“LA LUZ
DE CRISTO CAMBIA NUESTRA MANERA DE VER LAS COSAS”
HECHOS 12,24-13,5
REFLEXIÓN
El pasaje de la primera lectura nos recuerda el estrecho vínculo que hay
entre oración y misión. Ni la oración es pura quietud ni la misión es pura
actividad. Cuando carece del vigor misionero, la oración se adormece y tiende a
encerrarse en sí misma con egoísmo y búsqueda de autosatisfacción. Por otra
parte, cuando la misión carece del sustento de la oración se vuelve ruido, y no
palabra; espectáculo para hombres y no gloria para Dios. Notemos también que el
mismo Espíritu Santo que hace posible la oración lanza hacia la misión. A
través de la oración, el Espíritu nos mantiene en la verdad de Jesús, es decir
en la verdad de su misterio. A Jesús no lo terminaremos de conocer nunca porque
en él se muestra el misterio insondable de Dios mismo; y sin embargo, la
oración nos sumerge muy hondamente en esas aguas. De ellas tomamos las palabras
que calman la sed, también honda y misteriosa, del corazón humano.
SALMO RESPONSORIAL: 66
R./ Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
OREMOS CON EL SALMO
La recolección de la cosecha es motivo para invitar a todos los pueblos a
dar gracias y a alabar a Dios. La providencia de Dios se extiende a todas las
creaturas, a todos los pueblos. Todos experimentan los frutos de su bondad.
LECTURA DEL EVANGELIO
JUAN 12,44-50
“Yo he venido al mundo como luz”
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre." Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Jesús declara que él es el enviado del Padre con quien mantiene una
relación muy estrecha y profunda. Por eso el rostro de Jesús revela el rostro
del Padre. Y como él es imagen del Padre entonces se constituye en luz para
todas las personas que pongan su confianza en él porque han encontrado en sus
palabras un sentido de esperanza para su vida. También llama la atención que
Jesús no se declare juez para juzgar a la gente. Su Palabra dicha con autoridad
porque viene de Dios es la que se constituye en factor de juicio. Cada uno se
juzga a sí mismo de acuerdo a la actitud que tome frente a la Palabra ofrecida
por Jesús. Recordemos que Juan dice que Jesús es el Verbo, la mismísima Palabra
de Dios. Dejarse impactar por la palabra de Jesús es dejarse alcanzar por el
mismo Padre Dios, y dejarse transformar por Él. ¿Cómo vivimos nuestra adhesión
a la Palabra de Jesús en nuestra vida cotidiana? ¿Y en nuestra comunidad?
Señor, Dios de la vida,
Dios de la luz, ayúdanos a seguir tu camino, quítanos cualquier ceguera que
podamos estar experimentando, que no cerremos los ojos, ni seamos
indiferentes a tu proyecto, condúcenos, guíanos con tu luz y que podamos vivir
bajo tu voluntad. Oramos, bendecimos y damos gracias la vida de Ana Rita Reina y Claudia Patricia Herrera en
su cumpleaños. Amén.
“Es la Palabra de
Dios la que ilumina y guía nuestro camino hacia la casa del Padre”
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