“LA GLORIA DE DIOS EN LA DIGNIDAD HUMANA”
PRIMERA
LECTURA
2CORINTIOS
3,15-4,1.3-6
“Dios ha brillado en nuestros corazones, para que
nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios”
Hermanos:
Hasta hoy, cada vez que los israelitas leen los libros de Moisés, un velo cubre
sus mentes; pero cuando se vuelvan hacia el Señor, se quitará el velo. El Señor
del que se habla es el Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor hay
libertad. Y nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la
gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor
creciente; así es como actúa el Señor, que es Espíritu.
Por
eso, encargados de este ministerio por misericordia de Dios, no nos
acobardamos. Si nuestro Evangelio sigue velado, es para los que van a la
perdición, o sea, para los incrédulos: el dios de este mundo ha obcecado su
mente para que no distingan el fulgor del glorioso Evangelio de Cristo, imagen
de Dios. Nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, predicamos que Cristo es
Señor, y nosotros siervos vuestros por Jesús. El Dios que dijo: "Brille la
luz del seno de la tiniebla", ha brillado en nuestros corazones, para que
nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo. Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
Era algo que tenía que suceder. Pablo tuvo como estrategia básica de
evangelización, durante años enteros, cada vez que llegaba a un lugar comenzar
su obra de predicación en las sinagogas, básicamente con un anuncio
maravilloso: "las promesas hechas a nuestros padres han sido cumplidas en
Jesucristo, muerto y resucitado".
Esta estrategia tuvo resultados ambiguos. Junto a algunas, más bien
pocas, conversiones del judaísmo, un número muy sólido y más bien creciente de
hermanos de raza se resistió con dureza a la predicación del Evangelio. Esa
resistencia era un reto a la inteligencia y al amor; al celo apostólico tanto
como a la paciencia y a la oración.
Pero el reto desbordó finalmente los esfuerzos de Pablo, Bernabé,
Silvano, Juan Marcos, y toda aquella primera generación de predicadores. El
balance es desilusionante entre los judíos, y por ello tuvimos que escuchar
alguna vez a Pablo diciendo a los de su raza y religión: "ustedes son responsables
de lo que les suceda... nosotros nos volvemos a los gentiles" (Hch 13,46).
Era pues inevitable que surgiera la pregunta que de algún modo subyace
a la primera lectura de hoy: ¿por qué esta resistencia? Pablo nos habla de una
especie de "velo"; es algo que no les permite reconocer la gracia que
Dios otorga en virtud del sacrificio redentor de Jesucristo. ¿Y en qué consiste
ese "velo"? Las palabras del gran apóstol resuenan con firmeza: se
trata de "incrédulos cuyas inteligencias cegó el dios de este mundo";
y también: "sólo cuando se conviertan al Señor, desaparecerá el
velo".
SALMO RESPONSORIAL: 84
R./La gloria del Señor habitará en nuestra tierra.
Voy a
escuchar lo que dice el Señor:
"Dios
anuncia la paz
a su
pueblo y a sus amigos."
La
salvación está ya cerca de sus fieles,
y la
gloria habitará en nuestra tierra. R.
La
misericordia y la fidelidad se encuentran,
la
justicia y la paz se besan;
la
fidelidad brota de la tierra,
y la
justicia mira desde el cielo. R.
El
Señor nos dará la lluvia,
y
nuestra tierra dará su fruto.
La
justicia marchará ante él,
la
salvación seguirá sus pasos. R.
LECTURA
DEL EVANGELIO
MATEO
5,20-26
“Todo el que esté peleado con su hermano será
procesado”
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los
escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se
dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero
yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno
llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín,
y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si
cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu
hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete
primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu
ofrenda.
Con el
que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de
camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último
cuarto." Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Este episodio se sitúa en un contexto
mayor que comprende Mateo 5,20-48. En esta sección tenemos una introducción y
seis antítesis, todas con la misma estructura. Se cita un mandamiento de la
Ley, seguido por la respectiva enseñanza de Jesús. Hay una fase de conexión
entre las partes:“han oído que se dijo
a los antepasados”. La intencionalidad es mostrar la ruptura y
continuidad de la Ley en el proyecto de Jesús, que tiene su mayor novedad en la
práctica del amor, como símbolo de justicia plena. Y la clave de todo amor y de
toda justicia es el hermano. El amor a Dios sólo es creíble cuando es amor al
otro. ¿Cómo poder decir que se ama a Dios a quien no vemos, si no somos capaces
de amar al hermano a quien vemos? (1 Jn 4,20). Jesús cita textualmente uno de
los mandamientos del decálogo, “no
matarás” (Éx 20,23). Mateo va a la fuente y no a la interpretación
rabínica, para demostrar que la justicia no viene de lo que hago por Dios
observando la Ley, sino de lo que Dios hace por mí acogiéndome, de la misma
forma que yo acojo a mi hermano.
ORACIÓN
Gracias
Señor, porque has hecho brillar tu luz en nuestros corazones para que
recibiendo mensajes como el de hoy, nos dispongamos a tener una verdadera
reconciliación con quienes hemos tenido contiendas y sobre todo, Señor, a
cuidar nuestras actitudes para no ofender ni hacer daño a nadie. Por favor
mantennos alerta, para que sepamos auto dominarnos y no fallar. Amén
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