domingo, 1 de octubre de 2017

Viernes 27 de Octubre de 2017


“EL GRAN SIGNO DE LOS TIEMPOS”

PRIMERA LECTURA
ROMANOS 7,18-25

“El bien que quiero hacer no lo hago”

Porque yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer. Ahora bien, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer el bien, solamente encuentro el mal a mi alcance. En mi interior me gusta la ley de Dios, pero veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado, que está en mí y que me tiene preso.
¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo? Solamente Dios, a quien doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo. En conclusión: yo entiendo que debo someterme a la ley de Dios, pero en mi debilidad estoy sometido a la ley del pecado. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
En la primera lectura damos un paso más en la enseñanza de Pablo acerca de a condición de todo cristiano bautizado. Por el Bautismo hemos sido introducidos en la esfera de Cristo, lo cual supone ser libres de pecado. Pero ahora de una manera más realista veamos que las cosas no son tan simples. La lucha interior continúa: “El bien que quiero hacer no lo hago y el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago.” Es como un análisis psicológico de la propia existencia. Pero ¿Quién me librará de este ser mío presa de la muerte?. La respuesta es clara y contundente: “Dios, por medio de Jesucristo”. Sus solas fuerzas no bastan para liberarse del pecado. Se necesita de la gracia de Dios.

La experiencia de Pablo es como la radiografía de nuestra propia vida como discípulos de Cristo. Tenemos claro en nuestra mente que es lo que debemos hacer para agradar a Dios: Darle el primer lugar en nuestra vida, amar a los hermanos, vivir en esperanza, dominar nuestros bajos instintos… Pero, cuando somos puestos a prueba, tendemos a elegir el camino más fácil, que casi siempre se opone a la voluntad de Dios. Sentimos en nosotros esa doble fuerza de que habla Pablo: la ley del pecado, que contrarresta la atracción de la ley de la gracia. Por eso, debemos orar continuamente y elevar al Padre un grito de confianza. “Soy débil Señor, y el mal habita en mí, pero si me concedes tu gracia por medio de Cristo Jesús, podré salir vencedor”.

SALMO RESPONSORIAL: 118
R./ Instrúyeme, Señor, en tus leyes.

Enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos. R.

Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes. R.

Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo. R.

Cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R.

Jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida. R.

Soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus leyes. R.

OREMOS CON EL SALMO
Este salmo el más largo de todos, presenta la excelencia de la ley de Dios, entendida como la manifestación de la voluntad de Dios para el ser humano. Su cumplimiento le asegura el bienestar y la dicha. La urgencia de cumplir siempre la voluntad de Dios nace da la misma fe. Para nosotros se trata de “la ley perfecta del amor” que se encuentra en el Evangelio y se encarna en el seguimiento de Cristo.  

LECTURA DEL EVANGELIO
LUCAS 12, 54-59

“¿Cómo no saben interpretar el tiempo presente?”
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: "Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?
Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo." Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Para los campesinos es fácil interpretar las fases de los climas buscando las mejores condiciones para la siembra o la cosecha. No en todos los períodos climáticos se puede sembrar o cosechar. Como dice el sabio: hay un tiempo para todo. Jesús se vale de esta experiencia vital de sus oyentes, la mayoría sembradores, pastores, pescadores o artesanos, para decirles que el tiempo de Dios, el tiempo de salvación ya ha llegado. Pero deben estar atentos, con las antenas en sintonía, no sea que nos agarre la tarde desprevenidos. Con Jesús, el Reinado de Dios ya se ha hecho presente, ya está aconteciendo en medio del pueblo. Pero los dirigentes religiosos no se dan cuenta, o no quieren darse cuenta. Para nosotros el gran signo es que el Reinado de Dios ya está actuando. Las personas se transforman, las instituciones de todo género son cuestionadas e invitadas a una conversión total, la buena noticia es anunciada a los pobres. ¿Qué más signos quieren? ¿Qué otros signos queremos?

ORACIÓN
Señor Jesús, seguirte,  no es fácil; exige compromiso y lealtad  para poder asumir nuestra vida con responsabilidad, tu discipulado nos reta a renunciar a  comodidades y muchas veces a  desinstalarnos. Hoy te pedimos, Buen Señor, que no dejes que nuestro corazón se enfríe y se aleje de Ti, queremos seguir buscando tu rostro, tu presencia, queremos escuchar tu voz, entender los signos,  aprender a discernir y a percibirte en la diferentes situaciones que se presentan en nuestra vida;  anhelamos tu Reinado de justicia, paz y amor, ayúdanos a construirlo de la mano contigo. Amén 

“La constante intimidad con Dios nos lleva a discernir lo que es conveniente hacer y lo que no”


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