sábado, 1 de junio de 2013

Viernes 28 de junio de 2013

“LA FE Y LA VIDA EN MEDIO DE LAS ADVERSIDADES”

PRIMERA LECTURA
GÉNESIS 17,1.9-10.15-22

“Circuncidad a todos vuestros varones en señal de mi pacto. Sara te va a dar un hijo”

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el señor y le dijo: "Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad." Dios añadió a Abrahán: "Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones." Dios dijo a Abrahán: "Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones."
Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: "¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?" Y Abrahán dijo a Dios: "Me contento con que te guardes vivo a Ismael." Dios replicó: "No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes, y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas." Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró.  Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Ya parecía poco probable, humanamente hablando, que Abraham pudiera ser padre cuando engendró a Ismael, que nació de la criada Agar. Del todo imposible que siendo casi centenario, pudiera llegar a ser padre de Isaac, engendrándolo en su propia esposa, estéril y de muy avanzada edad. Pero Dios lo hizo. Y si recorremos la Biblia, encontramos que nuestro Dios es el Dios de los imposibles, el Dios que parece gozarse abriendo caminos donde no los había. Contemos esterilidades vencidas: Sara, como estamos viendo, estéril. Rebeca, esposa de Isaac, estéril (Génesis 25,21); Raquel, la esposa preferida de Jacob, estéril (Génesis 29,31); la mamá de Sansón, estéril (Jueces 13,2); Ana, madre de Samuel, estéril (1 Samuel 1,2); Isabel, la mamá de Juan Bautista, estéril (Lucas 1,7). Todo esto indica que Dios se goza en vencer imposibles y mostrar así que él y sólo él es creador de todos.
Bien lo resume en poesía el profeta Isaías: "Grita de júbilo, oh estéril, la que no ha dado a luz; prorrumpe en gritos de júbilo y clama en alta voz, la que no ha estado de parto; porque son más los hijos de la desolada que los hijos de la casada--dice el Señor. Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus moradas, no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás hacia la derecha y hacia la izquierda; tu descendencia poseerá naciones, y poblarán ciudades desoladas. No temas, pues no serás avergonzada; ni te sientas humillada, pues no serás agraviada; sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y del oprobio de tu viudez no te acordarás más. Porque tu esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra. Porque como a mujer abandonada y afligida de espíritu, te ha llamado el Señor, y como a esposa de la juventud que es repudiada --dice tu Dios. Por un breve momento te abandoné, pero con gran compasión te recogeré. En un acceso de ira escondí mi rostro de ti por un momento, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti --dice el Señor tu Redentor." (Isaías 54,1-8)

SALMO RESPONSORIAL: 127
R./Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.

Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 8,1-4
“Si quieres, puedes limpiarme”

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme." Extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés."  Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Una vez proclamadas las palabras de la nueva Ley por Jesús en el sermón de la montaña, Mateo se propone mostrar la manera cómo Jesús pone en práctica aquello que proclamaba. Un leproso se acerca y se postra ante Jesús; por ser leproso, era un excluido, debía apartarse de los demás para evitar hacer impuros a quienes entrasen en contacto con él. Este leproso transgredió las normas legalistas de su religión. No le dice a Jesús que lo toque, pues cree que con la sola voluntad del “Señor” es suficiente para alcanzar la sanación. Una actitud que revela la fe que el hombre tiene en las obras de Jesús. El hombre padece dos enfermedades: la lepra, que lo convierte en impuro, y la enfermedad de la exclusión a la que era condenado por la sociedad. Jesús se compadece, lo toca y lo sana de su segunda enfermedad, la exclusión. En seguida lo cura de la lepra. Si el leproso transgrede la ley al aproximarse a Jesús, Jesús también la transgrede al tocarle para poder ayudarlo. De esta manera se revela un nuevo rostro de Dios, un Dios que va mucho más allá de los falsos legalismos sociales y religiosos. Un Dios que sana nuestras heridas y humillaciones.

ORACIÓN

Señor, hoy nos insistes en mantener la fe puesta en ti y en tu Palabra que son la roca que sostiene en medio de todos los momentos duros que pasamos en nuestro ser.  Ayúdanos a no desfallecer, porque has soplado sobre tus  hijos e hijas la fuerza que da tu Palabra y tu Espíritu. De esta manera podremos llevar esperanza y sembrar fe, en quienes no han logrado cimentar su vida en Ti.  Amén 

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