jueves, 1 de septiembre de 2022

Sábado 17 de Septiembre de 2022

 

 “UNA SIEMBRA ABUNDANTE”

 

PRIMERA LECTURA

1CORINTIOS 15, 35-37. 42-49

 

“Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible”

 

Hermanos: Alguno preguntará: "¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?" ¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: "El primer hombre, Adán, fue un ser animado." El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los  hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

Mucha gente considera, de modo espontáneo, que nuestra fe  se opone a la materia y el espíritu; siendo que la materia no es contraria al espíritu. La lectura de hoy nos ayuda a entender el grave error de quienes piensan de esa manera. Ya desde el Génesis queda claro que hay un único Creador, Dios, que "vio todo lo que había hecho, y era muy bueno." Pero la lectura de hoy va más allá: no es sólo nuestro origen sino nuestro destino final el que muestra que el plan de Dios para con la materia es algo grande y sublime: ¡nuestro cuerpo será glorificado! En efecto, así como el cuerpo de Cristo, una vez resucitado de entre los muertos ya no muere, así nuestro cuerpo será renovado de una manera que no entendemos pero que sí creemos, porque el testimonio de Dios, que resucitó a su Hijo, no puede ni engañarse ni engañarnos. Esto habla de la enorme dignidad del cuerpo humano, que, frágil y todo como es, vemos que ha sido llamado a un destino eterno y glorioso. Una consecuencia importantísima de esta enseñanza es que no hay espacio para hablar de "reencarnación" en la fe cristiana. La reencarnación presupone que mi verdadero yo, es completamente separable de mi cuerpo, y eso es sencillamente mentira. Nuestro destino no es pasearnos por esta tierra en distintas vidas sino participar de la vida que no acaba y que ya brilla en el Cuerpo Glorioso de nuestro Amado Señor y Salvador.

 

SALMO RESPONSORIAL: 55

R. /  Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

 

Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, 

 y así sabré que eres mi Dios. R.

 

En Dios, cuya promesa alabo,

en el Señor, cuya promesa alabo,

en Dios confío y no temo;

¿qué podrá hacerme un hombre? R.

 

Te debo, Dios mío, los votos que hice,

los cumpliré con acción de gracias;

porque libraste mi alma de la muerte,

mis pies de la caída;

para que camine en presencia de Dios

 a la luz de la vida. R.

 

OREMOS CON EL SALMO

En medio de la persecución, el salmista expresa su confianza en la ayuda de Dios. A pesar de todas las adversidades, hay una certeza que nadie puede invalidar: el amor de Dios.

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 8, 4-15

 

“Los de la tierra buena son los que escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando”

 

En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" El les respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.  El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando".  Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN       

La Parábola del Sembrador fortalece la esperanza de quienes perseveran en la escucha de la Palabra. El Reino anunciado y realizado en Jesús tiene una fuerza irresistible de crecimiento. ¿Por qué entonces no se notan esos resultados en tantos creyentes que escuchan, pero luego abandonan la propuesta? Primero, porque esta propuesta necesita corazones dispuestos a vivir de manera nueva; segundo, porque es aparentemente imperceptible y se va gestando en lo pequeño. A pesar de su poca notoriedad o de las dificultades que encuentra para su realización, su fruto es generador de vida. ¡No nos desanimemos! El mismo relato evangélico ofrece una explicación ya no de la siembra sino de las diferentes recepciones de la semilla, refiriéndose a la actitud que cada persona adopta ante el mensaje de Jesús. Necesitamos personas que colaboren en la extensión del Reino de vida, generando esperanza en tantas personas que a su alrededor sólo ven egoísmo y muerte. ¿Dónde notamos que el reino de Dios da fruto en nuestra vida? ¡Seamos  tierra fértil!

ORACIÓN

Amado Dios, hoy nos replantearnos como está instalada tú Palabra en nuestra vida. ¿Qué tipo de terrenos somos?, nos preguntas hoy. Examínanos y ayúdanos a que nuestra vida y la de nuestros seres queridos no se pierda por ser terrenos áridos o por estar por fuera del camino, queremos dar fruto y fruto abundante. Amén

 

“Sólo quien se une al que ha vencido la muerte tiene una razón para vivir con significado cada hora de su vida”

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