particular. En medio de la fragilidad del ser humano se revela la grandeza del amor de Dios. Al asumir el Hijo de Dios nuestra propia fragilidad, nos permite participar con él de la misma herencia y nos revela la inmensidad del amor de Dios.

SEGUNDA LECTURA
ROMANOS 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en la vida como en la muerte, del Señor somos. Para eso murió Cristo y volvió a la vida: para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La carta a los Romanos nos deja un recuerdo de las razones o motivaciones profundas que debe tener la conducta cristiana: somos y pertenecemos al Señor Jesús, aún en acciones como el vivir y morir, que parecerían individuales y  egoístas. Pero todo tiene un sentido hasta perdonar incluso en contra de lo que el mundo considera normal y justo. Pablo da unas orientaciones prácticas a la comunidad cristiana para que en ella siempre reine el respeto mutuo, el amor compasivo y el perdón. El judaísmo ya conocía el deber del perdón de las ofensas, pero todavía se trataba de una conquista reciente que desde el amor buscaba liberar plenamente el corazón del ser humano.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 18,21-35
Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús: —Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete?
Jesús le contestó: —No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
 »Por esto, sucede con el reino de los cielos como con un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios.  Estaba comenzando a hacerlas cuando le presentaron a uno que le debía muchos millones.  Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, para que quedara pagada la deuda.  El funcionario se arrodilló delante del rey, y le rogó: “Tenga usted paciencia conmigo y se lo pagaré todo.”  Y el rey tuvo compasión de él; así que le perdonó la deuda y lo puso en libertad.
 »Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero suyo que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y comenzó a estrangularlo, diciéndole: “¡Págame lo que me debes!”  El compañero, arrodillándose delante de él, le rogó: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.”  Pero el otro no quiso, sino que lo hizo meter en la cárcel hasta que le pagara la deuda.  Esto dolió mucho a los otros funcionarios, que fueron a contarle al rey todo lo sucedido.  Entonces el rey lo mandó llamar, y le dijo: “¡Malvado! Yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste.  Pues tú también debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.”  Y tanto se enojó el rey, que ordenó castigarlo hasta que pagara todo lo que debía.
 Jesús añadió: —Así hará también con ustedes mi Padre celestial, si cada uno de ustedes no perdona de corazón a su hermano. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La comunidad de Mateo descubre y experimenta al Dios que trae Jesús, como un Dios que ama profundamente a su pueblo, que no se lo merecía ni por su grandeza cultural, ni por su poderío político, ni por su fidelidad religiosa, ni por ningún otro valor antecedente, y a nosotros se nos invita hoy a experimentar ese amor y a actuar en gratitud, amando a los que nos han hecho daño y a los que no nos pueden devolver ningún bien. La muestra más palpable de la profundidad del amor que experimentan los seguidores de Jesús es que pueden perdonar. En el perdón el amor se hace concreto y  real. Ya no es un ser abstracto objeto de amor. Es la persona viva, con todas sus limitaciones y  pecados, indigente y necesitada, a veces molesta e irritante.  El verdadero amor es perdón o no es nada. El perdón es la única posibilidad de amar en un mundo en que la cruz de Cristo nos habla de la existencia del mal. No necesitamos cerrar los ojos  y fingir hombres que no existen, en la comunidad del perdón, aludimos a la gente concreta que conocemos, que amamos, que forman parte de nuestra vida, pero que consciente o inconscientemente  nos han dañado en algo, nos han ofendido con intención o sin ella, y a ellos precisamente a ellos, aunque no lo merezcan debemos entregar el regalo y bendición del perdón. El perdón es un beneficio del amor, es el mismo amor en acción; amamos perdonando y sólo perdonamos cuando amamos; en primera instancia a nosotros mismos que recibimos en el amor la liberación del rencor, del odio, del sentimiento negativo que nos destruye. Perdonar desde el amor es sanar. Por eso hoy el Señor nos invita a ser sanos desde el perdón.
“¿Quieres ser sano(a) hoy?, pues la única medicina se llama el perdón”.
 
ORACIÓN
Dios Padre del perdón, si tú no nos tratas como merecen nuestras acciones, pensamientos y sentimientos, sino que nos sigues amando y mostrando el camino recto, ¿quiénes somos para guardar odio o rencor o desear el mal a quienes nos hacen daño o viven fuera de ti? Por favor, ayúdanos, no permitas que nos olvidemos de perdonar hasta setenta veces siete… (siempre). Y también, a recordar que la verdadera amistad supone un pacto de fidelidad y una capacidad de dar sin esperar respuesta. Amén


“Nadie puede vanagloriarse de no tener defectos, examinando los suyos cada cual aprende a perdonar los del prójimo”

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