sábado, 1 de junio de 2013

Sábado 8 de junio 2013

Inmaculado Corazón De María 

“DAR DE CORAZÓN DESDE LO POCO O MUCHO QUE SE TIENE”

PRIMERA LECTURA
ISAÍAS 61, 9-11
“Desbordo de gozo con el Señor

La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido con un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
El profeta Isaías en esta primera lectura, invita al pueblo a recuperar la alegría, una vez regresaron del exilio; la reconstrucción de la patria devastada no ha sido fácil. Entonces el profeta hace un anuncio gozoso, que afirma que realmente la reconstrucción será una realidad; en la ciudad recuperada, se realizarán los anhelos de una vida nueva y feliz para todos. Entonces, Jerusalén estalla en un cántico de alabanza, reconociendo que será una ciudad modelo en justicia (se acabará el dolor de los sufren), la necesidad de los desplazados, los hambrientos, el desamparo de los desvalidos, el desprecio de los pequeños) y en el culto verdadero de Dios ya no habrán más idolatrías. Claro está que todo esto se cumplirá cuando Dios mismo en la persona de su Hijo Jesucristo, desde su corazón misericordioso, desde el corazón de la virgen María  que hoy celebramos, quien lo engendra, antes que en su vientre en su corazón; el corazón de la virgen Madre está asociado íntimamente e inseparablemente al Corazón de Jesús su Hijo Señor y Salvador. Por eso hoy, un día después de haber celebrado el Corazón de Jesús, la iglesia a través de la liturgia nos invita a detenernos y contemplar el misterio del corazón de la virgen Madre.    

INTERLECCIONAL: 1SAMUEL 2, 1. 4-8
R./ Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.

Mi corazón se regocija por el señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.

Se rompen los arcos de tus valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 2,41-51

Conservaba todo esto en su corazón”

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
“Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.”
Él les contestó:
“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El evangelio nos presenta el conocido episodio de Jesús perdido y hallado en el Templo a la edad de doce años. El relato es una joya de reflexión teológica sobre el misterio de Jesús. Es la primera vez que en el evangelio de Lucas, el joven Jesús manifiesta la propia personalidad teológica bajo dos aspectos: su extraordinaria y precoz sabiduría y su relación filial única con el Padre del cielo.
El diálogo del joven Jesús con María su madre es de un gran espesor teológico. La “incomprensión” de María y José representan la reacción natural de quien se encuentra frente a un hecho que supera las expectativas y la comprensión humana. La fe de María y de José, como la fe de todo creyente auténtico, se ve siempre superada por la realidad insondable del misterio de Dios.
A los doce años, Jesús revela su auténtica realidad de Maestro y de Hijo, tomando distancia frente a la realidad limitada y cotidiana de su condición humana. Es la primera revelación que Jesús hace de su persona y de su destino, y el creyente auténtico, como María su madre, aun no comprendiendo todo, “conserva cuidadosamente todas las cosas en su corazón” meditándolas (Lc 2,51, Lc 2,19). María entiende que también para ella comienza el fatigoso camino de la fe. Una fe que le hará descubrir el misterio escondido en aquel joven hijo suyo y que le hará ir perdiendo a su hijo como posesión para recibirlo como don salvador de Dios a los pies de la cruz.
La experiencia de María es la experiencia de cada padre de familia, que debe aceptar en el hijo un proyecto que no le pertenece, el proyecto nuevo y libre de una persona distinta, que no se puede poseer totalmente y a la cual los padres no le podrán imponer un destino establecido previamente. Pero la experiencia de María es sobre todo la experiencia del creyente que sabe encontrar a Jesús “en la Casa del Padre”, es decir, como Sacramento de la sabiduría y de la presencia de Dios entre nosotros. Una experiencia que cada familia está llamada a vivir, convirtiéndose en pequeña “iglesia doméstica”, en donde cada hijo, educado en la fe y en los grandes valores de la solidaridad humana, pueda crecer “en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”, a imagen del adolescente Jesús de Nazaret.

ORACIÓN
Por favor Dios amado, desata en nuestro ser una unción tan fuerte que logremos desprendernos de lo que tenemos, liberarnos de nuestros apegos,  y dar a quien realmente necesite de lo que yo poseo. Señor, para hacerlo sin temor, sin medida, como nos enseñan Tú y la bendita madre María.   Amén.

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