jueves, 1 de diciembre de 2011

Lunes, 19 de diciembre de 2011

“DIOS PREPARA LA VENIDA DEL MESÍAS”


Las lecturas de hoy nos presentan el anuncio de dos nacimientos, Sansón y Juan Bautista. La llegada de cada ser humano a este mundo es una inmensa pregunta al futuro. La Historia misma es ante todo el tejido de las decisiones, pequeñas o grandes, que vamos tomando, y por ello la voluntad de cada persona es un elemento más de libertad para el conjunto de la humanidad.
En este caso los dos nuevos seres humanos tendrán una característica en común: una inmensa fortaleza. La proverbial fuerza física de Sansón y el poder de la denuncia de hacen pareja. Aunque, si bien lo pensamos, hay varios contrastes entre estos dos formidables siervos de Dios.

PRIMERA LECTURA
JUECES 13,2-7.24-25a


“EL ÁNGEL ANUNCIA EL NACIMIENTO DE SANSÓN”


En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: "Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos."
La mujer fue a decirle a su marido: "Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte." La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.

REFLEXIÓN
Sansón es la imagen de un hombre que quiere cambiar su entorno; Juan Bautista es aquella voz que llama a cada uno a revisar su propia vida. Sansón mira y hace mirar hacia fuera; Juan mira y hace mirar hacia adentro. Como Sansón actúa hacia fuera, desconoce su propio interior, y allí, en su mundo interior de afectos, es atrapado por un cariño que finalmente lleva al desastre su camino. En paralelo: como Juan denuncia la infidelidad interior, la del corazón, es encarcelado por un rey que vive encadenado a una pasión ilícita. Finalmente: aunque Sansón fue atrapado por ese afecto interior, al final de sus días ejerció a su modo su vocación y puso su fortaleza al servicio del plan divino. Paralelamente, aunque Juan fue encarcelado en su cuerpo, su profetismo obró en libertad y su muerte dejó una página imborrable de santidad y fidelidad que todavía hoy nos libera y hace inmenso bien.


SALMO RESPONSORIAL: 70
R/ Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.

Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 1,5-25


“EL ÁNGEL GABRIEL ANUNCIA EL NACIMIENTO DE JUAN BAUTISTA”

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto."
Zacarías replicó al ángel: "¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada." El ángel le contestó: "Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento."
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: "Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres."


REFLEXIÓN

El evangelio de hoy presenta el anuncio del nacimiento de Juan a Zacarías, un anciano sacerdote, servidor en el templo de Jerusalén. Los términos del anuncio son similares a los del anuncio a María; sin embargo, Zacarías no cree que el designio de Dios pueda ser posible, dada la avanzada edad de él y de su esposa Isabel.

Las palabras del ángel clarifican a Zacarías el proyecto de Dios, a la vez que confrontan la fe del sacerdote. Aquí no hay una respuesta de disposición total; al contrario, Zacarías duda del querer de Dios, lo que va a generar su mudez. La mudez de Zacarías es una muestra del silencio sacerdotal y religioso ante la venida del Hijo de Dios. En esa lógica cultual no es fácil celebrar el anuncio de un hijo, aunque éste les devuelva el reconocimiento social y religioso.

Hoy también los creyentes estamos llamados a someter a juicio nuestra fe en Dios y reconocer su voz en los signos de los tiempos, que exigen nuestra respuesta. Históricamente han sido muchos los silencios que silencian también a Dios Nosotros no podemos callar y no podemos desconfiar de la grandeza del poder de Dios, que mantiene su promesa de liberación, aun valiéndose de los medios más inesperados.

ORACIÓN
Señor, queremos creer en ti, ayúdanos a nunca desconfiar de tus promesas, auméntanos la fe, que estemos siempre dispuestos a hacer lo que nos pidas, lo que se necesite, más allá de toda lógica, a confiar en ti plenamente en lo que eres y haces. Amén

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