“ÉL, PERDONA
NUESTRAS OFENSAS SI PERDONAMOS A LOS QUE
NOS OFENDEN”
PRIMERA
LECTURA
ECLESIÁSTICO
27, 33-28,9
También el
rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio de pecador. El hombre vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará
cuenta exacta de todos sus pecados. Perdona el
agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados. Si
un hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane? No tiene
piedad de un hombre semejante a él, ¡y se atreve a implorar por sus pecados!.
Él, un simple mortal, guarda rencor: ¿quién le perdonará sus pecados?.
Acuérdate del fin, y deja de odiar; piensa en la corrupción y en la muerte y sé
fiel a los mandamientos; acuérdate de los mandamientos, y no guardes rencor a
tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa. Evita los
altercados y pecarás mucho menos, porque el hombre iracundo enciende las
disputas. El pecador siembra la confusión
entre los amigos y crea división entre los que vivían en paz. Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
El rencor suele
aflorar inexorablemente en venganza, ya que esta es solo su manifestación
interna. Tardará más o menos en manifestarse, pero como una fiera al acecho, en
cualquier momento sacará sus garras para hacer daño; es el tema que nos propone
la primera lectura del Eclesiástico. El rencor y su consecuencia no suele
quedar impune ya que siguiendo la ley del Talión, el rencoroso siempre cae en
su propia trampa; así nos lo recuerda el viejo sabio autor del Eclesiástico:
“Tira una piedra a lo alto y te caerá a la cabeza….. el que cava una fosa caerá
en ella, el que tiende una red quedará cogido en ella; el que hace el mal se le
volverá contra él, aunque no sepa de donde viene” (Eclo 27, 25-27). Por lo
tanto en torno al rencor se da una
relación entre causa y efecto. Mediante tres preguntas el autor intenta
hacernos ver el error que comete todo hombre rencoroso. Porque si el hombre,
ser débil y enfermo, no sabe compadecerse de otro hombre, también débil y
enfermo igual que él ¿Cómo se atreve a pedir el perdón a Dios?, su postura
sería hipócrita y contradictoria. En un
mundo sumergido en la cultura del rencor, el odio y la venganza, se hace
importante la propuesta del perdón.
SALMO
RESPONSORIAL: 102
R. / Bendice
alma mía al Señor
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
2 bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
él colma tu vida de bienes,
y tu juventud se renueva como el águila.
El Señor hace obras de justicia
y otorga el derecho a los oprimidos;
él mostró sus caminos a Moisés
y sus proezas al pueblo de Israel.
OREMOS CON EL
SALMO Y ACERQUÉMONOS A SU CONTEXTO
Este Salmo es un
canto de alabanza a Dios por la bondad que ha tenido con el pueblo y con el
salmista en particular. En medio de la fragilidad del ser humano se revela la
grandeza del amor de Dios. Al asumir el Hijo de Dios nuestra propia fragilidad,
nos permite participar con él de la misma herencia y nos revela la inmensidad
del amor de Dios.
SEGUNDA LECTURA
ROMANOS
14, 7-9
Ninguno de
nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. Si vivimos, para
el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en
la vida como en la muerte, del Señor somos. Para eso murió
Cristo y volvió a la vida: para ser Señor tanto de los muertos como de los
vivos. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La carta a los
Romanos nos deja un recuerdo de las razones o motivaciones profundas que debe
tener la conducta cristiana: somos y pertenecemos al Señor Jesús, aún en
acciones como el vivir y morir, que parecerían individuales y egoístas. Pero todo tiene un sentido hasta
perdonar incluso en contra de lo que el mundo considera normal y justo. Pablo
da unas orientaciones prácticas a la comunidad cristiana para que en ella
siempre reine el respeto mutuo, el amor compasivo y el perdón. El judaísmo ya
conocía el deber del perdón de las ofensas, pero todavía se trataba de una
conquista reciente que desde el amor buscaba liberar plenamente el corazón del
ser humano.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO 18,21-35
Entonces Pedro
fue y preguntó a Jesús: —Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si
me hace algo malo? ¿Hasta siete?
Jesús le
contestó: —No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
»Por esto, sucede
con el reino de los cielos como con un rey que quiso hacer cuentas con sus
funcionarios. Estaba comenzando
a hacerlas cuando le presentaron a uno que le debía muchos millones. Como aquel
funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como
esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, para que quedara
pagada la deuda. El funcionario se
arrodilló delante del rey, y le rogó: “Tenga usted paciencia conmigo y se lo
pagaré todo.” Y el rey tuvo
compasión de él; así que le perdonó la deuda y lo puso en libertad.
»Pero al salir,
aquel funcionario se encontró con un compañero suyo que le debía una pequeña
cantidad. Lo agarró del cuello y comenzó a estrangularlo, diciéndole: “¡Págame
lo que me debes!” El compañero,
arrodillándose delante de él, le rogó: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré
todo.” Pero el otro no
quiso, sino que lo hizo meter en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Esto dolió mucho
a los otros funcionarios, que fueron a contarle al rey todo lo sucedido. Entonces el rey
lo mandó llamar, y le dijo: “¡Malvado! Yo te perdoné toda aquella deuda porque
me lo rogaste. Pues tú también
debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión
de ti.” Y tanto se enojó
el rey, que ordenó castigarlo hasta que pagara todo lo que debía.
Jesús añadió:
—Así hará también con ustedes mi Padre celestial, si cada uno de ustedes no
perdona de corazón a su hermano. Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
La comunidad de
Mateo descubre y experimenta al Dios que trae Jesús, como un Dios que ama
profundamente a su pueblo, que no se lo merecía ni por su grandeza cultural, ni
por su poderío político, ni por su fidelidad religiosa, ni por ningún otro
valor antecedente, y a nosotros se nos invita hoy a experimentar ese amor y a
actuar en gratitud, amando a los que nos han hecho daño y a los que no nos
pueden devolver ningún bien. La muestra más palpable de la profundidad del amor
que experimentan los seguidores de Jesús es que pueden perdonar. En el perdón
el amor se hace concreto y real. Ya no
es un ser abstracto objeto de amor. Es la persona viva, con todas sus
limitaciones y pecados, indigente y
necesitada, a veces molesta e irritante.
El verdadero amor es perdón o no es nada. El perdón es la única
posibilidad de amar en un mundo en que la cruz de Cristo nos habla de la
existencia del mal. No necesitamos cerrar los ojos y fingir hombres que no existen, en la
comunidad del perdón, aludimos a la gente concreta que conocemos, que amamos,
que forman parte de nuestra vida, pero que consciente o inconscientemente nos han dañado en algo, nos han ofendido con
intención o sin ella, y a ellos precisamente a ellos, aunque no lo merezcan
debemos entregar el regalo y bendición del perdón. El perdón es un beneficio
del amor, es el mismo amor en acción; amamos perdonando y sólo perdonamos
cuando amamos; en primera instancia a nosotros mismos que recibimos en el amor
la liberación del rencor, del odio, del sentimiento negativo que nos destruye.
Perdonar desde el amor es sanar. Por eso hoy el Señor nos invita a ser sanos
desde el perdón.
“¿Quieres ser
sano(a) hoy?, pues la única medicina se llama el perdón”.
ORACIÓN
Dios Padre del
perdón, si tú no nos tratas como merecen nuestras acciones, pensamientos y
sentimientos, sino que nos sigues amando y mostrando el camino recto, ¿quiénes
somos para guardar odio o rencor o desear el mal a quienes nos hacen daño o
viven fuera de ti? Por favor, ayúdanos, no permitas que nos olvidemos de
perdonar hasta setenta veces siete… (siempre). Y también, a recordar que la
verdadera amistad supone un pacto de fidelidad y una capacidad de dar sin
esperar respuesta. Amén
“Nadie
puede vanagloriarse de no tener defectos, examinando los suyos cada cual
aprende a perdonar los del prójimo”
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