jueves, 1 de septiembre de 2022

Jueves 01 de Septiembre de 2022

 

 ENCONTRAR TODO EN JESUCRISTO PARA DEJARLO TODO POR ÉL

 

PRIMERA LECTURA

1CORINTIOS 3, 18-23

 

“Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”

 

Hermanos: Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él caza a los sabios en su astucia." Y también: "El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos." Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.  Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Parece una contradicción lo que nos sugiere el apóstol san Pablo en la lectura de hoy. La sabiduría de este mundo es ignorancia ante Dios; sólo "haciéndonos" ignorantes llegaremos a ser sabios. ¿Cómo entender estas palabras?. Pablo no está hablando de aparentar, desde luego. No se trata de "hacerse el ignorante," como quien oculta algo que sigue creyendo que tiene. Se trata de volverse ignorante, " Porque así como es importante aprender es igualmente importante desaprender. Así como hay que conocer cómo se deben hacer las cosas, hay también que olvidar y dejar de lado los vicios o malos hábitos que nos conducen a obrar como no se debe. De modo que la propuesta del apóstol, puesta en lenguaje actual, es: "Necesitas desaprender los caminos del orgullo y la vanidad para empezar a aprender los caminos de la humildad, la fe y la verdadera sabiduría." ¿Y por qué dice él que la sabiduría del mundo es inútil y  es necedad?. La sabiduría del mundo es ante todo sagacidad, capacidad de lograr las propias metas, astucia para conseguir lo que se quiere. Y ese es el problema: si el énfasis está todo en los métodos y procedimientos, mientras que los fines no son cuestionados, pronto tendremos un mundo de gente que se ataca y destruye, un mundo donde el disimulo y la traición están a la orden del día.

La sabiduría de lo alto, la sabiduría divina, es otra cosa. Es entrar en el plan de Dios, que es salvación para el hombre. Es recuperar el designio original, que supone que las cosas son para nosotros y no nosotros para ellas. Es encontrarnos, en fin, con el corazón de Dios Padre y con la posibilidad real de ser hermanos que comparten, que son solidarios, que aman, y no enemigos que se destruyen.

 

SALMO RESPONSORIAL: 23

R. / Del Señor es la tierra y cuanto la llena.

 

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,  

el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos. R.

 

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes y puro corazón,

que no confía en los ídolos. R.

 

Ése recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Éste es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

 

 

LECTURA DEL EVANGELIO

LUCAS 5, 1-11

 

“Dejándolo todo, lo siguieron”

 

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro y echad las redes para pescar". Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes". Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas: desde ahora serás pescador de hombres". Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.   Palabra del Señor. 

 

REFLEXIÓN

Pablo y Pedro, y la gente que escucha a Jesús sobre la orilla del mar, han encontrado en sus palabras una fuente de sabiduría y de verdad que les hace relativizar todo lo anterior. La muchedumbre se agolpa en torno a la barca de Pedro y escucha su enseñanza como si no hubiera otra cosa en el mundo. Pablo como lo decíamos en la primera lectura, insiste en que debemos desaprender y abandonar cualquier otro conocimiento previo por considerarlo un delirio superficial. El pescador, dejándose llevar por lo que Jesús requiere, vive una experiencia que le cambia la vida para siempre. Jesús le pide dos cosas: La primera vez, que eche las redes al mar luego de una noche de trabajo inútil. La segunda, le indica un cambio sustancial en su oficio de pescador. Será, desde ese momento, “pescador de hombres”. Pedro le obedece en ambas oportunidades. Pero, ¿qué es lo que sucede entre una palabra y otra que Jesús le dirige? El texto describe un hecho atípico, un milagro que confronta a Pedro consigo mismo en relación con Jesús. Una pesca extraordinaria le hace descubrir su verdad más honda y le permite intuir ante quién se encuentra. Nada volverá a ser igual después de esto. Al mirar nuestra vida, ¿Cómo ha sido nuestro encuentro con Jesús y su Palabra? ¿Qué consecuencias ha traído para nosotros?

 

ORACIÓN

Jesús, cuando te nos acercas, no lo haces solo para concedernos un bien, como ayudarnos a pescar después de una noche frustrada, sino para dar un giro radical a nuestra vida y vocación, nos llevas más allá de ser simples creyentes pasivos y ritualistas. Ayúdanos por favor a que logremos caminar contigo, seguir tu ejemplo y ser radicales en lo que significa ser verdaderos(as) discípulos(as) tuyos(as). Amén

 

 

“En el encuentro entre la grandeza de Dios, que responde a nuestros más grandes anhelos, y la verdad de Dios que nos permite ver con claridad la miseria de nuestros pecados, hallamos la humildad y la generosidad necesarias para discernir nuestra propia vocación”

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