miércoles, 1 de junio de 2011

Sábado 18 de junio de 2011

“LA CREACIÓN ES OBRA DE DIOS”

PRIMERA LECTURA
2CORINTIOS 12, 1-10


“TE BASTA MI GRACIA; LA FUERZA SE REALIZA EN LA DEBILIDAD”


Nada gana uno con gloriarse de sí mismo. Sin embargo, tengo que hablar de las visiones y revelaciones que he recibido del Señor. Conozco a un seguidor de Cristo, que hace catorce años fue llevado al tercer cielo. No sé si fue llevado en cuerpo o en espíritu; Dios lo sabe. Pero sé que ese hombre (si en cuerpo o en espíritu, no lo sé, solo Dios lo sabe) fue llevado al paraíso, donde oyó palabras tan secretas que a ningún hombre se le permite pronunciarlas. Yo podría gloriarme de alguien así, pero no de mí mismo, a no ser de mis debilidades. Aunque si quisiera yo gloriarme, eso no sería ninguna locura, porque estaría diciendo la verdad; pero no lo hago, para que nadie piense que soy más de lo que aparento o de lo que digo, juzgándome por lo extraordinario de esas revelaciones. Por eso, para que yo no me crea más de lo que soy, he tenido un sufrimiento, una especie de espina clavada en el cuerpo, que como un instrumento de Satanás vino a maltratarme. Tres veces le he pedido al Señor que me quite ese sufrimiento; pero el Señor me ha dicho: "Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad." Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy.

REFLEXIÓN
Continuamos leyendo a Pablo en su argumentación frente a los cristianos de Corinto, respecto a quienes los quieren desviar de la verdad del evangelio. Les dice que podría gloriarse de visiones, de gracias, de carismas, de fenómenos místicos, pero que la fuerza de su testimonio no radica en eso. El único criterio de su ministerio apostólico es la flaqueza: saber aceptar con alegría y paciencia todo lo que une su vida a la humillación del Señor a quien sirve. No es masoquismo o culto al dolor, sino la alegría de ser “fuerte”, de ser más fuerte que el mal, de ser capaz de dominarlo. Pablo no presume de sí mismo, pues sabe que el fuerte es Cristo, quien triunfa en la persona de Apóstol.

Pablo realmente no resultó maestro de la humildad de la Cruz por puro gusto o por casualidad. En él, como también ha sucedido o sucederá en nosotros, el amor a la Cruz fue fruto de un camino que pasó por presiones exteriores y desfallecimientos interiores. En efecto, estas son las dos cosas que nos humillan: reconocernos pequeños frente a lo que nos amenaza, y reconocernos frágiles en cuanto a nuestras fuerzas, convicciones y virtudes. Pablo habla de un “aguijón” o “espina” clavada en su cuerpo que le golpea. No podemos saber con exactitud a que se refiere. Lo que si podemos decir es que esta “espina” implicaba para él, un serio obstáculo para su obra misionera. Sin embargo, los límites personales son superados por una confianza total en el poder y la gracia de Dios. La gloria del Evangelio consiste en que nuestra debilidad podemos encontrar esta maravillosa gracia; porque cuando llegamos al fondo de nuestra indefensión es cuando se le ofrece a Dios la oportunidad de intervenir.

SALMO RESPONSORIAL: 33
R: Gusten y vean qué es el Señor


LECTURA DEL EVANGELIO
MATEO 6, 24-34


“NO PUEDEN SERVIR A DIOS Y AL DINERO….”


"Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas.
"Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?
"¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe! Así que no se preocupen, preguntándose: '¿Qué vamos a comer?' o '¿Qué vamos a beber?' o '¿Con qué vamos a vestirnos?' Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas.


REFLEXIÓN:
Ayer hablábamos de la consecuencia que ocasiona el estar apegado a lo material: la esclavitud. No queremos decir que lo material sea malo en sí; simplemente que, cuando eso material esclaviza a la persona, se vuelve alienante y dañino. Lo material, y, en el caso del evangelio de hoy, el dinero, es un medio para nuestra subsistencia; no es el fin último de nuestra existencia, como muchas veces se toma. “No pueden estar ustedes al servicio de Dios y del dinero”, nos dice el Señor. Un siervo de Dios no tiene amor al dinero, sino a su proyecto de vida, en el que el dinero juega un papel importante, pero no fundamental. Jesús quiere fundamentar la felicidad de cada uno en encontrarse consigo mismo, para no dejarse vencer por los bienes materiales, que hacen descuidar los pequeños gozos de la vida y agobiarse por el consumismo. “No anden angustiados por la comida para conservar la vida o por la ropa para cubrir el cuerpo”, nos dice Jesús. Pareciera que Jesús estuviera promoviendo el no hacer nada, porque el Padre nos lo dará todo. La bien llamada providencia de Dios significa abandonarse con plena confianza a las manos del Padre. Y la actitud del discípulo ante esa providencia no es quedarse quieto y esperar a ver qué pasa, sino buscar ante todo el Reino de Dios y su justicia, que se traduce en hacer en todo la voluntad del Padre y trabajar por un mundo mejor.

PARA REFLEXIONAR:
1. ¿Cuál es el “Señor” de nuestro corazón? ¿A quién le damos prioridad?
2. ¿En quién ponemos nuestra confianza, nuestros proyectos, nuestras preocupaciones y alegrías del vivir de cada día?



FRASE PARA RECORDAR EL DÍA DE HOY
“DE DIOS RECIBIMOS, TANTO CUANDO ESPERAMOS” (San Juan de la Cruz)


ORACIÓN
Señor, no hay riqueza que se compare, ni piedra preciosa que alcance tu esplendor. Tú eres nuestro tesoro, el dueño de nuestro corazón, eres la fuente inagotable de alegría y bendición para nuestra vida. Por eso Señor, nos abandonamos en ti y nos comprometemos a seguir buscando y construyendo tu Reino seguros de que lo demás vendrá por añadidura. Amén

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