“EL RESUCITADO SIGUE ACTUANDO”
HECHOS DE LOS APÓSTOLES
3,1-10
REFLEXIÓN
En este texto se nos narra la curación de un paralítico por parte de Pedro
y Juan que representan a la nueva comunidad de Jesús (nueva por ser renovada en
la experiencia de la resurrección). El texto nos ubica diciendo que, el pobre
mendigo estaba a la puerta del templo, la mirada fija del mendigo que espera
algo, la mirada también fija de Pedro, el contacto de la mano, las palabras
breves solemnes, “en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda” y la
curación progresiva del hombre hasta seguirles dando brincos al templo, ante la
admiración de la gente. La fuerza salvadora, que en vida de Jesús brotada de él,
curando a los enfermos y resucitando a los muertos, es ahora energía pascual
que sigue activa: el Resucitado está presente, aunque invisible y actúa a
través de su comunidad, en concreto a través de los apóstoles, a los que había
enviado a “proclamar el Reino de Dios y a curar”. No tendrán medios
económicos, pero si participan de la fuerza del Señor.
SALMO RESPONSORIAL: 104
R. / Que se alegren los que buscan al Señor.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R.
Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.
OREMOS CON EL SALMO
Este salmo es un himno litúrgico de alabanza a Dios por las maravillas
hechas en favor de su pueblo, recordando la historia desde los patriarcas hasta
la entrada a la tierra prometida.
LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 24,13-35
“Lo reconocieron al partir el pan”
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la
semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban
comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús
en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran
capaces de reconocerlo.
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de
camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba
Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no
sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó:
"¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue
un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como
lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a
muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro
liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que
algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana
al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían
visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos
de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho
las mujeres; pero a él no lo vieron."
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que
anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para
entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los
profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de
la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le
apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va
de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos,
tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les
abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por
el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se
volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus
compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se
ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Compartir el pan es el signo que hace reconocible a Jesús resucitado.
Después de caminar juntos, el Misterioso peregrino acepta entrar a la casa de
la pareja de Emaús y realiza el signo que lo identifica: comparte el pan. El
papa Francisco quiere una Iglesia pobre para los pobres, porque desde los
pobres se llega a que todos tengan el pan que necesitan. Una Iglesia
comprometida en la tarea de que no haya mesas vacías, ni corazones destrozados
por el aislamiento y la exclusión. Donde descubramos que lo poco con Dios es
mucho y lo mucho sin Dios es nada. Trabajemos por la justicia de Dios que
quiere igualdad en el repartir y compartir los bienes, para erradicar esa
beneficencia crónica que esclaviza a quienes dan sin amor y a quienes reciben
sin dignidad. Sólo de este modo la eucaristía será memoria de Jesús de Nazaret,
alimento para un mundo nuevo, con justicia y solidaridad. Reducir la eucaristía
a un rito religioso de media hora de celebración, desligada del proyecto de
Jesús, es traicionar la entrega de Jesús.
Tenemos la fe, la esperanza y el amor para reconocerte, vivir
gozosos(as) y no parar de compartir de ti al prójimo, para que también
abran sus ojos, transformen su realidad, generen perspectivas, creen un ámbito
de vida más digno y el corazón se llene de amor por Ti y tu Mensaje. Ayúdanos a
mantener ese ardor y a no desfallecer. Amén
“Dios no nos deja solos en nuestro camino de
derrotas, Él hace camino con nosotros y va encendiendo nuevamente el fuego de
la fe, la esperanza y del amor”
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