miércoles, 1 de junio de 2011

Jueves 9 de junio de 2011

“LA DIVISIÓN DESTRUYE, LA CARIDAD CONSTRUYE”


PRIMERA LECTURA
HECHOS 22,30;23,6-11


“PABLO ANTE LA JUNTA SUPREMA DE LOS JUDÍOS”


Al día siguiente, el comandante, queriendo saber con exactitud de qué acusaban los judíos a Pablo, le quitó las cadenas y mandó reunir a los jefes de los sacerdotes y a toda la Junta Suprema. Luego sacó a Pablo y lo puso delante de ellos.
Luego, dándose cuenta de que algunos de la Junta eran del partido saduceo y otros del partido fariseo, dijo Pablo en voz alta:
-Hermanos, yo soy fariseo, de familia de fariseos; y se me está juzgando porque espero la resurrección de los muertos.
En cuanto Pablo dijo esto, los fariseos y los saduceos comenzaron a discutir entre sí, y se dividió la reunión. Porque los saduceos dicen que los muertos no resucitan, y que no hay ángeles ni espíritus; en cambio, los fariseos creen en todas estas cosas. Todos gritaban; y algunos maestros de la ley, que eran del partido fariseo, se levantaron y dijeron:
-Este hombre no ha hecho nada malo; tal vez le ha hablado un espíritu o un ángel.
Como el alboroto era cada vez mayor, el comandante tuvo miedo de que hicieran pedazos a Pablo, por lo cual mandó llamar a unos soldados para sacarlo de allí y llevarlo otra vez al cuartel.
A la noche siguiente, el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: "Ánimo, Pablo, porque así como has dado testimonio de mí aquí en Jerusalén, así tendrás que darlo también en Roma."

REFLEXIÓN

Va llegando a su final la lectura casi continua de los Hechos de los Apóstoles que hemos venido haciendo durante este tiempo de Pascua. Y las dos ciudades que se mencionan en mensaje de ánimo al apóstol Pablo son también los dos grandes puntos de referencia de la propagación del Evangelio en aquellos primeros y decisivos años: Jerusalén, la Ciudad Santa; Roma, capital del mayor imperio de la antigüedad.

Durante este recorrido con Hechos de los Apóstoles, podemos hacer un balance con un recorrido cargado de dolores y milagros, de generosidad y lágrimas, de torturas y esperanzas. Hemos visto sanaciones, palabras sublimes e insultos, gracia abundante y persecuciones.

En el texto de la primera lectura vemos la situación de Pablo que es bien particular: se encuentra en el Sanedrín, del cual había sido miembro antes de la conversión Cristo, se disponen a juzgarlo por supuestas violaciones a la Ley. Pablo no demuestra miedo ni duda, pues sabe que está cumpliendo con la voluntad del Señor y que el Espíritu Santo lo acompaña. Ante la interrogación del Sanedrín declara que ha vivido de acuerdo con la voluntad de Dios hasta ese mismo día.

De manera muy inteligente, Pablo aprovecha que el Sanedrín estaba integrado por saduceos ( que no creían en la resurrección) y fariseos ( que si la aceptaban) y anuncia la resurrección de Jesús, alzando la voz y declarándose fariseo. Está declaración los dividió en dos bandos opuestos, así Pablo se libra de sus enemigos. La noche siguiente, el Señor se le aparece y le anima a seguir siendo su testigo. Ese gesto de aliento del Señor fue el que sostuvo a Pablo en medio de los sufrimientos, las pruebas y las dificultades que aún le habrían de sobrevenir.

SALMO RESPONSORIAL: 15
R: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 17, 20-26


“YO TAMBIÉN ESTOY CON ELLOS”


Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, no te ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí al oir el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa, así como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno, y que así el mundo pueda darse cuenta de que tú me enviaste, y que los amas como me amas a mí.
"Padre, tú me los diste, y quiero que estén conmigo donde yo voy a estar, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes que el mundo fuera hecho. Oh Padre justo, los que son del mundo no te conocen; pero yo te conozco, y estos también saben que tú me enviaste. Les he dado a conocer quién eres, y aún seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y para que yo mismo esté en ellos."
REFLEXIÓN:
El diálogo íntimo que sostiene Jesús con su Padre Dios, orando y suplicando a favor de sus discípulos, nos subraya dos cosas fundamentales: “La unidad” y “el conocimiento”. Para Juan es importante que los que se hacen llamar discípulos de Jesús vivan en com-unión y conozcan al Padre. Es fundamental para el cristiano mantener la unidad, que no significa uniformidad (todos en igualdad de pensamientos y acciones), sino unión de todos con Aquel que nos ha llamado (Dios), y unión con los hermanos que, a pesar de ser diversos, comparten un mismo ideal: el Reino. La verdadera unidad de los cristianos, enriquecida por su variedad, es fruto del amor con que el Padre y el Hijo por el Espíritu Santo se aman y nos aman. El ser con Jesús implica adherirse plenamente a su mensaje y llevarlo al mundo que aún no lo conoce. Por tal motivo, la llamada de Jesús está relacionada con el envío que es inherente al discípulo. Ser enviado implica conocer y vivenciar el mensaje que se le encomienda y buscar por todos los medios llevar el amor a toda la humanidad.
ORACIÓN
Dios, fuente de toda sabiduría, dame el don de observar el mundo con tu mirada, de descubrir lo que es santo pero también lo que se opone a tu plan de salvación, para que mis decisiones y mis opciones estén iluminadas por Ti, y produzcan en mi frutos de santidad. Amén

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