sábado, 1 de junio de 2013

Domingo 23 de junio de 2013


“LA NECESIDAD DE LA CRUZ EN LA VIDA DEL CRISTIANO”

PRIMERA LECTURA
ZACARÍAS 12, 10-11; 13, 1

“Mirarán al que atravesaron”
Así dice el Señor: "Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia.
Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo Único, y llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el valle de Meguido."
Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas. Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La primera lectura hace referencia a los tiempos mesiánicos. “Derramaré sobre la casa de David un espíritu de gracia y oración. Y mirarán al que traspasaron” y llorarán como quien llora a un primogénito. El “traspasado” recuerda al Siervo de Yahveh, figura de Cristo en su Pasión. San Juan concluye la crucifixión de Jesús diciendo: “para que se cumplan las Escrituras: mirarán al que traspasaron”. Dios concede la conversión del corazón por medio de una víctima que es Cristo, el Siervo paciente; su cuerpo traspasado se mirará con la mirada salvadora de la fe.

SALMO RESPONSORIAL: 62
R. / Mi alma está sedienta de Ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
 mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.

SEGUNDA LECTURA
GÁLATAS 3, 26-29

“Los que habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo”

Hermanos: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús.
Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En la segunda lectura de hoy, el tema de la ley mosaica como innecesaria y abolida después de la venida de Cristo, pues la fe en él es lo que nos justifica ante Dios, es el problema básico de la carta a los Gálatas, en que Pablo responde a los judeocristianos que no acertaban a desprenderse de las formas judaizantes y que veían con recelo la doctrina y la praxis del apóstol.

Por eso, después de afirmar la función transitoria y pedagógica de la ley, afirma Pablo el paso a la realización actual de las promesas en la venida de Cristo y en la fe del Evangelio. Cristo es el acontecimiento decisivo de la historia de salvación; por la fe en él y por el bautismo somos constituidos todos en hijo de Dios, somos justificados. Al decir todos acentúa Pablo que no solamente los judíos, sino también las demás razas y pueblos.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 9, 18-24

“Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho”
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas."
Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"
Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios."
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día."
Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Tres partes componen la lectura: 1). La confesión mesiánica de Pedro (vv. 18-21); 2). El primer anuncio de la Pasión (v. 22); Lucas ha omitido la reprimenda que Jesús dirige a Pedro, cuando éste, ante el anuncio de la Pasión, se opone a ello; 3). Las condiciones para el seguimiento de Cristo (vv. 23-24).
Lucas es el único que nota significativamente la oración de Jesús que precede la confesión de mesianidad y al anuncio de la Pasión (v. 18). Como la figura del Mesías en la mente de los apóstoles estaba teñida de triunfalismos terrenos, Jesús les educa en ese gran misterio del Reino: su propia Pasión y Muerte (v. 22). Sigue finalmente un pasaje que nos recuerda el discurso apostólico de Mt. 10: condiciones que Jesús pide a sus seguidores: abnegación, disponibilidad absoluta y sufrimiento efectivo (vv. 23-24).

Si queremos ir con Jesús tenemos que aceptar sus condiciones y entenderlas como Él las entiende. Negarse a sí mismo equivale a “no tener nada que ver” con la persona de la que se reniega. Negarse a sí mismo es descentrarse, no ser ya el centro de su propio proyecto. Es poner la vida entera al servicio del otro, en este caso el proyecto de Jesús. A esto Jesús le llama perder la vida por él. Y quien lo haga así “ganará”, salvará su vida. La condición que pone Jesús para seguirle no pretende quitarnos valor sino orientar nuestras energías y valores a la construcción del Reino que él inició negándose, también Él, a sí mismo, para cumplir en todo la voluntad del Padre.

ORACIÓN

Señor, ayúdanos como tus seguidores(as) a asumir el compromiso de aceptar y cargar la cruz; que  miremos en los momentos de dificultad y sufrimiento tu triunfo sobre el bien y el mal. Reconociendo que solamente contigo lograremos ser instrumentes de transformación en la familia, comunidad y sociedad. Amén    

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