"EL DISCÍPULO AMADO”
San Juan apóstol y evangelista
Hoy celebramos la fiesta de San Juan, Apóstol y evangelista. Hacemos memoria de un testigo de la resurrección, que nos invita a nosotros también a ser testigos, a creer y palpar la presencia de Cristo resucitado en la comunidad.
PRIMERA LECTURA
1JUAN 1,1-4
“OS ANUNCIAMOS LO QUE HEMOS VISTO Y OÍDO”
Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.
REFLEXIÓN
Dos características se destacan indudablemente, en los escritos de Juan; dos notas que parecen contradecirse en términos físicos, pero se complementan bellamente cuando se trata de espiritualidad: altura y profundidad, es decir: ojo a lo alto y mirada a lo profundo.
Este es el evangelista que hunde su mirada en el misterio admirable del Verbo, donde la audacia de su mensaje compite con la belleza de su expresión. Apegado a lo concreto y a lo real, nos dice: "lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida...". No es un vendedor de quimeras, no es un soñador atorado en sus ilusiones: es ante todo un testigo.
Es también difícil saber cuál podría ser la "gran palabra", el concepto clave de la enseñanza de Juan: ¿la Palabra?, ¿la pareja ver-creer?, ¿la vida? Lo más seguro es decir que, más que una palabra o una única idea, en el corazón de la enseñanza de Juan tenemos un conjunto armonioso y complementario de experiencias vividas desde Dios y hacia Dios. En este sentido el término clave es la "comunión". Estar "en comunión" es precisamente participar-de, recibir y compartir, aprender y ejercer un lenguaje, vivir lo mismo aunque no en la misma forma, en fin, llegar a ser con el otro. Estar en “comunión”, es respirar de un mismo Espíritu, haber aprendido juntos un modo de hablar sobre el Señor, llorar con las lágrimas del hermano y reír con su sola sonrisa.
SALMO RESPONSORIAL: 96
R/Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 20,2-8
“EL OTRO DISCÍPULO CORRÍA MÁS QUE PEDRO Y LLEGÓ PRIMERO AL SEPULCRO"
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
REFLEXIÓN
En el relato del evangelio observamos cómo la comunidad de creyentes tiene que pasar por un largo proceso para entender el misterio de la resurrección. Poco a poco, primero María Magdalena y luego un discípulo querido por Jesús, y más tarde Pedro y el resto del grupo, irán experimentando que están formando parte del plan de Dios, y que el haber creído en Cristo Jesús los comprometía de ahora en adelante a ser testigos de lo que aprendieron con él, hasta entregar sus vidas en razón de su fe.
A la comunidad cristiana no la preside la muerte. La preside la vida. Hoy, como ayer y siempre, estamos convocados a verificar que el sepulcro está vacío, que Jesús no está en el lugar de los muertos, porque Dios lo ha resucitado y con él a todos los que han creído. La vida es ahora el proyecto. El defenderla, cuidarla y provocarla nos configurará cada día más y mejor con el resucitado.
ORACIÓN
Señor, yo quiero ser, tu discípulo amado, anhelo verte y enamorarme cada vez más de ti, necesito de tu mano para no caer en la tentación, para no volver atrás, para que seas tú mi sostén en las dificultades, Amado Señor quédate conmigo hoy y siempre. Amén.
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