sábado, 1 de junio de 2013

Jueves 20 de junio de 2013


“LA MEJOR RESPUESTA AL AMOR DE DIOS: LA GRATITUD”


PRIMERA LECTURA
2CORINTIOS 11,1-11

“Os anuncié de balde el Evangelio de Dios”
Hermanos: Ojalá me toleraseis unos cuantos desvaríos; bueno, ya sé que me los toleráis. Tengo celos de vosotros, los celos de Dios; quise desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo como una virgen intacta. Pero me temo que, igual que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se pervierta vuestro modo de pensar y abandone la entrega y fidelidad a Cristo. Se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente del que yo predico, os propone un espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que aceptasteis, y lo toleráis tan tranquilos. ¿En qué soy yo menos que esos superapóstoles? En el hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el saber no, como os lo he demostrado siempre y en todo. ¿Hice mal en abajarme para elevaros a vosotros? Lo digo porque os anuncié de balde el Evangelio de Dios. Para estar a vuestro servicio, tuve que saquear a otras Iglesias, aceptando un subsidio; mientras estuve con vosotros, aunque pasara necesidad, no me aproveché de nadie; los hermanos que llegaron de Macedonia proveyeron a mis necesidades. Mi norma fue y seguirá siendo no seros gravoso en nada. Lo digo con la verdad de Cristo que poseo; nadie en toda Acaya me quitará esta honra. ¿Por qué?, ¿porque no os quiero? Bien lo sabe Dios.
REFLEXIÓN
Entre las varias dificultades que encontró Pablo con la comunidad de Corinto una fue tener que entrar en competencia con otros predicadores y con otras ofertas, a veces de corte próximo al cristianismo. Era una situación esperable, dada la tremenda afición de aquellos griegos para estar pendientes de novedades, curiosidades y todo tipo de historias con tal de que fueran amables al oído. Esta propensión a lo curioso y al último chisme hacía de los corintios presa fácil de un amplio espectro de embaucadores y falsos predicadores que, para ganarse discípulos, se jactaban de su ciencia profunda y de sus poderes maravillosos.
Pablo entonces acepta el juego, pero le da la vuelta. Su "ciencia" es ante todo la de la Cruz, donde nada parece comprensible ni amable a nuestra inteligencia; sus "poderes" son especialmente sus dolores y sufrimientos por razón de amor a Dios y a los discípulos. Y así, con un toque de ironía, nos ha dejado un retrato conmovedor de su sacrificio, su compromiso por causa del Evangelio. Un ejemplo, que más allá de las trivialidades corintias, es espejo de cuánto puede el amor en un genuino servidor de Cristo.

SALMO RESPONSORIAL: 110
R. / Justicia y verdad son las obras de tus manos, Señor.

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
 dignas de estudio para los que las aman. R.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
 ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente. R.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 6,7-15

“Vosotros rezad así”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis.
Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En el evangelio continuamos sentados a los pies del Maestro en el Sermón e la Montaña, para aprender a orar y a vivir como hijos de Dios. Enseñándoles el Padre Nuestro, Jesús comparte con los discípulos, la relación de amor que vive con el Padre; a quien también ellos se pueden dirigir “sin mucha palabrería”, pues tienen puesta su confianza en Él, y saben que los ama y conoce sus necesidades. Por razones de espacio, no nos podemos detener en un análisis detallado de esta maravillosa oración; tomaremos solamente las dos primeras palabras, las cuales consideramos clave para entender todo su contenido.

La palabra “Padre” es la traducción de la palabra “Abba”, expresión de familiaridad propia del niño en la relación con su papá, que fue utilizada por Jesús con Dios. En español podríamos decir: “Papaíto, papito lindo”. Esto nos deja entender que Jesús trató siempre a Dios con la confianza de un niño a su papá, y así quiere que hagamos también nosotros. La Palabra “Nuestro” nos hace reconocer que es la paternidad de Dios donde se fundamenta nuestra fraternidad; somos hermanos, en cuanto hijos amados del Padre.

El Padre nuestro contiene, según el evangelio de Mateo, siete peticiones: tres en relación con Dios y cuatro en relación con nosotros. En las tres primeras, Jesús nos enseña que la oración es salir de sí mismo y entrar en síntoma con el corazón del Padre para saber y querer lo que Él quiere de nosotros, porque sabemos que el Padre nos ama y nos quiere felices. En las cuatro siguientes, nos hace mirar al Padre como el dador de todo bien, que cuida y se compadece de sus hijos. Estas peticiones están marcadas por un hondo sentido de solidaridad y de fraternidad que agrada al Padre y le permite ver y escuchar en nosotros la oración de Jesús, su Hijo amado. El Padre Nuestro identifica nuestros sentimientos con los de Jesús, nos hace partícipes de su identidad, oramos en Él, por Él y como Él.

ORACIÓN
De Ti hemos recibido gratis absolutamente todo lo que somos y tenemos. Nos has regalado la vida, las personas lindas a nuestro alrededor, las dificultades que nos ayudas a soportar, la naturaleza, la solidaridad, la misericordia, y sobre todo tu amor: moriste en la Cruz por nosotros. Como no decirte desde el corazón y con nuestra vida: “Yo te doy gracias, gracias Señor. Gracias mi Señor Jesús”.Amén.

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